jueves, 26 de marzo de 2020

Conversando con Pepe Allende Gardella - XVII


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Conocí a Pepe Allende Gardella allá por 1962 cuando el integraba la fabulosa orquesta del colegio
tocando la trompeta. A su lado destacaba nítidamente Pancho Saenz (XVIII) que a la larga se convirtió
en un músico profesional y exitoso. 
De allí no lo volví a ver hasta una reunión en el Lomito con sus hermanos de la XVII. Me compartió su
crónica y pude saborear su rica prosa y seguí haciéndolo cada vez que escribía sobre sus reuniones con
ellos y narraba cuanto acontecimiento había. Todo ello esta condensado en el Libro “ 
Crónicas de Jose Luis Allende “ que dedicara a su Gloriosa XVII 
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Rescaté unos diálogos que hicimos y que me dedicara unas líneas. Para mí fue todo un honor saliendo
de su pluma. Coincidimos varias veces y me impresionó su visión cósmica de la vida y su filosofía
personal. Vivió muchos años en USA y regresó para no irse más. Sus últimos años los pasó delicado
de salud , pero siempre con chispa y buen humor. Le conseguí como 7 cds de Frank Sinatra del que
era fanático y al entregárselo me abrazo tanto que aún siento esa emoción.
Regalos que me da la vida:
El dialogo se inicia con mi correo
Jose Villavicencio  escribió:
Tocayo las letras que escribes y que también lo hace tu hijo es un manuscrito para la reflexión y no
para una respuesta rápida. Seguramente me llevara tiempo interiorizar contenido tan valioso.
Sin embargo, es cierto esa frase salió de un compañero de mi promo que esta fuera muchos años
y antes los mensajes que le dirigía siempre ponía "recio el corazón". Normalmente se usa el " alto
el pensamiento" como una forma de saludo entre leonciopradinos.  Sin embargo, esa frase impactó
por su significado. El nos decía que a la distancia y cada vez que se dirigía a nosotros, invocaba esa
frase como una arenga para seguir preservando lo que tenemos en nuestros corazones: el ser
leonciopradino, virtud que solo la sabemos quiénes pisamos esa gloriosa alma mater. Es darnos
fuerza y que con esa fuerza continúe nuestra hermandad. Sabes caló muy hondo porque en algún
momento lo trasmití a promociones más jóvenes y les gustó porque trasmite energía, vida, fuerza etc.
 Te felicito hermano por tener esa fluidez en la comunicación con tu hijo. Vaya que has sabido
impregnarlo de tu energía y de tu espíritu. El por su formación nos llena de espíritu, aunque nosotros
tenemos el recorrido de la vida, el logra infundirnos su sana percepción.
Que bien tocayo por todo esto, sin querer estamos entrando a temas profundos y que están permitiendo
abarcar el circulo con las personas que queremos.
Como te dije anteriormente, Papo seguro les hará llegar un CD. con algunas fotos que les tome en estos
últimos tramos del camino. Será motivo para reunirnos un 17 y comentar, comentar y comentar.
Un fuerte abrazo y
Recio el corazón ( ahora lo digo para que tu corazón perdure con el amor y bondad que trasmites)
 Pepelucho
Pepe me responde :
Por ahora pepito solo puedo decirte ¡Gracias! porque has respondido ante tan profunda conversación.
Yo empecé a sospechar que eras un gran tipo, excelente amigo, buen compañero, hermano de tus hermanos,
entusiasta social, y travieso hermanito leonciopradino. Pero además, pude ver que alcanzas lo que
persigues, encuentras lo que buscas, y conoces una de tus misiones: la de integrador de tu promoción.
Bueno pues, sigue haciéndolo, con mas entusiasmo que nunca, amando la vida con todos los placeres
lícitos que Dios nos ha dado. No juzgues a tus hermanos, solo ámalos, cuídalos, oriéntalos, escúchalos
y hazlos escribir. Promueve las actividades que a ellos más le gusta. Sigan juntos, amándose, riendo y
compartiendo dolores y alegrías. Busquen a los solitarios, a los escondidos, a los que no pudieron llegar
hasta aquí como nosotros. Sáquelos de su soledad, ayúdenlos con generosidad, háblenles, invítenlos a
las reuniomes del Lomito y compartan su cuenta. Saquelos de la casa y vuélvalos a llevar.
Dígales que los aman, que los quieren como están, exitosos y no, ricos o pobres, acompañados o solitariosHáganles ver que existe en la promoción un Amor de Hermanos Leonciopradinos, que salgan de la oscuridad y que ingresen al mundo de la Luz con ustedes. Sin condiciones.
