Cincuenta años al servicio del CMLP
Martes, Noviembre 30, 2010
Valió la pena conocer al ser humano que durante
50 años, salió de su casa a las cinco de la madrugada para estar, puntual, en
su CMLP querido. Don Julio Blaks, conocido, querido y respetado por más de
cincuenta promociones, es un verdadero referente del deber cumplido, su
inagotable entusiasmo como profesor, conductor y creador de la banda del
colegio, decidor de apasionadas expresiones frente al micro en las incontables
ceremonias, correcto relacionista público, indeclinable leonciopradino, en
suma. Tuvimos el honor de ser recibidos en su casa, impecablemente vestido, con
su característico peinado que escondía una calvicie que, altivamente, no supo
aceptar, nos llenó de cortesías y nos demostró que posee, incólume, una memoria
intacta y un entusiasmo juvenil para contarnos algunas de -se nos ocurre- miles
de anécdotas de las que quisiera seguir hablando y recordando. Además de esta
incipiente entrevista -siempre será insuficiente- en esta edición publicamos
una semblanza del Profesor Andrés Roberto Arriola Badaracco que lo menciona
como el “guadalupano más
leonciopradino” y la añoranza de Pepelucho (XIX) en su nota de la orquesta
donde Jorge Blaks llevó al CMLP a los más altos niveles dentro del concierto
escolar de aquellos tiempos. De esta manera, coincidentemente, sentimos que la
Gaceta ha podido testimoniar el afecto y reconocimiento que se merece el
profesor Jorge Blacks.
JULIO BLACKS SÁNCHEZ
Tras un avance muy lento y algo desordenado del tránsito en
la Carretera Central, motivado por las construcciones de remodelación que ahí
se vienen desarrollando, llegamos a la casa de nuestro querido profesor Julio
Blacks Sánchez quien se sintió muy satisfecho por la visita y entrevista que la
GACETA LEONCIOPRADINA le hiciera el día martes 23 de noviembre en su propia
vivienda en el Jr. San Martín de Porres 401 en Santa Clara, lugar alejado de
Lima por 12 kilómetros.
Nos recibió elegantemente vestido, con terno oscuro y
corbata celeste, es ahora una persona con rostro adusto y cabello totalmente
cano, manos bastante arrugadas, de hablar pausado y en tono bajo, de caminar
lento, de vista muy corta, pues adolece de una visión muy aguda, y con
problemas en su salud, debido a una hernia en el peritoneo, que lo mantiene
fajado, pero por el momento no lo pueden operar por no encontrase en las
mejores condiciones.
En la fecha percibe una pequeña pensión, y según nos
manifestó, vive una diaria lucha contra la soledad ( esto es propio de las personas de edad avanzada pese a que siempre han estado sus hijas y cuando alguna no estaba la suplia otra. No siempre se tiene la suerte de tener 8 bellas hijas). En su sala, observamos un gran cuadro con la fotografía del
CMLP a todo lo largo y ancho que le fue donado por la XXV promoción, una
banderita de escritorio, y en su vitrina, varias placas recordatorias, mostrándonos
con satisfacción una casaca azul con nuestro emblema, que le fuera entregada en
el año 1999, aparte de que posee -nos dijo- una gran cantidad de
papelería y fotografías.
Don Julio nació en el Callao un 28 de julio de 1932, pero
desde los cinco años de edad (1937) hasta la fecha, ha sido Santa Clara su
lugar de residencia y que más tarde, formaría su hogar, cuya descendencia ha
sido un ramillete de ocho hijas, quienes lo han premiado con 28 nietos.
Por ser una entrevista, una batería de preguntas aguardaban su momento, pero a
cada respuesta, Julio con vivaz locución nos respondía con lujo de detalles,
demostrándonos que su mente se encuentra ágil, extendiéndose en sus relatos,
recordando los episodios por él transcurridos en el plantel: anécdotas, nombres
y apellidos, años, promociones y lugares, que conserva de los cincuenta años de
servicio que se iniciaron en 1956.
