lunes, 23 de agosto de 2021

EL PRIMER ESLABON DE ORO - 19 DISCIPLINA MORALIDAD Y TRABAJO

 DISCIPLINA, MORALIDAD, TRABAJO

C:\Documents and Settings\Papa\Configuración local\Archivos temporales de Internet\Content.Word\146.jpg

Elevando el nivel moral de la juventud que es la ciudadanía del mañana, inculcándoles ideales, fortaleciendo el carácter por la práctica de la entereza y la verdad, mejorando los métodos de estudio y trabajo, enalteciendo las virtudes, encaminarnos a los jóvenes estudiantes por el camino de su propio perfeccionamiento orientándolos a ser los artífices de su propio destino" sostuvo el General Mendoza Rodríguez al explicar los fundamentos doctrinarios de la acción educativa del  CMLP desde su fundación se ha esforzado por preparar a los jóvenes que el país requiere para encontrar el camino de su engrandecimiento y progreso. Para lograr este fin el esfuerzo educativo y formativo estuvo sintetizado en el lema DISCIPLINA, MORALIDAD Y TRABAJO, que es síntesis y soporte de su doctrina. 

Disciplina no en el sentido de la simple obediencia, menos aún de la obediencia ciega, que es el concepto que mucha gente acepta inadvertidamente. Disciplina en el más alto concepto, en el del acatamiento consciente de normas éticas, en el significado del predominio del espíritu sobre la materia. 

La naturaleza humana inclinada a la animalidad hace a los seres humanos, egocéntricos, egoístas, con proclividad a ser atraídos por los bienes materiales, a ser amantes de la ley del menor esfuerzo. Por esta razón muchas veces pensamos en nuestros semejantes sólo en cuanto puedan ser útiles a nuestros intereses. La defensa de la existencia física a cualquier precio, hace que nos preocupe el presente, lo inmediato, y poco o nada el futuro. 

Podemos ser altruistas, sentir el dolor y la miseria de nuestros semejantes y acudir en ayuda a los demás con lo que tenemos; consideramos los valores materiales como medios al servicio de valores superiores del espíritu y la cultura; podemos sacrificar deliberadamente la vida por la honra, la dignidad, el amor a la Patria y al servicio de nuestros semejantes. 

Frente a la vida quedamos como los únicos jueces con capacidad absoluta para seguir una u otra de estas incitaciones contrarias. Si en la mala nos arredran las consecuencias mate-riales de nuestros hechos, alentados por la improvisación, pronto nos habituamos a prescindir de ellas. En esta encrucijada, nuestra existencia se vuelve eminentemente conflictiva, allí se plantea el problema humano, en lo más profundo de nuestra propia conciencia; problemas que uno mismo y nadie más tendrá que resolver; y que no los solucionaremos dignamente sino por el predominio del espíritu sobre la materia, imponiendo a ésta, la verdad, la justicia, la entereza, el bien y el respeto a todos los seres humanos, por el hecho de serlos y de ser exactamente idénticos a nosotros mismos. En suma, señalándonos la senda por donde debemos ir y la ley que debemos observar en el recorrido de la propia existencia. 

Es en aplicación de estas ideas que el lema acuñado por el Coronel Marín: Disciplina-Moralidad-Trabajo fue reiterado en forma constante a fin de lograr que cada cadete internalizara estos conceptos y lograra que su práctica formara parte de su vida diaria. 