Conforme vayan dandose Amor, ese Amor que es la fuerza de Dios, los irá cambiando y mejorarán en
todos los aspectos: personales, familiares, laborales, sociales y patrióticos.
Jesús los buscará a ustedes y los empezará a unir a través de su Espíritu Santo. El llegará a ustedes, no
se preocupen en buscarlo. Él estará allí con ustedes , es más, ya está allí, solo falta que acentúen su
amor entre ustedes y con la patria, y empezarán a sentir su presencia y como los va conduciendo.
Es hermoso. Las experiencias que van a tener los hará mas grandes, mas cerca a las esferas superiores.
Con todo mi aprecio
Tu hermano
José Luis Allende
PD. permíteme compartir esta carta con mis hermanos y con mi hijo
Le respondo:
Gracias hermano de siempre. Sabes conversando con Papo le pregunté si tú eras el que tocaba
trompeta en la maravillosa orquesta del CMLP y me confirmó ello. Más aun hermano porque de
perrito estaba en la banda y allí me escapaba apara ver sus ensayos. Que hermosos tiempos aquellos
y los de ahora en la que con la madurez de vida y las experiencias adquiridas podemos recordar lo
vivido con esperanza y optimismo.
Hoy que es mi cumpleaños tus palabras han sido el mejor regalo ( no me llegó el adjunto que me
enviaste)
 Sigue pasándola bien. Se que se van a reunir con los ezpañolezzzzz.Un fuerte abrazo a ellos
 Pepelucho
(voy a tratar de buscar una foto tuya con la trompeta. seguro la tendrás pero de todas maneras voy
a buscar). La encontré.
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Respuesta de Pepe
From: Jose Luis Allende Gardella <joselallende@yahoo.com>
To: Jose Villavicencio >, cmlp17@gruposyahoo.com
Date: Thu, 20 Apr 2006 19:33:26 -0500 (CDT)
Subject:  Un fuerte abrazo: Respondiendo A Pepe Villavicencio
Para empezar... ¡FELIZ CUMPLEAÑOS PEPITO!  nuevo amigo y hermano antiguo, señor de gran
corazón, y parte inseparable de mi vida como cadete del Colegio Militar Leoncio Prado.  Me encanta
que seas amigo de mi Papo, uno de los mas extraordinarios hermanos "redescubiertos" por mí, generoso
y verdadero hermano y amigo, de esos que la vida te los quita por un tiempo, pero que en su Misericordia
Divina,  te los devuelve para que puedas apreciar su valía, y vuelvas a creer en una vida donada por Dios, que exige que la terminemos satisfechos de haber cumplido con Él, plenos de felicidad, y agradecidos de haber vivido amando a los hermanos, familiares y amigos.
 Eduardo "Papo" Scavino es uno de ejemplos más lúcidos y evidentes del Amor de los Hermanos, -d
el cual te estuve hablando- en este nuevo amanecer que tengo con mis hermanos de la Gloriosa XVII
Promoción del Colegio Militar.
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 Tus recuerdos son gratos; no si tocabas el tambor o las cornetas. Pero me alegro que lo hayas disfrutado
y te hayas dado unas "escapaditas" para ver a los profesores Black y Espinoza en su empeño en
convertirnos en músicos.
 Por otro lado Pepito, creo que tienes una Misión con tus compañeros y hermanos de la XIX Promoción,
que está relacionada, no solo de que se sigan queriendo unos a otros, sino que va más allá, dirigido hacia
los umbrales cósmicos, donde descansan las almas de los héroes patrios, hoy olvidados, que fertilizaron
la tierra con su sangre, defendiendo nuestro suelo, palmo a palmo, pensando, no en ellos, sino en la
futuras generaciones como nosotros, sin pensar que su sacrificio sería infructuoso, pues ya nadie se
acuerda de ellos y solo prima el desamor.
 Esta vez no voy a olvidar adjuntarte la Crónica III del Lomito, pero también, esperando no te moleste,
voy a permitirme adjuntar un poema que escribí el año pasado cuando un periódico de California me
pidió que escribiera algo sobre el Perú. Equivocadamente, no fui objetivo, sino que escribí lo que sentía
y eso leerás. Léelo siempre, y trata de cambiar las cosas que puedas cambiar. Apóyate en tus hermanos
de la promoción leonciopradina y pídele al Señor Jesús que llene tu alma de su Espíritu Santo para que
te ilumine
 Un abrazo hermano Pepito, pásala bonito, apaga todas las velitas, y cuando hagas tu ¡Salud! acuérdate
de tu hermano Pepe Allende.