Nos contó la forma como llegó a integrar la plana de
profesores. Mientras en el CMLP se habían convocado plazas para nuevos profesores,
Julio trabajaba en el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe, y le fue notificada
aquella convocatoria para que se hiciera presente, y así lo hizo. Tras las
pruebas de conocimiento y aptitudes, logró ocupar una de las plazas como
profesor de Educación Artística, laborando solamente por horas.
Recién el año 1962, logró su inscripción en planillas como
profesor permanente, dejando de trabajar en el colegio Guadalupe. Pero no
fue fácil lograr este reconocimiento ya que se debió a su permanente actitud y
entusiasmo por las tareas que fue asumiendo a lo largo de los años. Encargado
de formar la orquesta en el año 1956, en 1960 creó la banda, también asumió
funciones de Relaciones Públicas del plantel, y moderador durante los
“Reencuentros Leonciopradinos”. Al fallecimiento del profesor Esteban
Escobedo, lo reemplazó en el coro.
Pero fue en el año de 1962, cuando asumió la dirección el
Coronel Armando Artola, de quien nos dice que “muchos lo criticaban, porque era
un militar bastante serio, pero en el fondo criollo, persona muy humana y muy
asequible”. Ocurrió que cierto día, don Julio se acercó a la oficina de su
secretario, el Sr. Gómez, para solicitar una entrevista al director para lograr
la autorización para la compra de materiales para la orquesta, tales como
cañas, cuerdas, cuero para la charola, resortes, hojas de partituras, cuadernos
de música entre otros, ya que tenía a los días una importante presentación
compitiendo en un concurso a nivel escolar, pero no le fue permitida. Así que
tomó la decisión de esperarlo a su salida; en efecto, abordó al Coronel, quien,
admirado por su ímpetu, lo invitó a subir a su automóvil y enrumbaron al
“Pildorín” lugar donde le expuso sus problemas, que fueron amenizados por unas
conchitas a la parmesana y una(s) botella(s) de vino… finalmente el
profesor obtuvo la autorización de esta compra, cuyo importe ascendía
a S/. 700.00 (respetable suma para la época). Al día siguiente,
hecha la coordinación, el Coronel ordenó al cajero Sr. Porto, que se le
extendiera un cheque por aquella suma y Julio salió a adquirir el material. La
orquesta ya completa, ensayaba con gran entusiasmo hasta las 22:00 horas.
El Coronel había ordenado con anterioridad movilizarlo hasta San Miguel, pero a
la vez, le había indicado que no le pagaría horas extras, a lo que Julio le
contestó que no esperaba ese pago. Tras varios días de ensayos, la orquesta
quedó lista para su presentación a dicho concurso, en que, finalmente, obtuvo
el primer puesto. Coincidentemente, en esta edición José Villavicencio
(XIX) nos relata parte de este hecho.
Fue muy felicitado al igual que los cadetes que componían la
orquesta. Contento el Coronel, auspició su presentación en nuestro auditorio
con especiales invitaciones, entre ellas, a un alto jefe de la Marina de
Guerra del Perú. Al concluir dicha presentación este mismo marino,
delante del Coronel, le solicitó a don Julio para que sea él quien dirigiera la
orquesta de sus cadetes, Artola, al escuchar dicha propuesta, le dijo a
Julio que él “no se movía del CMLP”, siendo profesor nombrado a 24 horas;
así que “sin querer queriendo” le valió para quedar registrado como
profesor estable.
