sábado, 21 de agosto de 2021

EL PRIMER ESLABON DE ORO- 17.LAS DICTADURAS Y LA DEMOCRACIA

 LAS DICTADURAS Y LA DEMOCRACIA

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San Marcos era la antípoda del CMLP. La primera vez que llegamos hasta el patio de Letras nos pareció estar entrando a un mundo nuevo, diferente. No había controles, centinelas ni guardianes, se respiraba un relajado aire de libertad. Nadie se ocupaba de ti, a veces ni se daban cuenta de que existías. No tenías ante quién cuadrarte o saludar. Los cachimbos con aire preocupado buscaban con avidez el aula en la que deberían escuchar tal o cual clase. Se hablaba con respeto casi reverencial de los grandes gurúes universitarios: Raúl Porras Barrenechea, José Jiménez Borja, Carlos Cueto Fernandini, Flavio García Llague, Darío Acevedo, Alejandro Tapia Freses; sentí confianza cuando entre éstos también se encontraba nuestro viejo y querido Director de Estudios Julio Chiriboga, a la sazón catedrático de la Facultad de Educación. Habíamos logrado vencer todos los obstáculos, inclusive el de no ser apristas para lograr el ingreso a la Cuatricentenaria. Me había decidido por medicina, que aunque era una carrera larga, pues entre los estudios y el internado sumaban más de nueve años, me daría la oportunidad de ser médico y que al final (eso pensaba), tal vez podría asimilarme a la Sanidad con el grado de Capitán. Pre-Médicas se estudiaba en el patio de Ciencias y es allí donde se encontraban las aulas desde las cuales los catedráticos dictaban sus clases en las horas más insólitas. Afinamos horarios, buscamos los grupos afines, escogimos los cursos electivos y nos pusimos a estudiar febrilmente. Aquí se respiraba un aire de absoluta libertad. Nadie te controlaba, ni se preocupaba porque asistieras o no a clases. Si querías estudiabas, si no, había muchas opciones muy cerca: el cine, el billar, la biblioteca o el patio de Letras donde lindas chiquillas iban afanosamente de un lado a otro sin saber a ciencia cierta a dónde iban, ni qué querían. Empecé a comparar la rigidez de las normas y reglamentos del CMLP con este clima relajado de libertad. Muchas veces esperaba tenso en el salón de clase que tocara la corneta anunciando el fin de la clase; aquí no había ni corneta, ni campana, ni timbres, bastaba con el reloj Longines del profesor. Las clases eran magistrales y junto con la teoría había que enfrascarse en muchas horas de práctica. Escogí arqueología como curso opcional y esto me dio oportunidad de frecuentar el Museo Antropológico y hacer muchas amistades en la Facultad de Letras. Julio C. Tello era el catedrático y Rebeca Carrión la jefe de prácticas. 

El año 47 fue un año de mucha efervescencia en San Marcos, se respiraba aires de libertad y democracia, como dije, Sánchez era Rector y en Medicina había ascendido al Decanato el «negro» Sergio Bernales, el más temido profesor de clínica médica que se recuerde en la historia de San Fernando. Los leonciopradinos nos empezamos a reunir periódicamente, más aún cuando se fundó la asociación de Ex-alumnos del CMLP alentados por el profesor Luis Landeo y tomamos una vieja casa en alquiler en la calle Pobres. Buendía había sido el primer presidente y luego fue Hugo Ancieta en cuya Junta Directiva actué como secretario. Estábamos imbuidos del más grande entusiasmo y tratábamos de formar una organización que nos permitiera seguir cultivando aquellas virtudes de camaradería, fraternidad y trabajo que cultivamos en el CMLP. Hugo era un dirigente muy serio y responsable, él había escogido ser geólogo y con José Zegarra y Rodríguez Sawao formaban un trío de polendas. Los leonciopradinos se distinguían en todas partes por su disciplina, sentido de responsabilidad y perseverancia en el estudio. Largas fueron las jornadas de trabajo que nos hizo confluir en la calle Pobres a donde también asistían con regularidad Jorge Melgar, Juan Carrión, José Arana Sialer, Oscar Franco Llague, Walter Palomino, y otros más. 



