lunes, 23 de abril de 2018

EL TRIUNFO DE SENDERO

Por : César Hildebrandt


Desprecio lo que hizo Osmán Morote. Odio lo que mandó a hacer. Censuro sus procederes, sus metas, sus coartadas, sus manos ensangrentadas, su festejo sombrío.
Pero resulta que el señor Morote cumplió su condena de 25 años de carcelería hace cinco años. Ha estado cinco años preso por otros procesos, abiertos precisamente para impedir que saliera de la cárcel.
El señor Morote -mi enemigo personal, alguna vez fui clasificado entre los “plumíferos burgueses” dignos de ser eliminados según “El Diario”- ha cumplido entonces 30 años de reclusión, cinco de los cuales, los supernumerarios, se han contado a partir de sucesivas “prisiones preventivas”.
Cuando todos los plazos se cumplieron, cuando era imposible fallar otra cosa, una modesta sala de la judicatura ha decidido, no la libertad de Morote, sino el arresto domiciliario del siniestro personaje.
Y es en ese momento en que las máscaras se caen. Periodistas energúmenos salen a decir que cómo es posible que los terroristas salgan libres y abren los micros alentando a que el pueblo se sume al lincha­miento de los jueces que no han hecho otra cosa que cumplir con su deber.
La condena a cadena perpetua de Osmán Morote no fue revisada por el capricho indulgente de algún gobierno democrático electo tras la década podrida de Alberto Fujimori. Fue revisada por una orden directa del sistema jurídico interamericano. Y la nueva condena se produjo en un juicio impecable que nadie pudo cuestionar. No se trata, como ha dicho la ex primera dama de la dictadura, de que Paniagua o Toledo tengan culpa alguna. Hasta el gánster de su padre fingió algu­na vez obedecer los cánones internacionales con tal de no salirse del sistema. Ser un paria continental era algo que ni siquiera Fujimori se podía permitir.
Soy uno de los que se enfrentó a Sendero. En las revistas que fun­dé, en los periódicos donde colaboré, en los programas de TV que pude hacer no perdí oportunidad en sostener que Abimael Guzmán era el Pol Pot andino, que su marxismo mutante quería para el Perú una dictadura apocalíptica, que los crímenes de su organización no tenían como atenuantes ni siquiera la injusticia y la desigualdad. Guz­mán fue siempre, desde mi perspectiva, un canalla que encontró el pretexto de la revolución para cal­mar sus iras y su resentimiento. Y fue, además, un mediocre profesor que no entendió nada de Kant ni de Hegel y ni siquiera de Mao Tse Tung.
Pero peleamos con Sendero para no parecemos a sus líderes, para no ser como ellos. Peleamos para demostrarles que el salvajismo es propio de las hordas y no de la lucha por el cambio. Y la izquierda partidaria, de la que jamás formé parte, dejó muchas víctimas en el campo en su enfrentamiento con el senderismo asesino.
Yo había almorzado con Bárba­ra D’Achille unas semanas antes de que Sendero la matara a pedradas en un paraje de Huancavelica el año de 1989. Esta italiana de origen letón me habló con entusiasmo del proyecto de la Corporación de De­sarrollo de Huancavelica para conservar camélidos, algo que la Coo­peración Alemana había empezado a hacer años antes en Pampa Galeras.
Mi odio por Sendero conoció así su cima. Me prometí que jamás los perdonaría y no los he perdonado. Tengo una memoria sin treguas que sostiene ese abismo.
Pero precisamente por eso es que pensé siempre que la democracia era algo cualitativamente superior a la propuesta marxista-camboyana de Sendero. Y jamás creí que el secuestro que hacía el senderismo de la figura de José Carlos Mariátegui, un gramsciano evidente, merecía tomarse en serio.
Ahora que leo y escucho lo que dice la intolerancia, lo que gimotea la ignorancia, lo que grita el tumulto supuestamente vengador me pregunto quién ganó la guerra interna que padecimos. ¿La ganamos los que siempre creímos que la democracia auspiciaba valores que estaban por encima de las pasiones y las fierezas de la tribu? ¿O la ganaron los senderistas, que contribuyeron tan grandemente a crear esta sociedad enferma que cree que las leyes es­tán hechas para no cumplirse? ¿O es que la guerra, al final, la ganó también el fujimorismo, que es la versión uniformada del orden bajo el imperio del crimen?
No sé cuál sea la respuesta. Lo que sé es que estos días me he sen­tido más distante que nunca de la prensa imbécil, de las vociferaciones, de los opinólogos oportunis­tas, de las señoras que creen que la civilización consiste en abolir las normas y pintar bisontes en alguna caverna.ebrandt
Fuente: “HILDEBRANDT EN SUS TRECE” N° 393, 20/04/2018

