sábado, 6 de septiembre de 2025

CONVERSACIONES CON DIMITRI KARAMAZOV

 

 


   CONVERSACIONES CON DIMITRI KARAMAZOV

          


“La pasión es el sentimiento que desprendemos, mientras satisfacemos nuestro

 deseo”.

La mañana era hermosa, había un sol radiante, los pájaros sobrevolaban por el parque y los niños jugaban muy felices. Me saludaban los parroquianos con la venia que los caracteriza, son amables pero conservan también el orgullo de sus ancestros, me acerqué a la entrada de la iglesia del pueblo y vi que salían personas que alborozadas hacían un callejón con sus cuerpos y arrojaban flores, era un matrimonio religioso, la pareja recién casada reía y agradecía los saludos de familiares y amistades, yo empecé a aplaudir también, me sentí feliz y alegre de ver a dos seres que se aman cumplir con el sacramento del matrimonio, “Dios debe estar complacido” me dije y tomé el rumbo de siempre, hacia el lugar donde pastorean las ovejas que pasan de madrugada muy cerca de mi ventana. Sin más ni más, como siempre, me senté y recosté en mi amigo el árbol, cuyas ramas me cubrían de los rayos solares…y ya bostezando me quedé dormido…

-        Señor, oiga señor, despierte va usted a coger un resfriado, mire todo está cubierto por la nieve, tome mi abrigo y cúbrase. No, no tenga a menos, cúbrase por favor…

-        Ah, lo hace usted por mi edad le dije al hombre que gentilmente me quería proteger del terrible frío que ya hacía. ¿Nieve, qué…dónde estoy?

-        Pues, en un bello lugar señor que se llama Sochi, estamos cerca al mar Negro y estamos protegidos por las montañas del Cáucaso, me extraña que se haya quedado dormido, estamos en época de nevada y el frío es terrible, dígame donde se hospeda y lo acompañaré con mucho gusto.

-        Pucha, otra vez…otra vez lo mismo…sueño despierto…

-        Qué dice usted, que sueña despierto, no lo entiendo. Ah y su ropa no es de por aquí, dígame con quién converso.

-        Mejor que no sepas querido joven, pero y tú ¿a dónde te diriges?

-        Pues voy a un lugar donde patinan sobre el hielo, una especie de parque y allí me están esperando.

-        Miraste al cielo ¿quién te espera que te hace feliz amigo? Vamos cuéntame, cuéntame.

Dimitri Karamasov, se sintió entonces complacido de haber encontrado a un amigo con quien poder desfogar todo su sentimiento, todo lo que fue y lo que lo hizo cambiar. Después de haber compartido con él, parte de su vida, puedo repetir lo que leí alguna vez: “No temáis a la vida, es tan hermosa cuando se practica el bien y se es fiel a la verdad”.

Amamos la vida y cuando jóvenes nos sentimos dueños del mundo, vivimos para divertirnos, para gozar del amor fugaz, del amor que cambiamos a cada momento en que vemos otra mujer hermosa, exuberante y que nos regalan sus sonrisas. Dimitri había sido uno de esos hombres que sólo conocieron por ejemplos de familia, la soberbia, la indiferencia por nuestros semejantes, tanto así que en una oportunidad como era un oficial del ejército ruso, vapuleo, menosprecio y ofendió a otro de menor rango, retirado de la carrera de las armas, estaba con su hijo Ilyusha Snegiryov de unos 10 años quien al ver tremenda afrenta a su padre, quedó muy herido y triste sentimentalmente. Para Dimitri solo eran cosas superfluas que no afectaban su diario vivir. Creemos tanto en nuestros años de juventud en que el mundo es nuestro y no al revés, nos introducimos en una vorágine de pasiones que no respetamos el valor que tiene entregar el corazón.

Pasión y deseo son dos sentires que parecieran caminar juntas pero no, no es así. Dimitri encontró en Grushenka la perdida de la racionalidad ¿amaba? o únicamente sentía pasión o sea una atracción sexual como nunca había sentido, se sentía insatisfecho, cada momento anhelaba más y más, ya perdía hasta la ecuanimidad, en una alarmante desesperación se convertía en un hombre que perdía lo más preciado, su dignidad y atisbaba a la mujer que lo enloquecía, la quería permanentemente en su vida.