El año 47 fue un año de febril organización estudiantil. Se activaron y reorganizaron los Centros Federados en las diversas Facultades y la FUSM empezó su labor representativa de los estudiantes sanmarquinos a los que los vientos nuevos de la Reforma Universitaria nos envolvió. Muchos fuimos ajenos a la intencionalidades políticas de los dirigentes que en su mayoría procedían de las canteras de la JAP y que apoyaban como es natural la gestión de Sánchez y las nuevas autoridades sanmarquinas. Otros pertenecían al P.C. y hasta algunos trotsquistas aparecieron. El Secretario General de la Universidad era don Roberto Mac Lean y Estenós, padre de nuestro compañero de colegio Roberto Mac Lean Ugarteche. Los patios de Letras y Ciencias bullían efer-vescentes de juventud y muchos estrenaron como fogosos oradores estudiantiles como Javier Valle Riestra, Carlos Melgar, Mario Cavagnaro y otros más. Este año sufrí una recaída en mis dolencias y ya que trabajaba como asistente del doctor Carlos Cueto Fernandini en el Instituto Psicopedagógico Nacional tuve que solicitar licencia. Dejé la Medicina y pasé a Odontología y mi hermano Efraín, de Química pasó a Medicina. Otra orientación sufrieron nuestras vidas. Pasé a una Facultad donde junto con el conocimiento científico había que tener una gran habilidad ma-nual, tarde me di cuenta de esto. Después de todo, no solamente nos entrenábamos para sacar muelas como decía Brignetti. Había que tener además destreza manual y saber manejar las ceras, el shelac y los yesos. Terminé en Espíritu Santo que así se llamaba la calle donde funcionaban los primeros años de Odontología. La agita-ción estudiantil se iba incrementando, el Apra se valía de cualquier ocasión para salir a los patios a arengar a los estudiantes y en el Parque Universitario había enfrentamientos con la Policía por quítame estas pajas. Yo había tomado partido por Bustamante nuestro Presidente y lo defendía, tanto en las calles como en la universidad. Empecé a admirar la democracia y la libertad. Nada nos impedía pedir, protestar, reclamar. Los profesores se esforzaban por cumplir sus labores más allá de sus deberes. Pendía sobre todos la amenaza de la «tacha», novísimo derecho de los estudiantes para exigir más y mejor preparación a los catedráticos. 