 Que el Señor, Dios nuestro, derrame sobre tu casa, sus amorosas y paternales bendiciones, para que su
Paz quede en tu corazón, en el corazón de todos tus familiares y amigos que hoy estarán contigo, y que
Ella embellezca tu hogar, dándoles a todos salud, bienestar y prosperidad.
 Un abrazo de toda La Gloriosa
José Luis Allende
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Pepe Allende ( camisa blanca)
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EN HUANUCO

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Dos crónicas que me envio con mucho afecto y que figuran en su libro



CRÓNICA DEL LOMITO III

   Todo presagiaba que tendríamos una noche notable en el Lomito. Era la reunión número tres a la que asistiría y
la primera de este nuevo año donde la gran mayoría de hermanos de la Gloriosa iría a cumplir sesenta años por
haber nacido en 1946. De acuerdo al calendario chino este nuevo año de 2006 al igual que el de 1946 eran años
mágicos. Lo llamaban "Año del Perro" anunciando que sería un tiempo de amistad, de paz y prosperidad, donde
habrían de exaltarse los valores éticos y morales.
    Este año tendría que ser el año de la Gloriosa cumpliéndose nuestra misión cósmica. Habría que trabajar de
acuerdo con ello fortaleciendo nuestros lazos de amistad y camaradería. Era nuestra oportunidad esperada. Un
peruano nos había dicho que no hay camino, que se hace camino al andar. Entonces, construyamos nuestro
camino. Trabajemos juntos para encontrar nuestro destino de grupo. Hay una misión cósmica e irrepetible para la
Gloriosa. Lo vimos y sentimos en Huanuco. Se ve en el Lomito. Cumplamos con ella. No dormitemos. Pepe Luna
y Johnny Miller son los ingenieros elegidos por los expedicionarios. Y deben haber otros más... ¡A trabajar! Es
nuestro deber descubrir cuál es nuestra misión... ¡Manos a la obra! ¡No tenemos tiempo que perder! ¡Qué hermoso
año podría ser éste para todos nosotros! Quizá se realicen nuestros sueños o se realicen los sueños de otros gracias
a nuestra labor conjunta.
    Estos pensamientos que ahora trasmito con profundo cariño y emoción eran los que me acompañaron todo el
viaje de ruta en mi “custer” desde La Punta hasta el Lomito en San Borja. Fueron dos horas y media de rumiar
pensamientos de magia y destino, de amistad y de reencuentros, de salidas mágicas de todo lo que fuere decepción
y frustraciones, y de entradas conducidas desde lo Alto hacia lo desconocido, hacia lo bueno y lo positivo,
pensando en lo maravilloso y satisfactorio que debe ser cumplir una misión cósmica. Siento que debo decir más
para convencerlos pero dejo a Dios el hacerlo con el poder de su Santo Espíritu.
    Llegué a las ocho y media de la noche cumpliendo la invitación de nuestro presidente en su último mensaje.
Me sentía bien, a pesar de lo extenso en el tiempo que fue este viaje de ruta urbana. No estaba cansado y ello
me sorprendía. Estaba contento y sonriente cuando entré al Lomito. Saludé a un disciplinado guardia vestido de
chocolate y subí por una rampa alternativa de los escalones de ingreso. Llegué hasta la caja y desde allí observé
todo el recinto. Lo veía diferente, más claro, más real, más límpido, más hogareño, más amigable. Era indudable
que no era el local el que había cambiado; era yo el cambiado; mi mente y mi corazón habían recibido una fuerte
dosis de magia cósmica que hacía crecer en mí el Amor a los Hermanos. 
    Con tranquilidad y sosiego miré todo el ambiente. Se respiraba un ambiente sano y alegre. Los privados estaban
repletos y en las esquinas destacaban dos grandes televisores que proyectaban un partido de fútbol. En la parte
central estaban las mesas para comelones, libadores y amigos. ¡Eso era! ¡Para amigos!. Y allí estaban los míos.