jueves, 19 de abril de 2018

¡¿TE ACUERDAS PROMOCIÓN?!




Caballeros cadetes, un vídeo hizo que retorne a mis años maravillosos, lo comparto con todas las promociones porque cada una de ellas han pasado por las mismas circunstancias. Sigamos uniendo a nuestra gran familia leonciopradina.

                                                        Rodolfo Mendoza
       
                                                 Tombitocmlp16

Artículo perteneciente a la GACETA LEONCIOPRADINA

Editor: Kique Wong VIII CMLP



                          ¡¿TE ACUERDAS PROMOCIÓN?!




¿Te acuerdas promoción? Los monitores gritando, carajeando, castigando con saltos de rana y planchas. ¿Fue  todo un reto, verdad? Éramos aún mozuelos entre 13 y 15 años, esas viejas tradiciones que tuvimos que soportar y padecer, sí, padecer promoción o no te acuerdas de cuántas veces besamos el piso cuando ya no podíamos más con las planchas, cómo “requintábamos” a las vacas por lo bajo ¿Verdad promo?
El Colegio Militar Leoncio Prado, alma mater de grandes hombres, allí estuvimos durante tres años maravillosos mi querido Zambito, con cuantas ilusiones, proyectos y sueños ingresamos, para que primero nos saquen la “michi”…”Perro cuádrate, perro cántame un bolero que estoy enamorado, oye cancito, ven hijo, lústrame mis dos pares de botines y límpiame bien los escarpines”.
-       ¿Sabes promo? me cansé de esta vaina, me retiro, pediré mi baja, no soporto más, regreso a mi colegio.
-       Mi hermano, cuando vi por primera vez a un leonciopradino por mi barrio, con su uniforme de muchos botones dorados, su quepí y guantes blancos, me ilusioné y comencé a soñar con algo que era imposible, pero mi viejita convenció a mi padre y consiguieron el importe de los pagos para el internado. No sólo eso me impide pensar lo mismo que tú, esto es pasajero Zambito, una vaca me ha conversado y dice que la hermandad en que se convierte cada promoción nueva es eterna, espérate deja que pase el mes de adaptación y verás que ya no seguirás con esa idea que no te aconsejo hacerla. Hoy es viernes y pasarán una película y mañana saldremos a nuestra primera marcha de campaña, será lindo, estoy seguro que nos gustará porque será el momento de vernos como verdaderos soldados. Vamos, di que sí promoción, somos patas y me daría mucha pena dejar de verte todos los días.

    

Poco a poco fuimos creciendo como soldados, los altos dejaron de marchar encorvados y los chatos pudimos asir y manejar el fúsil Máuser, compañero fiel durante nuestros tres años de cadetes leonciopradinos. Te acuerdas promo que después diste las gracias a Dios por no haber pedido tu baja, fuiste campeón en atletismo y hoy eres uno de los hermanos más admirados y queridos de nuestra gloriosa promoción. Te acuerdas, de ese Chivo Balín, pucha que era una mole, un ángulo recto – castigo realizado con una patada en el trasero- de él, era para escuchar las clases de pié… ¡Jajajajajaja! Tenemos cada recuerdo que hoy sinceramente nos da risa ¿Verdad mi hermano? Qué emoción, cuando recibimos los uniformes de gala, para las salidas de fin de semana, esa noche no dormimos, la pasamos probándonos y cambiando las polacas y quepís entre nosotros. Una gran diferencia entre el uniforme beige con borceguíes y cristina con el uniforme azulino de 21 botones dorados en el pecho, todos caminábamos y pedíamos observaciones para no fallar en la salida y demostrar que verdaderamente ya éramos caballeros cadetes del primer colegio militar del Perú. Recuerdo mucho Zambito, que me contaste la impresión que sintió tu noviecita de entonces y lo orgullosos que estuvieron mis viejitos. Inolvidables momentos que vivimos a una hermosa edad, qué tiempos ¿Verdad? Sólo era nuestra preocupación salir invictos en los exámenes y lucir el cordón de distinguido y mejor aún el dorado de honor.