El clima de irrestricta libertad en la Universidad hizo que ésta empezara a ser utilizada con fines de agitación y desestabilización del régimen que sin el soporte de una sólida mayoría parlamentaria veía con angustia crecer su incapacidad para gobernar el país. Poco a poco la democracia empezaba a tambalear y el Presidente Bustamante, a pegado a las leyes y a la juridicidad recurrió a todos los resortes que le franqueaba la Constitución para estabilizar su régimen. El crimen Graña y las discusiones sobre la ley de imprenta enardecieron los ánimos y una tenue sensación de desgobierno se sentía en diversas sectores de la ciudadanía, todo esto alentado además por el funcionamiento de estanquillos municipales manejados por el Apra y que sirvió-para que se realizaran una serie de rapacerías y se fomentara la escasez de artículos alimenticios de primera necesidad. Parecía que el país andaba al garete y la Universidad reflejaba en mucho lo que en él pasaba, todo lo cual alcanzó su clímax el 28 de Julio cuando no pudieron instalarse las Cámaras Legislativas y se produjo el ausentismo parlamentario que tan funestas consecuencias tuvo para el sistema democrático. Esto finalmente estalló el 3 de octubre cuando la Escuadra y la marina se sublevaron contra el gobierno de JLBR alentados por lo bajo por el partido Aprista. Develado el movimiento, el PAP fue puesto fuera de la ley, los líderes se asilaron o escondieron en San Marcos volvió el oscurantismo para defender sus fueros y atacar a los apristas. Fue en esa ocasión que el tristemente célebre Ministro de Gobierno Julio César Villegas, envió los tanques y cerró San Marcos por una temporada. El 27 de octubre se sublevó Odría en Arequipa y Bustamante fue expatriado a la Argentina. Terminó la democracia en el país, los militares se apoderaron del gobierno y empezó una tenaz persecución contra apristas y comunistas. La primavera democrática había durado cerca de tres años, vinieron después ocho años de dictadura al amparo de la Ley de Seguridad Interior que nada respetaba. El coronel Juan Mendoza Rodríguez accedió al Ministerio de Educación y desde ahí realizó una importante obra educativa. Sus más cercanos colaboradores fueron profesores del CMLP y él se empeñó en la construcción de las Grandes Unidades Escolares para lo que el gobierno creó el fondo de construcciones escolares, también el fondo del texto escolar que permitió la edición de millares de libros; puso en práctica las experiencias pedagógicas y organizativas del CMLP, llevó a la dirección de muchas entidades educativas a personal profesional proveniente de las canteras leonciopradinas; en fin se esforzó por un real y sustantivo mejoramiento de la educación nacional, tanto en el aspecto de infraestructura, como también en el pedagógico. Todo esto sin embargo tuvo como escenario un país en el que la libertad y la democracia se eclipsaron. Ascendió al rectorado de San Marcos el senador odriísta Pedro Dulanto y empezó un gobierno universitario autocrático que generó reacciones de diversa índole entre los estudiantes universitarios que empezaron a reagruparse en sus centros federados y otras entidades representativas. Una huelga decretada en 1952 en la Universidad San Agustín de Arequipa, tuvo repercusiones de solidaridad en San Marcos que declaró una huelga estudiantil, en la que entre otras peticiones se solicitaba la renuncia del Rector Dulanto. En Odontología, los estudiantes cansados de un sistema manejado con criterio político por el Decano Luis Rojas Sáenz también diputado odriísta, declararon una huelga solicitando mejores profesores, mejor atención en las clínicas y más dedicación al estudio y formación profesional. La respuesta del gobierno no se hizo esperar y luego de declarar ilegal las paralizaciones estudiantiles preparó una gran redada nacional de estudiantes acusándolos de actividades apro-comunistas y so-metiéndolos a prisión el día 31 de enero de 1953. Me detuvieron cuando ya no ejercía cargo dirigencial y estaba dedicado a la organización del servicio dental del colegio nocturno San Marcos. Los leonciopradinos Raúl Peña Cabrera, Juan José Vega, Absalón Yaranga, Eduardo Pomareda Rodríguez y otros fueron parte de las decenas de estudiantes encarcelados por orden del nefasto Esparza Zañartu. Recibimos nuestro bautizo de fuego por exigir mejores condiciones de estudio y capacitación y por reclamar una auténtica reforma universitaria. Fueron largos meses de confinamiento en una zona denominada «San Quintín» adyacente a la Prefectura de Lima. Aún sin militancia política definida y sin tomar partido por ninguna de las dos corrientes ideológicas que predominaban en San Marcos: la aprista y la comunista, fuimos encerrados por la dictadura que nos privó de la libertad y utilizó diversos procedimientos para doblegarnos. No hubo investigación alguna y el solo hecho de haber participado en la huelga fue más que suficiente para que el todopoderoso Alejandro Esparza se ensañara con toda la dirigencia estudiantil universitaria del país, así como con la dirigencia sindical. Soportamos el enclaustramiento de varios meses y salimos en libertad reafirmando nuestra vocación democrática y formulando el propósito de trabajar por la restauración de la libertad en el Perú. 

Antes de ponernos en libertad Esparza, nos llevó hasta su despacho de la plaza Santa Ana para amenazarnos con la cárcel o la deportación si volvíamos a actuar en San Marcos. No vivió para vernos trabajar por el Perú en un clima de libertad y democracia, que es por lo demás lo que nos habían enseñado nuestros maestros leonciopradinos. Nosotros seguimos creciendo, él terminó sem-brando paltas en Chaclacayo y soportando el repudio de la ciudadanía. 