-        Créame amigo, conocer a Grushenka fue terrible para mí, al verla sonreír perdí todo sentido común, me embelesaba verla caminar, hablar y cuando bailaba el deseo se apropiaba de mi ser, mi sangre hervía y sólo quería abrazarla, tenerla y poseerla. Poco a poco fui accediendo a sus caprichos, a su manera de ver la vida y la acompañaba en sus tertulias con amistades que también, la diversión, era el motivo de sus existencias. Ella se convirtió en mi hoy, mi mañana y todo mi vivir. Sabía dentro de mí que me hacía daño la relación que sosteníamos, me fui degradando tanto que no me importaban las actitudes que a veces tomaba y que iban en contra hasta de mi vocación militar. Fue mi hermano que es sacerdote cristiano, el que me comprendió y un día conversamos del amor de Dios, de su infinita bondad y comprendí aceptando que debería alejarme de la mujer que me destruía moral y personalmente.

“Qué será del hombre sin Dios y sin inmortalidad, todo se tolera todo es lícito”

Rodolfo Mendoza

            CONVERSACIONES CON DIMITRI KARAMAZOV

                    


Segunda parte:

“El deseo tiene principio y fin. La pasión es interminable”

 

No únicamente una relación amorosa llena de pureza espiritual, es la que tiene derecho a la felicidad y bendición de Dios. Jesús perdonó a María Magdalena, quien abrió su corazón para que el espíritu santo la redima de todo mal.

-        Dimitri, mi buen amigo en el tiempo, así que llenaste de impurezas tu corazón, una vez leí: “Se siente pasión, “felicidad” y mucho anhelo. A veces se acompaña de una fuerte necesidad. Se necesita de la otra persona, pero también se necesita saciar la lujuria que se siente”. Estuviste confundido, perdiste la noción de lo correcto, pero, qué pasó después, ¿terminaste para siempre esa relación llena de pasión y deseo que turbó tu existencia?

-        Pasaron muchas cosas en el seno de mi familia, que me mantuvieron con desesperanza y preocupación, más que todo por una herencia de mi madre, que me correspondía. Grushenka había pensado lo mismo, de separarnos y regresar a su antiguo amor, pero pudo darse cuenta que en verdad al que amaba era a mí y tuvo la oportunidad de hacerse amiga de mi hermano Alyosha y recibir los buenos consejos del joven acólito que se daba tiempo entre estar en el monasterio y su preocupación por nuestra familia, él logra renovar su fe en Dios y ayuda a Grushenka a renovar, también, su fe cristiana. Nuestra separación obligada por las circunstancias hizo que nuestros corazones sintieran el profundo sentimiento de amor que ya había germinado en nosotros, también descubrió que la lujuria no era ya lo que nos unía sino un profundo sentimiento amoroso. Mi encierro físico y espiritual en la cárcel me hizo cavilar intensamente y pude verme desde la ventana de mi celda pequeña, tal y como había sido: déspota, cruel, insensible, lleno de egoísmo, sin nada de bondad con mis semejantes, me arrodillé y pedí a Dios que me perdone, que me dé otra oportunidad. Créame amigo del tiempo, como usted me dice, que ese día sentí vergüenza de mí y sólo pedía salir de mi encierro para corregir todo lo malo que podría a ver hecho, además sentí que mi afán de caminar para siempre por los senderos de la felicidad con Grushenka, era verdaderamente por el amor, sí, el amor que Dios bendice y sólo pedía una nueva oportunidad.

-        El amor es maravilloso, el amor redime ante Dios, perdonar es asunto de Él, el Dios de la bondad. Así es, muchas veces comenzamos llenos de calor porque no queremos ver el corazón de quienes nos enamoramos y solo nos anima satisfacer el deseo del momento, sin querer conocer el corazón de nuestra pareja, la misma que puede estar llena de esperanzas, de amor  y el tiempo nos va dando la oportunidad de entregarnos, a ambos, a lo que significa: lo bello, lo hermoso que es amar, que es sentir ternura, pasión y amor por ese ser que será nuestra compañera de toda la vida, la que nos dará los hijos que bendecirá Dios y que colmarán de felicidad, la vida de toda pareja – hombre y mujer – que se encontraron por gracia de Dios. Tú Dimitri, buscabas a Dios y solo te encontrabas entre nubes negras que oscurecían tu vida y sin darte cuenta que Él, el Dios de amor estaba siempre cerca de ti, esperando que lo hallabas en cada limosna que diste, al ciego, al mendigo, en cada visita a un enfermo; a Él le dabas de esa manera, tu amor, tu fe. Bendito sea Dios.

-        ¿De dónde vienes amigo del tiempo y qué, es lo que buscas?

-        Pues, mira Dimitri, no lo sé. Me pasa en ciertos momentos en que menos espero, sólo me da sueño, sí, sueño y…mira no lo entenderías, pero qué más pasó.