Disciplina, que es acatamiento consciente, que es respeto por la ley, la norma, el reglamento, que es la prioridad del espíritu sobre la materia. La disciplina que se nos inculcó no fue ciega, ni menguada obediencia para evitar el castigo. Fue la práctica diaria de un conjunto de principios que nos daban fortaleza individual y grupal. "La disciplina es la base de los ejércitos" nos reiteraban oficiales y jefes. "Un ejército sin disciplina, es un ejército vencido de antemano" era otra de las máximas que formaban parte del entrenamiento militar que recibimos. La disciplina interior, esa voluntad que nos impelía al cumplimiento de las disposiciones y las órdenes superiores fue internalizada y todos fuimos conscientes de que su cumplimiento era señal de madurez y responsabilidad. Con disciplina podíamos vencer peligros y tentaciones, podíamos actuar con rectitud. La disciplina no nos era impuesta, la practicábamos con el convencimiento de que su aplicación nos hacía más fuertes y seguros. La disciplina es orden y también organización, es obediencia, también obligación hacia uno mismo y los demás. Acatar sin protestar, no es sumisión cuando se es consciente del porqué debemos obedecer. 

El Coronel Marín y los jefes y oficiales que estuvieron al mando del batallón de cadetes, se esforzaron para hacernos en-tender que la práctica de la disciplina era una de las virtudes que demostraba la fortaleza interior del soldado, nosotros éramos jóvenes soldados que nos estábamos entrenando y capacitando para cumplir tareas superiores. 

La disciplina nos señalaba el camino a seguir y nos enseñaba a conocer las leyes que debíamos observar y respetar en cada instante de nuestra existencia. 

La disciplina que nos enseñaron en el CMLP y cuyas le-tras están grabadas en nuestro lema y escudo nos debía conducir a la felicidad que produce el aprecio de los demás y también la gratitud que generan las acciones que realizamos. 

La disciplina leonciopradina implicaba -deber y derecho, sanción y premio, cumplimiento de las normas y castigo para el que las infringiera. Pero la obediencia era, a principios, no al capricho del superior, y las sanciones a quienes contravinieran esos principios o vulneraran las normas de conducta y convivencia. La disciplina fue un medio que se utilizó para educar y su práctica diaria formó convicciones y creó hábitos. En el devenir del tiempo y cuando hemos tenido que afrontar las más diversas situaciones del quehacer humano, nuestro sentido de la disciplina y del cumplimiento del deber han sido escudo y arma para la defensa de principios y convicciones. 

Moralidad, tan venida a menos en todos los tiempos de la historia. Antes y ahora la quiebra de los principios éticos ha desmoralizado a nuestro pueblo. No hay peor crisis que soporte el latís, que el permanente atropello a los valores morales que sustentan la nacionalidad. Los delitos contra el bien público, repercuten en todos los estratos sociales y generan hambre, miseria, desamparo, sacrificando inmisericordemente a los menos favorecidos. 

El lema del CMLP al tener colocada la Moralidad al centro, estaba buscando que realzar la importancia que ésta tiene en la vida de las personas y de los pueblos. En el desarrollo del hombre la ética es cima, es culminación, es trascendencia. Siempre resultará insuficiente la formación moral de los ciudadanos, es evidente que el tema requiere de constancia, perseverancia, pero sobre todo, de ejemplo aleccionador. Marín fue un arquetipo de conducta moral y su administración fue diáfana, transparente. Todos los días se preocupaba por dar el ejemplo que debíamos seguir, él era el arquetipo al que aspirábamos imitar. Severo en la conducta y manejo de los dineros públicos, ya lo dije, era el hombre del milagro y no exigía a los demás, lo que él mismo no pudiera cumplir. Se esforzó por predicar la doctrina de la moralidad y aspiró a que la formación ética de los cadetes fuera sólida, consistente, ajena a la sensualidad del dinero o el poder y deseos de alcanzar la realización plena del Código de conducta que hiciera de los leonciopradinos los caballeros intachables con los que soñó. No siempre se pudo cumplir y muchas fueron las debilidades que afloraron en la conducta de no pocos de nosotros. No siempre se respetó la propiedad ajena y muchos por palomillada primero, por costumbre después, cometieron pequeñas rapacerías. Marín fue inflexible, no perdonó una, en materia de moral no cedía un ápice. El sentido ético que imprimió a su gestión y la cautela permanente de los valores morales fue siempre su más grande preocupación. 