Con esfuerzo y venciendo mil dificultades me gradué como cirujano-dentista en 1955, antes me había reincorporado a la Asociación de Ex-alumnos y mis actividades dirigenciales. El 55 empezó a reactivarse en el país la política y nuevos grupos se empezaron a formar con miras a las elecciones del 56. A fines de año participé en la multitudinaria recepción que le brindó el pueblo de Lima a Bustamante y Rivero que se reincorporaba al seno de la patria después de muchos años de exilio; nuestro profesor Luis Bedoya Reyes había ganado en el poder judicial una acción de habeas corpus que permitió el regreso de JLBR. Estuve en primera fila en el hotel Bolívar junto a Jorge Melgar y Gustavo Ruiz de Somocurcio con quienes compartía funciones dirigenciales en nuestra asociación. Ahora sabía con claridad y por experiencia propia lo que significaba la libertad y la democracia y veía en Bustamante al portaestandarte de las banderas democráticas que debería enarbolar el país. En los meses finales del 55 se formó la Coalición Nacional liderada por Pedro Roselló, se vivían días de agitación y zozobra, había actividad política cada vez mayor. La Coalición Nacional convocó a un mitin en Arequipa y Esparza envió a la soplonería a frustrarla atacando a los manifestantes en el teatro donde se habían reunido. Se provocaron disturbios que ganaron la calle, el pueblo enardecido por la prepotente actitud del gobierno salió a manifestar su repudio; fue tan grande y unánime la protesta que provocó la caída del todopoderoso Ministro de Gobierno Esparza Zañartu y el gobierno empezó a tambalear. A finales de este año se empezó a organizar el Frente Nacional de Juventudes bajo el liderazgo de Javier Alva Orlandini que también había estado preso en la razzia del 53. Estudiantes y recién egresados de San Marcos y la UNI juntaban voluntades y esfuerzos para participar en política. En marzo del 56 me invitaron a formar parte del frente, Gustavo Ruiz de Somocurcio y Jorge Melgar fueron los que con más vehemencia y entusiasmo me convencieron a participar. Fuimos a la calle Inca Ripac 100 y allí conocí a Fernando Belaunde Terry y sellé un compromiso político que ya dura más de 37 años. Belaunde era un hombre relativamente joven, de muy buena presencia y refinados modales, podía ser muy afectuoso o muy distante, era atento con lo que le interesaba, distante y hasta ausente de todo aquello que no le interesaba. Vehemente, se aplicaba a sí mismo un dicho que después popularizó: "pecaremos por acción, no por omisión". La campaña empezó el mismo día que lo conocí, una veintena de jóvenes lo convencimos para que fuera nuestro candidato a la Presidencia de la República, lo acompañaban en su casa como sus amigos personales Mario Villarán, Sandro Mariátegui y José Luis Daly. La campaña fue incesante, febril, entusiasta, sin más armas que nuestro incontrolado deseo de trabajar, recorrimos plazas, mercados, barrios, unidades vecinales gritando y convenciendo a la gente con los lemas: ¡Belaunde-juventud! ¡Belaunde libertad! Jorge Melgar debutó como orador de plazuela en la plaza de Santa Ana y poco a poco fue puliendo su lenguaje y aprendió a enardecer a las multitudes. Me dedique a labores organizativas y de difusión, fui designado secretario del Comité Político de la candidatura y conocí a Celso Pastor de la Torre, Miguel Dammert Muelle, Mario Villarán, Sandro Mariátegui, Paco Belaunde, Javier Alva Orlandini, los Velarde Manuel y Javier, Eduardo Orrego, Lucho Vier, Alfredo Pérez González. Más tarde vinieron los social-progresistas con Santiago Agurto Calvo, Augusto S alazar Bondy, Paco Moncloa y nosotros; los de Acción Social de Izquierda con Hernán Boggio, Manuel Escorza, Ugarte, Damonte; también otros grupos como los de José Escajadillo, Mario S amamé Boggio, etc. en fin, el movimiento crecía como un aluvión y todos terminamos inmersos en febril actividad. Después de muchos avatares y tras vencer todas las dificultades que ponía el gobierno para favorecer a Lavalle primero y a Prado después, el lro. de junio y luego de una titánica lucha en las calles que terminó en lo que se conoce como "el ultimátum de La Merced", se inscribió FBT y fuimos al proceso electoral con fe en el triunfo. No fue así, ganó Prado; la víspera o unos días antes había pactado con el Apra que estaba proscrita. Ganó Manuel Prado y fue Presidente Constitucional por segunda vez, formando con sus aliados el gobierno de la convivencia. 

El 28 de julio de 1956, en la casa del arquitecto Belaunde nos reunimos los dirigentes de su candidatura más allegados a él y empezamos a formular planes para continuar en la brega y visitar los pueblos del Perú que nos habían brindado un inmenso caudal de adhesión ciudadana, tanta, que nos convertía en la primera fuerza política del país. Belaunde empezó a dar forma a sus ideas y se convirtió en el abanderado de la oposición para exigir al gobierno el cumplimiento de sus promesas electorales, entre otras la derogatoria de la ley de seguridad interior y la vigencia de las libertades públicas. 

