Por : Rodolfo Mendoza
XVI CMLP
Hoy, me senté frente al mar, no sé cómo llegué, sentí la brisa que refrescaba mi rostro, sentí la voz de mis hermanos que llamaban a reunión, volví a verme vestido de soldado, con el sudor que mojaba mi espalda, con el calor que calentaba mi frente, y sin embargo sentía frío, un frío helado que congelaba mis sentidos…No podía ser, estaban todos, todos aquellos que sigo amando, que sigo viendo correr, jugar, llorar por la papeleta que no los dejaban salir el día sábado. Sonreí… ¿Loco, estoy loco, acaso mi Señor?
Voltee y vi el majestuoso cuartel, sin pintura, sin su colorido clásico que lo hacía brillar en los primeros meses del año y sin embargo cuanta alegría, cuantas esperanzas, cuantos sueños, cuantas realidades hoy… y cuantos amores fraternos que no soñábamos recibir, cuando añorábamos y nos esforzábamos por lograr vestir de caballeros cadetes. Volví a ver pasar al paso ligero a las vacas de la catorce, ejemplos de monitores, que aprendimos a emular, dejando también, escuela del buen desempeño de brigadieres.
El revolotear de las aves y el interminable choque de las olas del mar en el acantilado, más estrecho hoy, me hicieron volver a ver el infinito, el mismo que veíamos llenos de felicidad cuando en los buses azul con crema, salíamos de paseo los fines de semana. Qué elegantes y llenos de señorío los cadetes del Leoncio Prado.
Las fotografías que hoy publica nuestro querido hermano Geo Seminario, nos hace volver a soñar con nuestra hermosa e inolvidable vida leonciopradina, que nos une, que nos hace seguir sintiendo ese mismo amor de hermanos que nunca dejaremos de brindarnos. Volvemos a estar con el compañero de nuestra izquierda o derecha en el aula aquella donde aprendimos a buscar nuestro destino, nuestra vida del mañana. Qué profesores más notables tuvimos en nuestra más linda etapa de estudiantes. No, no será jamás dejar de ser añorada tan hermosa vivencia que tuvimos la bendición de compartir, los que llegamos a forjar la gran Decimosexta Promoción del Colegio Militar Leoncio Prado.
Viejos, estamos viejos acaso, no, jamás dejaremos de seguir siendo los mismos jóvenes que con amor fraterno hicimos historia con una de las más unidas de todas las promociones egresadas del CMLP. A pesar del tiempo, de las distancias físicas, económicas, religiosas y aún políticas, seguimos apoyándonos como en los exámenes, como en los turnos de imaginaria, como en el reemplazo de cuarteleros o como cuando nos amanecíamos por prepararnos para los exámenes bimestrales.
Una gaviota se posa en mi hombro derecho y pareciera señalarme el mar, donde una nave surca sus aguas en busca de su destino, creo entender entonces, que esa nave está lejos aún para abordarla y debo seguir compartiendo como antes, como ahora y para siempre, las vivencias de todo leonciopradino, seguiré presto al toque de diana, mi fúsil siempre engrasado, caponas, rombo y botones completos, antes de la revista de salida pasaré por Francisco Rosell y me arreglaré el cabello, pediré un sol prestado para devolverlo en la cuadra, llevaré mi libro de química por las formulas y antes que me “claven” una papeleta, me levanto y corro a la formación, veo a todos los zambitos de mi promoción y me digo: “Estamos completos, todo el batallón completo, lo dice el parte del brigadier y eso me alegra, me hace feliz”… ¡Estamos, toda la gran Decimosexta Promoción… del Colegio Militar Leoncio Prado!
¡SEGUIREMOS BRILLANDO, SIEMPRE, COMO AZUL HOGUERA!