                                         


                               
Así como el águila aprende a volar, así nosotros los nuevos leonciopradinos, llegamos a aprender a ser soldados, a aprender de las viejas tradiciones, a ser como hermanos de sangre, a padecer mil y una vicisitud castrense y sobre todo a ser la más hermosa familia, que empezó cuando ingresamos, cuando desfilamos, cuando nos alejamos de nuestra alma mater y que hoy a pesar del tiempo y la distancia, seguimos tan unidos como ese gran día en que nos incorporamos para ser una de las mejores promociones del… Colegio Militar Leoncio Prado.
Cada uno de nuestra promoción tenía su propio mundo cuando llegaban a sus casas, con sus padres, sus amigos y su estatus social, en el colegio que tanto amamos, todos éramos iguales, vestíamos igual, comíamos igual, y teníamos igual las mismas oportunidades, todo dependía de nuestra preocupación y decisión para salir adelante en nuestros estudios. Ver este vídeo, me hace sentir nostalgia por todo lo bueno que nos ha dado nuestro CMLP, tuvimos instructores militares inflexibles en la disciplina castrense, así como también aquellos que además nos trataban como familia en las horas de descanso, de ellos aprendimos a ser comprensibles en la vida y de los inflexibles poseemos el ser férreos con nosotros y los que nos rodean, para sacar adelante proyectos, trabajos, etc.
   



Promoción tú que me lees, también recuerdas lo duro, lo alegre, lo hermoso, lo fraterno, lo emocionante, lo triste también cuando hemos perdido durante la etapa del colegio a hermanos que hoy están en el cielo, eso nos hizo ser mucho más duros para enfrentar las vicisitudes de la vida que nos aguardaba ya fuera de nuestra alma mater. Muchos de nosotros, nos casamos con nuestra noviecita de entonces y otros después de salir del colegio y universidad, muchos alcanzaron el éxito, con trabajo y perseverancia en el Perú así como en el extranjero, sin embargo mi querido promoción, jamás dejamos de vernos, de leernos, de apoyarnos, de compartir reencuentros y sobre todo desfilar como antes, como siempre, hoy, como excadetes.

                                 

        
Cada lugar dentro del CMLP: las cuadras, los camarotes, los fusiles Máuser, el malacate, las aulas, el comedor, el auditorio, la enfermería, por más que estén guardados en los almacenes y en algún lugar del tiempo, así como también las arenas y terreno pedregoso, fuera del plantel, conservan aún nuestros olores, nuestras huellas, nuestros sudores y sobre todo la pista central tiene todavía marcadas las huellas de nuestro gallardo paso de desfile, donde dejamos nuestras alegrías, sufrimientos, aspiraciones, emoción, felicidad y el más grande orgullo de ser todavía …los Caballeros cadetes… del Colegio Militar Leoncio Prado.



                 ¡SEGUIREMOS BRILLANDO, SIEMPRE, COMO AZUL HOGUERA!

Rodolfo Mendoza
Tombitocmlp16




lunes, 9 de abril de 2018

“TIRADA DE CONTRA CMLP”UNA TREMENDA EXPERIENCIA.GRABADA PARA SIEMPRE EN MI MEMORIA.