Ese año yo era Presidente de la Asociación de Ex-alumnos del CMLP y ésta, en una asamblea general, acordó reiterar el acuerdo de nombrar a Prado Presidente Honorario. Prado había sido designado Presidente Honorario de la Asociación en 1947. Tramité el acuerdo con una mesurada carta en la que además solicitaba audiencia para la directiva, era ya el verano del 57. Prado nos recibió en audiencia y le solicitamos un terreno para el local de la Asociación. Nos contestó como todo político: "que trataría de atender nuestro pedido". Antes me había invitado a almorzar en la Residencia de la Perla, para conocerme y enterarse de nuestras intenciones. Inmerso como estaba en la organización de la actividad política de lo que más tarde sería Acción Popular, pronto me vi frente a un conflicto. Mario Villarán, Sandro Mariátegui, Eduardo Orrego, Javier Velarde y los diputados Manuel Arce Zagaceta y Antonio Rodríguez del Valle me visitaron en mi consultorio de la calle La Pelota para hacerme conocer su disgusto por la visita a Prado y lo comprometido de mi situación por ser miembro de un grupo político opositor. Decidí con pena y dolor renunciar a la Presidencia de la Asociación de Ex-alumnos sin embargo había una cantera de jóvenes dirigentes que podrían reemplazarme. Gerardo Guerrero Ortiz, de la tercera promoción ocupó la presidencia y continuó el trabajo de organización y estabilización de nuestra Asociación. Nunca más he detentado cargo dirigencial alguno en la Asociación de Ex-alumnos, siempre he estado dentro de ella como un soldado más. 

Decenas de leonciopradinos en todo el país apoyaron a Belaunde y vieron con simpatía su actividad política ocupando puestos dirigenciales en los diversos departamentos del país; ellos eran de nuestra promoción; de las otras, muchos más. Estos fueron años de aprendizaje político y de febril actividad, de luces y sombras, de libertad y persecución, como aquélla que dio con FBT en el penal "El Frontón". Durante más de siete años fuimos recorriendo al lado del líder, el país "pueblo por pueblo" sembrando fe y esperanza en un futuro mejor. Nada impedía que participara en los trabajos fundacionales de AP y en la campaña política del año 63 que culminó con la elección de FBT como Presidente Constitucional de la República. Jorge Melgar el fogoso orador de tantas plazas públicas fue elegido diputado por San Martín, tam-bién Raúl Peña Cabrera como representante por Tumbes, Javier Díaz Orihuela de la 5ta. resultó elegido por Arequipa y después en unas elecciones complementarias Eduardo Orrego de la 4ta. fue elegido diputado por Lima. 