En un extremo de la sala, junto a la gran imagen pétrea del mágico animal que miraba a los entrantes, se
encontraban cuatro miembros de mi gloriosa promoción leonciopradina. Levantando el brazo en señal de ¡Aquí
estoy! me acerqué a ellos con inmensa alegría y emoción. Uno a uno fueron estrechados mis hermanos en fraternal
abrazo sin percibir mis pensamientos que invitaban a la acción a la Gloriosa. Así saludé a Papo Escavino,
Pepe Bicerra, Pocho Rozas y Cesar Montoya. Cuatro hermanos siempre dispuestos para el apoyo, el diálogo y
el compromiso para su promoción. Allí estaba el  preocupado Papo infaltable en la corrección de situaciones
impropias buscando siempre la unión, y el hermano Pocho dirigente de la asociación de excadetes leonciopradinos y bien i
ntencionado escritor de nuestros diarios correos electrónicos. Una sonrisa me provocó el saludo a los hermanos:
dos de ellos, Papo y pepe, vestían pantalones cortos de verano, luciendo presentables piernas varoniles y peludas.
Al ver a César, mi apetito sensible desde el interior pidió ¡Wisky! Pero no lo vi. Sentí un remordimiento de pensar
en el wisky que nos brindó la reunión anterior, porque no era su culpa que no hubiera, era mía la ansiedad. Como
si lo supiera, Papo me ofreció un vaso de cerveza helada -que me regresó a la mesa- el que recibí gratamente y
levanté con la mano al frente, para decir con ceremoniosa y sentida emoción: ¡Salud hermanos! bebiendo su
gratificante contenido con aprecio y prontitud.
   Me introduje en la conversación que estaban sosteniendo los cuatro y atendí un requerimiento de Papo sobre
el tema de la repotenciación de computadoras. Lo hice con cierta vergüenza por lo que dejé que Pocho marcara
el compás. Yo sabía el origen y destino del objeto de la conversación, y  siendo yo uno de los beneficiados, estaba
en la obligación de guardar discreto silencio. Por ello empecé a charlar con César sobre un proyecto de fabricación
atriles de mesa para estudiantes y amantes de la Biblia cristiana con maderas peruanas y para exportación.
Quedamos en hablarnos y volteamos la página. Empezaron a llegar otros hermanos: Lucho Cuadra, Manuel de la
Flor, Miguel Arcentales y Ralph Gutiérrez.  Otros cuatro hermanos que consideraban su asistencia al Lomito como
una cita impostergable y necesaria. El escritor, el médico, el agrónomo y el líder habían llegado a la fiesta.
Llegaron con ellos más cerveza y mas botellas de tamaño familiar de coca cola. La fiesta empezó a crecer.
Mientras el grupo de mi izquierda resolvía su agenda con los aportes de Lucho, el grupo que se estructuraba a mi
derecha empezó a conversar sobre la salud a los sesenta, los viajes al interior del país, los tragos de Bloody Mary,
los cócteles de camarones, y los lugares exquisitos de la Magdalena Vieja, recordando al “Pildorín”  con su cóctel
de conchas de abanico con vodka y ketchup, y al restaurante “El Molino”, de Chabuca y Juanito Trabuco, con su
excelente comida, su atención hogareña,  su italianísima Cancha de Bochas, y el inmenso patio con incontables
juegos de Sapo que todos, alguna vez, habíamos jugado bebiendo cerveza con los amigos del barrio o de la
oficina.
   Estando en lo conversado y bebiendo las infaltables chelitas heladas se acercó a la mesa un hermano que sería
redescubierto por mí. De mediana estatura, mas bien delgado, de pelo negro abundante y brilloso, luciendo un
bigote cano y bien recortado, aparecía este hermano llamado a integrarse al Amor de los Hermanos de la Gloriosa.
Traté de ubicarlo en mi sentida memoria pero no lo encontré. No importaba. Gracias a Papo supe quién era: se
trataba de José Olivera Oré.  Lo abracé con afecto cuando llegó a mi lugar. Allí estaba alegre y satisfecho de
estar con sus hermanos y cumplir con su cósmica cita los diecisiete de cada mes. Así tenía que ser, aunque sea
de uno en uno, pero todos tenían que aparecer.