Al preguntársele si es que tenía conocimiento de alguna “chapa”, costumbre
naturalmente recurrente entre los cadetes, nos dijo que la última que conoció
fue la de “Inmortal”: en una ocasión durante el año 1996, luego de una sesión
de trabajo, salió del plantel acompañado del director de ese entonces, el
Coronel Valle, a comer unos sándwiches de chicharrón, ya en su casa, en Santa
Clara, empezó a sentir fuertes cólicos, al no resistirlos, sus familiares lo
trasladaron de emergencia al hospital, lugar donde le detectaron que se trataba
de la vesícula que estaba por reventar, por lo cual tuvo que ser intervenido de
emergencia, Blacks, al saber que tenía que ser operado, solicitó a una de sus
hijas, que comunicara al colegio del problema razón por el cual no podría
asistir a laborar. La llamada telefónica fue atendida en la Guardia de
Prevención por un soldado, aquellos a quienes les llamábamos números, luego el
suboficial de guardia al preguntarle sobre que se trataba la llamada, el
soldado le contestó:
-Ha llamado la hija del señor Blacks y dice que ha muerto.
En ese instante, en la prevención, se encontraba la
relacionista pública del colegio, quien sin perder tiempo, al haber escuchado
tremenda noticia, se acercó, apurada, a contárselo al Coronel Director quien se
encontraba con los oficiales desayunando:
-Mi Coronel, el Sr. Blacks ha fallecido, una llamada…”. -Alarmado por tal
noticia, al momento el director empezó a dar órdenes, entre ellas a la
administración, para que mandaran a preparar una corona, y ordenó al capitán de
Año preparar un grupo de alumnos y movilidad para que acompañaran los restos.
Por supuesto, tal noticia se hizo vox populi.
Unas horas después, el Coronel, llamó a su casa,
enterándose, por supuesto, que la realidad era diferente. Suspendió
inmediatamente las órdenes dadas y envió una comisión para que lo visitara.
Días posteriores a la operación y habiendo sido dado de alta, reposaba en su
casa, pero sintiendo que se hallaba listo para trabajar, sin avisar,
preparó su vestimenta y “escapándose” a las 5:00 horas, se dirigió al colegio,
en zapatillas, pues la familia le había escondido los zapatos ante la insistencia
del profe de regresar a trabajar. En el colegio un soldado le
consiguió calzado N. 42, de aquel dado de baja de los oficiales. Ya
presentable, realizó su trabajo rutinario ante los profesores, personal y
alumnos como si nada hubiera pasado, todos, admirados, le exclamaban ¡pero si
estabas muerto! y por ahí, uno de los profesores le dijo:
-Eres “el inmortal” y así lo saludaron por mucho tiempo… hola, “inmortal”.
Nos dijo que entre los cadetes, recordaba mucho al “Mono”
Altamirano, a quien conoció desde pequeño, debido a que era muy amigo de su
padre, chalaco también, quien tenía una orquesta llamada “Los locos del Mambo”,
mientras que Blaks tenía su orquesta “Los caballeros del ritmo”. Nos dijo
que, para la inauguración de radio “La Crónica” unió su orquesta con “Las
Américas” de Carlos Picklin y luego que Juan Silva Villacorta, gerente de
aquella emisora, los escuchara, fueron contratados para una serie de
presentaciones.
Se le preguntó también sobre la “quema de libros de MVLL”.
Nos dijo que había comprado el libro, más que nada para enterarse de su
contenido, y que “no le gustó nada, que le dolió lo que decía”,
luego un oficial que lo había visto leer aquel libro, se lo solicitó y
llevó al Coronel Artola para que lo ojeara. Quien –según cuenta- ordenó al
oficial para que reuniera a los cadetes en el auditorio llegándole la noticia
de se había realizado una quema en la cancha de fulbito que da frente a las
cuadras de cuarto año, pero en lo personal “a él no le consta”.
Para concluir la entrevista, se le solicitó unas palabras de
saludo para todos sus alumnos un mensaje, sorpresivamente nos entregó un folder
conteniendo una especie de “manifiesto”, don Julio ya había preparado el saludo
solicitado, en una hoja con la imagen en rojo del Pabellón Central en la parte
superior y su manifestación a todos nosotros, la cual se está presentando
adjunta.
Faltando algunos minutos para las 14:00 horas, nos despedirnos del profe
en su propia puerta en medio de un calor en aumento, se mostró contento por la
visita, pero nuevamente quedó acompañado de su propia soledad.
RICARDO GONZALEZ COSTA
XIX -CMLP
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