En agosto de 1963 asumí responsabilidades de gobierno al ser nombrado Director General de la JAN. Tenía 33 años y me dieron la oportunidad de hacer realidad los ofrecimientos que habíamos formulado en la campaña electoral, reafirmada por FBT en la ceremonia de asunción al mando supremo, cuando empezó su mensaje con las palabras bíblicas: "los últimos serán los primeros". Había que atender las necesidades y aspiraciones de los sectores marginados del país. Pronto me vi inmerso en febril actividad. Debíamos atender las emergencias individuales y colectivas. Incendios, huaicos, terremotos, deslizamientos de tierras y también epidemias requerían el concurso de equipos multidisciplinarios, y de ayuda de toda índole para paliar los efectos destructivos de estos fenómenos. Igualmente en los aspectos individuales, enfermedades, malformaciones, hambre, abandono, miseria, requerían aten-ción y cuidado. Parecía que todo el dolor nacional se concentraba en demanda de ayuda. Empezamos a "ayudar a ayudarse". Conocí a mucha gente importante en el campo médico internacional: Denton Cooley y Michael Debakey de Houston; Cristiaan Barnard el célebre cardiólogo que realizó por primera vez en la historia de la medicina el transplante de corazón; Servini de Brasil, los Barraquer de Madrid y Bogotá, Castroviejo de New York. Estos "gurúes" mundiales de la cardiología y la oftalmología acogieron nuestras solicitudes de ayuda y atendieron gratuitarriente en los mejores centros médicos del mundo a numerosos pacientes que fueron salvados gracias a sus milagrosas intervenciones. Hace poco tiempo me encontré con un ahora famoso abogado que fue operado de "enfermedad azul" por Cooley en Houston gracias a nuestra gestión. Un fuerte y silencioso abrazo fue el epílogo de una emotiva charla retrospectiva. Desde la comodidad de mi vivienda mesocrática y mi actividad profesional en la gran capital, no me había percatado de la existencia de un cinturón de miseria que rodeaba la capital, los llamados barrios marginales habían proliferado como hongos en los cerros, en los lechos secos de los ríos, en los arenales. Miles de personas soportaban infraniveles de vida y eran víctimas de la miseria, el hambre, enfermedad, insalubridad, destrucción, abandono, disociación familiar, desocupación, promiscuidad, sus viviendas eran de cartón y esteras y carecían de los servicios públicos Más elementales. Ante la fría indiferencia de autoridades y dirigentes había grupos humanos que vivían con necesidades insatisfechas que se acumulaban año tras año. ¿Qué hacer? ¿Repartir bolsas de alimentos? ¿Regalar algunas cosas para tranquilizar nuestras conciencias? ¿Propiciar la mendicidad nacional organizada? Alguien con buen criterio y mucha razón me dijo: Oscar, "no des al necesitado el pescado, dale la caña de pescar". Esa podría ser la solución, había primero que preparar el marco teórico de un programa nacional de promoción social, entrenar al personal profesional que intervendría, conformar equipos multidisciplinarios y empezar la gran tarea yendo de menos a más. Empezamos a trabajar en diez barrios y los resultados nos sorprendieron, los moradores de los barrios respondían con entusiasmo y empezaron a trabajar sin desmayo por tratar de mejorar sus condiciones de vida, por capacitarse para convertirse en elementos productivos que les permitieran mejorar sus magros ingresos; entrenarse para erradicar malos hábitos de higiene personal y familiar que ayudaran a prevenir las enfermedades. Por todos los esfuerzos que realizaban eran premiados con alimentos, herramientas de trabajo, enseres domésticos. etc. El programa fue creciendo y cuando llegó la revolución de Velasco, eran más de 210 barrios en Lima y muchos centenares en provincias los que trabajaban con los programas de promoción social que abarcaban: Defensa y Promoción de la Salud, Promoción de Trabajo y la Economía, Promoción de la Recreación y organización de los tiempos libres, Promoción Cultural, Promoción Etica, Promoción del Hogar y la Vivienda, Promoción Cívica y Promoción de los Servicios a la Comunidad, Con la revolución velasquista, todo el trabajo se truncó y los pobres fueron abandonados a su suerte y se volvió a las épocas en las que se regalaban las cosas sin ton ni son, se volvió al oscurantismo y al Ministro del Interior no se le ocurrió mejor idea que treparse a un helicóptero y repartir panetones y ropa usada en los barrios marginales mientras se desataba una feroz, inhumana persecución contra quienes habíamos trabajado honesta y lealmente en un régimen constitucional y democrático y que en mi caso personal había sido fiel al mensaje de Marín el 15 de julio de 1944 cuando nos dijo: el CMLP debe "arraigar profundamente en las conciencias juveniles, el sentimiento de la responsabilidad que les incumbe en toda obra de bien nacional, para extirpar el indiferentismo suicida, vivificar el espíritu de colaboración abnegada y formar hombres más celosos de sus deberes por cumplir que de derechos por hacer valer" 

"Desarrollar sus sentimientos humanitarios, que les impulse a acudir en ayuda de los menos afortunados, para borrar asperezas, diferencias y luchas de intereses que perjudican la sagrada unión de todos los peruanos" 

Siempre fue el Coronel Marín el gran inspirador de nuestras vidas y cuando nos convocó al CMLP en 1944 él sabía para qué y porqué le habían encomendado esa obra educativa. 