Por :
Miguel Rodríguez Danery


Año de 1967, Quinto de media, 17 anitos, éramos vacas, técnicos del Glorioso CMLP. Desde hace tiempo un compañero de sección, la 1ra., me decía y animaba para “saltar”, tirar contra; pero yo tenía cierto temor, como todos. Yo había visto desde que estábamos en 4to. Año, varios compañeros avezados lo hacían y me picaba la adrenalina para hacerlo. Algunos lo hacían seguido, salían para fiestas cuando se quedaban castigados y a media semana salían a ver a sus enamoraditas o por otras razones. Yo tenía el gusanito allí, al diablito con su tridente en mi oído izquierdo diciéndome: ¿anda experimenta, no te quedes, es excitante, peligroso, tus compañeros lo hacen, tienes miedo?, no eres hombre? Y por otra parte tenía a mi compañero Wallace (te eche Wallace, pero en una anécdota contigo y te lo agradezco), que me animaba seguido para irnos de contra….Hasta que un día tome la decisión y coordinamos con Wallace en secreto el día elegido; servicio de mi “papa” chiguiso ,por si acaso pasaba algo le pediría que me castigue pero que no me bote del colegio, existían posibilidades de que me escuchara ya que había cierta afinidad con el Tnte. García. Todo estaba coordinado, arrancamos el día normal: Diana, rancho (desayuno),aulas (no escuche concentrado las clases estaba pensando en la contra, mi 1ra. Vez, era virgen en eso por si acaso, en lo otro ya era ducho jajaja). Siguió el rancho de almuerzo (bien almorzado por que no la iba a ver hasta el otro día…); vinieron las clases de la tarde, también nervioson. Llegamos a las cuadras, al Duilio Poggi, una aseadita y ya estaba listo con el gran Wallace. En ese momento avise a algunos de mis compañeros que saltaría para que me cubran en la pasada de lista y la formación antes de ir a dormir, coordine con los imaginarias también. Pummmm fuimos a los malacates, trepamos al techo, nos escondimos detrás del tanque de agua; veíamos como desfilaban Uds. al rancho de la noche, callados sin hablar nada solo hablando bajito y lo necesario. Yo seguía todo lo que me decía Wallace, era mi maestro en ese momento (ducho en el tema,jajajaja). Esperamos que entrara al comedor la última sección de la promoción y escuche a Wallace decir “yaaaa salta después de mi” y lo vi desaparecer, era mi última oportunidad para arrepentirme, pero ya estaba decidido. Espere un minuto aprox. Y pummm descolgada; pero saben que… ta mare era más alto que la p mare, me solté y nunca caía al suelo, fue interminable la caída, hasta que cataplum, se me removieron todos los órganos. Escuche corre para acá rápido won…,agilito con 17 años corrí a la chacra de al frente donde me esperaba mi gran amigo Wallace. Yo comencé a reír de nervios y soltar toda la adrenalina que se había generado en mí. Wauuuu tremenda experiencia. Después nos fuimos a mi barrio a ver a mis patas que se reunían todas las noches en la Av. Brasil. Calculamos la hora para el regreso y tomamos nuestro colectivo en la Av. La Paz y al Colegio de nuevo,10 de la noche. Pero acá viene lo bueno, la entrada era por la Siberia por el portón pegado a la esquina, lejos de la puerta Principal, nos escondimos en el muro de la costanera que da al mar (donde se desbarranco Plesticosih una vez) para ver si no había soldados rondando. Entonces Wallace ducho me dice, anda tu primero yaaa ta que corrí al portón y como era chato no llegaba para trepar, yo desesperado con adrenalina al 100% saltaba y saltaba y nada, así que tuvo que venir Wallace me levanto, agarre palanca, saque la cabeza, no había moros en la costa y pa dentro. Atrás mío se escuchó el salto de mi compañero. Nos fuimos escondiendo hasta llegar a nuestra cuadra y si nos habían cubierto en la lista, me acuerdo mucho que me cubrió Urmeneta y me lo hizo saber. Esa fue mi experiencia en tirada de contra, lo hice y me siento orgulloso de haberlo hecho por que se que muchos de la XXII nunca lo hicieron, era peligroso, te podían botar. Saludos XXII, espero que esta anécdota de nuestros inolvidables años en el CMLP les haya gustado.