Lo poco o mucho de bueno que pudimos hacer en la vida, se lo debemos a la terca, obstinada preocupación de Marín por la moralidad de sus "muchachos" y del equipo que lo acompañaba en la gran tarea formativa que se había propuesto. 

Pudimos haber cometido pequeños fraudes en nuestra vida estudiantil, haber dispuesto de cosas ajenas, intentado conocer anticipadamente las pruebas que nos tomaban, escapar trepando los muros del colegio para ir en busca de una excitante película o para rondar por la casa de Diana en busca de sus generosas entregas; en fin pudimos haber cometido algunos pecados veniales acicateados por el afán de figuración o en busca de riesgos que reafirmaran nuestra hombría y aceleraran el logro de nuestra propia identidad; lo que no pudimos es hacerle fraude a la vida y cada uno tiene el lugar que escogió en la diáspora que nos diseminó por todo el país el 46. El escudo que siempre nos ha protegido es esa moralidad que nos enseñaron, inculcaron e internalizaron Marín y nuestros maestros. 

Trabajo, en el aspecto biológico de la vida del hombre la base está sustentada en la salud, en su defensa y conservación, porque el hombre sano accede a un estadío superior con el trabajo, esa ley natural de la vida, que es fruto, realización, creación, destreza. El hombre con el trabajo adquiere jerarquía por la calidad de lo que hace, por la forma como lo hace y por los beneficios que genera para sí y también para los demás; de ahí que el perfeccionamiento en el trabajo, por el esfuerzo que esto significa, es generalmente fuente de satisfacciones muy grandes. El trabajo en el lema del CMLP, adquiere jerarquía de pilar fundamental en nuestra formación y el practicar desde el primer día su cumplimiento, tanto en las obligaciones que teníamos con nosotros mismos, desde el arreglo de nuestros roperos y tarimas, hasta la conservación de los ambientes donde dormíamos, el pegado con aguja e hilo de las marcas en el vestuario que usábamos diariamente, nos estaban encaminando a la adquisición de hábitos y destrezas que forman parte de cualquier actividad laboral. El trabajo como virtud, como cima, como expresión de dominio fue indudablemente acicate diario para la realización personal de cada uno. Los hubo más laboriosos que otros, pero cada quien tuvo que asumir sus propias responsabilidades y en el orden del trabajo intelectual las exigen-cias de maestros e instructores fueron diarias y estimulantes, porque junto a la obligación se daba el estímulo, el premio, el aliciente para un mejor rendimiento. También el colegio hizo esfuerzos para el adiestramiento manual de los cadetes y los ta-lleres de artes, fotografía, mecánica, carpintería estuvieron pletóricos de cadetes que en sus horas libres aprendían los se-cretos de estas especialidades técnicas. El trabajo en el CMLP tuvo mística y exigencia y formó parte importante de la sólida formación que se nos daba. 

Disciplina, Moralidad y Trabajo fue el lema que soportó no solamente los cimientos del proceso educativo, sino que fueron las vigas maestras de la doctrina que inspiraba el cómo y el porqué del CMLP. 

A cincuenta años del ingreso de la primera promoción del CMLP son miles los egresados que desarrollan sus actividades en los más apartados lugares del país y en las grandes ciudades del Perú y el extranjero; profesionales de todas las especialidades, técnicas, industriales, empresarios, filósofos, escritores, expertos en comunicación social, militares, aviadores, marinos, policías forman legiones de hombres trabajando por y para el país. A la hora de la cosecha ésta ha sido pródiga y donde late un corazón leonciopradino hay un hombre que practica la disciplina, moralidad y trabajo que le inculcaron sus maestros en el CMLP. 


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

RECORDANDO A DON JULIO BLAKZ

  A raíz de la publicación en el Blog “El Imaginaria” de la entrevista a don Julio Blakz realizada por Ricardo González –XIX, recibí   comen...