Muchos condiscípulos de la primera y de las otras promocio-nes me buscaron en demanda de alguna gestión o apoyo mientras ejercía funciones de gobierno, no a todos pude servir, hay alguno que hace poco me enrostró porque no ascendió en el puesto que desempeñaba, sin percatarse que no todo es posible atender y que yo no era sino uno más de los tantos funcionarios que manejaba la gran maquinaria del Estado. Sí puedo afirmar que cuanto estuvo a mano hacer directamente, lo hice con el fraternal afecto leonciopradino. No todos hemos tenido la suerte de encontrar un sitio en la vida y progresar, hay algunos, muy pocos que sufren los rigores de la pobreza o la enfermedad. Dispuse el pago de los alquileres insolutos de una vivienda ocupada por un condiscípulo al que habían ordenado desahucio por falta de pago y lo ayudé para que pusiera un pequeño negocio con el apoyo y supervisión del servicio social; me ocupé del tratamiento psiquiátrico y hospitalario de otro, que víctima de la esquizofrenia vagaba por las calles, en fin traté de paliar, si no remediar tanta frustración y dolor acumulados. El balance me sirvió de escudo para defender mi libertad, ni honra, el prestigio profesional que había ganado. Pasó la tormenta que duró más de año y medio y las huellas se fueron diluyendo con el afecto y la solidaridad de tantos amigos y conocidos. El calor del hogar, la compañía y aliento de mis padres y hermanos, el sincero afecto de mis amigos me volvió a la vida con renovado vigor. Durante diez años ejercí febrilmente mi profesión y continué preparándome para el retorno, para la reivindicación, para el triunfo. 

Mis relaciones con mis condiscípulos siempre fueron cordiales, y salvo una que otra impertinencia, como aquella del ojón Passano en una cena, nada hay que haya enturbiado la límpida, transparente fraternidad leonciopradina. 

El éxito en la vida no tiene nada que ver con la calidad humana de las personas me dijo, hace poco, Juan José Vega al referirnos a quienes por imponderables designios de la vida no les fue posible alcanzar las metas que se trazaron, a ellos siempre les di mi más sincera fraternidad y aprendí a vivir algo que hace poco dije a Hugo Ancieta en una reunión pública "hay que aprender en la vida la sabiduría de dar, sin hipotecar al que recibe". 

La vida no se detiene, continúa inexorablemente, cayó Artola, destituyeron a Velasco con una llamada telefónica desde Tacna, subió al poder Morales Bermúdez y la dictadura empezó a extinguirse. Vino la Asamblea Constituyente del 78 y finalmente las elecciones del 80 en las que el pueblo reivindicó al derrocado del 68; fue elegido por segunda vez Fernando Belaunde, Presidente Constitucional de la República. Trabajé incansablemente en la campaña electoral en donde tuve la suerte de conversar diariamente con FBT en un programa radial que se denominaba: "El Pensamiento y Acción Popular", y me dediqué a organizar los mítines y concentraciones partidarias. Nuevamente en el gobierno Belaunde, llegó el día de la reivindicación pública, antes había sido condecorado por A.P. y recibido el "Yunque de la lealtad partidaria" que se otorgó a quienes sufrimos persecución y cárcel durante la dictadura. Me incorporé al IPSS en el equipo gerencial y nuevamente tuve a mi cargo el área social, fui nombrado Gerente de Prestaciones Sociales esta vez para atender a los pensionistas y minusválidos con programas de rehabilitación y promoción social, también a los trabajadores en general. Fueron años de esfuerzo y creación, nunca en la seguridad social se hizo tanto en tan poco tiempo y con tan escasos recursos. También estuve en la gerencia de RTP y el INTE, inmerso en los campos de la comunicación social. Terminó el gobierno y regresé a la actividad privada, ya éramos muchos los que merecíamos el reparador descanso de la cesantía. En el año 90 y después de haber perdido el FREDEMO las elecciones y, el país, la oportunidad de que un leonciopradino de la sétima promoción, Mario Vargas Liosa fuera elegido Presidente de la República y uno de la cuarta, Eduardo Orrego, primer vicepresidente, retorné brevemente a la actividad pública como asesor de la Junta Directiva del Senado; era presidente Felipe Osterling y bibliotecario, mi amigo el senador de la república Andrés Cardó. El 5 de abril fue cerrado el congreso por Fujimori y se estableció una vez más una dictadura en el Perú. Cerrado el senado fuimos despedidos los contratados. Una vez más la dictadura me hizo víctima. Este es mi testimonio personal de las dictaduras y la democracia en el Perú. Sé que a muchos no les gustará, es mi opción, yo la asumo plenamente. 


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