-        Nuestro encuentro, después que pude salir de la cárcel fue emocionante para ambos, ella y yo nos abrazamos, nos besamos y pude sentir, entonces, que era diferente, que el poder acariciar nuestros rostros,  cabellos, labios y besar nuestros ojos, nos unía más en ternura y un amor que ahora brotaba de nuestros corazones y no de nuestra sangre. Proyectamos huir, sí, escapar de un lugar maldito para encontrar la paz, el sosiego y un pedazo de tierra para formar nuestro hogar, donde viviríamos el inmenso amor que nos profesábamos. Mi hermano Alyosha, bendecido por Dios, fue quien se encargó de todo lo que correspondía a salir de la ciudad con rumbo a nuestro destino, pero en el camino sentí una inquietud y supe que debería cambiar de rumbo hasta no resolver un asunto que le debía a alguien que debería perdonarme, para poder seguir adelante y mi vida sintiera verdaderamente el perdón de Dios. Alyosha, se preocupaba por el tiempo, podríamos ser encontrados por nuestros enemigos y todo se vendría abajo, yo insistí y llegamos al lugar en donde debería cumplir un compromiso con Dios. Nos recibió el papá de Ilyusha Snegiryov, el capitán retirado a quien había golpeado y ofendido, lo que hizo sentirse muy mal al joven que visitaba en ese momento y que yacía en una cama esperando su partida al cielo. Lo despertaron para que yo le hablara, le ofrecí de regalo un cañoncito de oro y no lo quiso, volví a insistir con una de mis medallas de oro con la que me habían premiado por mi valor en batallas ganadas para mi país y asimismo se negó a recibirla y volteó su cabeza que recostaba en su almohada. Miré a Grushenka desesperado, no por el tiempo que se acortaba para salir de la ciudad, sino más que nada por no poder ser perdonado, entonces me paré y me puse en posición militar de atención y dirigiéndome al capitán Snegiryov le dije: “Mi capitán, héroe de nuestra nación, con todo respeto y humildad, pido a usted me perdone por las ofensas que en un momento de ofuscación me atreví a hacerlo con su digna persona”, el niño entonces volteó su cabeza y me miró con admiración y sonrió a su padre quien le dijo “Hijo mío, el oficial Dimitri Karamazov, me ha solicitado perdone sus ofensas, dime tú si debo hacerlo”. El niño IIyusha, me miró y yo le dirigí una mirada de solicitud de perdón y él le dijo orgullosamente a su padre “Si padre, capitán Snegiryov, considero que sí debes darle tu perdón”, entonces mirando a los ojos al niño hice un movimiento de agradecimiento moviendo mi cabeza hacia abajo y él hizo lo mismo en señal de aceptación, sonrió, y se abrazó fuertemente con su padre, hice el saludo militar de permiso para retirarme y abrazando a Grushenka el amor de mi vida salimos y afuera nos esperaba el carruaje que nos llevaría rumbo a la felicidad, felicidad que mi hermano Alyosha, bendecía con su mano derecha. Sentí una gran sensación de alivio en mi alma, en mi corazón que agradecía a Dios por esta nueva oportunidad que me daba y que de allí en adelante junto a Grushenka, viviríamos para amarnos y tener una familia feliz para beneplácito del Dios de Abraham.

-        Me alegra mucho el final de este episodio de tu vida mi apreciado Dimitri Karamazov…pero ¿quién es esta hermosa mujer que se acerca con sus patines en los hombros y con esa bella sonrisa que ilumina este frío lugar?

-        Amigo del tiempo, ella, ella es Grushenka, mi bella mujer que amo más que a mi vida, porque solo vivo para ella y nuestra familia.

 


               

Los hermosos ojos azules y bella sonrisa de Grushenka me hicieron suspirar, era bellísima, efectivamente su sonrisa era fascinante, me dio su mano derecha la que besé con respeto y les dije a ambos “Que vuestro amor sea bendecido siempre por Dios, que la felicidad reine por siempre para ustedes, mis queridos Dimitri y Grushenka Karamazov” me abrazaron, no quisieron que les devuelva el abrigo, ella volteaba de vez en vez y me alzaba su brazo derecho, mientras Dimitri no se cansaba de besarla, suspiré hondamente, se escuchaba a lo lejos una dulce melodía y me dije: Sí mi Señor, gracias por bendecirme en viajar por el tiempo y ser testigo de muchas de tus gracias con que bendices a quienes se lo merecen porque tocas sus corazones y ellos saben corresponder. Y ahora mi querido Dios, el “Amigo del Tiempo” necesita descansar…ya es hora de volver, duermo, duermo…duermm….

 


          






 XVI CMLP

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