domingo, 1 de abril de 2018

RECORDANDO A FERNANDO FERNANDEZ MORI

RECORDANDO A FERNANDO FERNANDEZ MORI



Por : Miguel  E. Rodriguez Danery


Esta historia es real y me permito relatarla, por que vino a mi recuerdo y creo que será por alguna razón ya que se presentó en mi memoria mi gran amigo y promo Fernando
(Platillo, su chapa en su ciudad natal, Pucallpa).
Todo empezó en el Colegio Militar Leoncio Prado, en el año de 1965, allí nos conocimos, no fuimos de la misma sección, ni compartimos mucha conversación (éramos cerca de 450 cadetes de la XXII Promoción), durante los 3 años de internado militar que tuvimos, pero nos cruzamos unos holas, unos heeeeyyyy  y unas sonrisas durante ese tiempo, pero siempre unidos por ese fuerte sentimiento de pertenecer a la misma y muy querida promoción.
Cuando egresamos en 1967, yo tenía 17 años y mi padre, que era ing., lo contrataron para formar parte de un equipo que ensamblaría una fábrica de papel en la ciudad de Pucallpa.
Una noche cenando en casa me informo, que nos teníamos que ir a vivir a Pucallpa, toda la familia; me cayó como agua helada. Yo era un adolescente que tenía mi barrio, un tremendo barrio, con tonos, playazos todos los días, etc..  y mi enamoradita de años y estábamos templados, me opuse a ir, mire a mi madre como pidiéndole ayuda (era mi confidente y me solucionaba todo) y ella evadió mi mirada (ya lo habían conversado con mi padre); no querían que me quede solo. Les dije, agarrándome de todo, yo no dejo mi moto, mi viejo me dijo, la llevamos…No había salida, dependía de mis padres.Bueno, llegue a Pucallpa, una ciudad bonita, con un clima de selva, pero muy diferente a Lima, no conocía a nadie. No tenia nada que hacer, así que salía a pasear y conocer por el centro de la ciudad. A los 2 días de llegado, escuche un “chiguisoooo” (esa era mi chapa en el CMLP) , muy sorprendido voltee y gran sorpresa la mía ver a Fernando Fernández Mori, heeeyyyyy, nos abrazamos y desde ese mismo instante nos convertimos en unos grandes pero grandes amigos, teníamos una base sólida, nuestra misma promoción CMLP. Fernando era de la clase pituca (si es el término) de Pucallpa; su viejo era dueño de un gran aserradero y movía cantidad de madera a través de los ríos afluentes al gran rio Ucayali. Platillo era conocido y tenia un buen grupo de amigos y amigassss, oh oh, eso era interesante; cadete del Colegio Militar Leoncio Prado, llegaba con su uniforme y las hembritas se alborotaban al verlo. Bueno, me presento a su grupo y nos veíamos todos los días, parábamos juntos de arriba para abajo. Me invitaba a su casa a comer, conocí a sus padres y hermanos; una familia fabulosa. Íbamos a tonos quinceañeros, platillo me hacía bailar con las dueñas del santo. Por supuesto que me presentaba como CMLP. Nos metíamos también unos buenos tragos, como adolecentes, muuuuuchas cervezas. Platillo me presento a una linda chiquita gringuita, Carmen Nilson Lima quien fue mi enamoradita; que será de su vida, su papa era brasilero. Con Fernando nos comenzamos a preparar tomando unas clases particulares para presentarnos a la Universidad, mucho recuerdo eso, teníamos preocupación por nuestro futuro. Al final El ingreso a la de Lima. Con este relato deseo hacerle un homenaje póstumo a mi querido y gran amigo FERNANDO FERNANDEZ MORI, quien por designios de la vida , falleció en el accidente del vuelo 508 de Lansa,el 24 de diciembre de 1971, justamente viajaba para pasar navidad con su familia.
Descansa en paz amigo y promo de la XXII Promoción, sexta sección; siempre te recodare y estaré agradecido por haberte conocido. Abrazo al cielo Platillo.
Chigui

Algunas fotos de Miguel con su XXII







UN PASEITO A LORA BEACH

Asi lo denominó nuestro querido Manuel cuando comenzó a coordinar la reunión anual en la casa de playa de nuestro hermano Miguel (a) La Lora...