    Mientras la fiesta se encendía con la conversación amena se acercó a nuestra mesa un joven señor que nos
aludó a todos con aprecio y algo de respeto “a sus mayores”; traté de ubicarlo en mi memoria pero no lo reconocí
como miembro de la promoción porque no era de ella. Nuevamente fue Papo quién me ayudó. Se trataba de
Kike Pérez, un fraterno compañero leonciopradino de la Diecinueve Promoción que acudía todos los martes
al Lomito a reunirse con sus hermanos promocionales. Pronto llegó otro señor de nombre Arturo Zapata que
también nos saludó y se sentó junto a su compañero a charlar con nosotros. Unos minutos después, al llegar
mas compañeros de su XIX Promoción, se levantaron para armar su propia mesa. Muy rápidamente se hicieron
muchos y conté como quince cuando dejé de observarlos. El cariño y la amistad mostrada por estos dos señores
hacia nosotros me llamó la atención. Me había parecido un hermoso gesto el acercarse a nuestra mesa a saludar y
no solo eso, sino también sentarse a conversar amenamente. Comentándolo con Papo que estaba a mi izquierda,
me dijo que estos señores eran siempre muy amables con la Gloriosa, y que daban ejemplo de fraternidad y c
amaradería reuniéndose todos los martes. ¡Qué hermoso! –pensé- mientras Papo concluía diciéndome (que ellos)
eran un ejemplo para nosotros que nos reuníamos una vez al mes.  Observando su mesa, pensé con ternura que
esos señores que allí charlaban alegres y contentos, habían sido nuestros protegidos “perritos” de la época escolar.
Indudablemente algo bueno habíamos hecho con ellos porque era evidente el respeto y el aprecio que mostraban
por nosotros. Más adelante, cuando nos retiramos del Lomito, pasamos por su mesa y les devolvimos el saludo
que ellos iniciaron. Fue un grato momento de despedida, muy edificante y digno de ser evaluado. Había y se s
entía una mágica fraternidad nacida en la convivencia colegial que me hacía sentir mejor y mas digno. Desde
estas intimas crónicas de la Gloriosa un ¡Bravo Muchachos de la XIX Promoción del Colegio Militar! Y un
¡Gracias! por su respeto y aprecio. Que venga don Mario y mire... seguramente rescribiría su historia.
   De pronto se apareció un hermano a ser redescubierto. Se trataba de Enrique Fridman el médico ginecólogo.
Rubísimo y de rostro juvenil vestido con guayabera blanca, se acercó a la mesa sonriente y contento. Saludó y
abrazó a cada uno de los miembros de la Gloriosa allí presentes. Al llegar a mi lado, Papo le dijo:
<Es Pepe Allende>. Ambos nos sonreímos y nos abrazamos como viejos amigos. <¡Claro!> le contestó
Enrique. <Lo sé, estuvimos juntos en la Universidad> Y vino otro abrazo de enorme alegría mientras en mi
mente aparecían los recuerdos en ese centro de estudios tan amado por mí, la revolucionaria Facultad de Medicina
de la Universidad Federico Villarreal. Yo había sido el primer dirigente estudiantil elegido democráticamente
cuando nació la facultad. Amaba esa época pero algo dentro de mí la ocultaba por el dolor que me producían
los recuerdos.
   Sentado ya,  y recreándome en los recuerdos que me provocó la presencia gratísima de Enrique, una voz me
habló por detrás y directamente al oído. <Oye, huevas> -me dijo la voz- <Mira bien, ¿Ves? ¡Es una tortuga!
¡No es un sapo! ¡Es una tortuga!. ¿Te das cuenta cómo chupas? ¡Todo lo ves al revés!>. Era la voz inconfundible
de Brahim Gattas que acababa de llegar y eso fue lo primero que hizo: llamarme la atención. ¡Qué lindo hermano
era el Brahim siempre dispuesto a la chacota y a la joda fraterna! . Miré bien, y efectivamente era una tortuga
gigantesca. <¡Qué raro!> -pensé- hubiera jurado que era un sapazo y así lo había escrito en mi crónica anterior.
Fiel a mi profesión de Analista de Sistemas resolví el entuerto analizando las posibilidades: o estaba bebiendo
demasiado como me decía el Brahim, o el dueño había sacado el sapo y puesto una tortuga, o el sapo se había
convertido en tortuga por mágica y brujeril decisión. La solución estaba a la vista. Me quedé con la última y
no me preocupé más. Solo me dije ¡Carajo! ¡Qué se cuiden los sapos que los están convirtiendo en tortugas!.
   Brahim se ubicó en la cabecera de la derecha y con él llegó el primer “Lomito al Jugo”. Abrió los apetitos y
llegaron otros y otros lomitos, mas chelitas y mas cocacolas familiares, heladitas también. Llegaron casi al
mismo tiempo nuestro Coco Salomón, Gerardo Reátegui y Fico Balbuena. Todos contentos y de buen semblante.
Coco se ubicó junto a Brahim y Fico y Gerardo se fueron hacia la extrema izquierda donde –cosa curiosa- se
analizaban y decidían los asuntos financieros de la promoción. Qué izquierda la nuestra -pensé- cuando vi que
a ella también se sumaron dos de nuestros queridos empresarios que estaban llegando: Coco Súnico –nuestro
presidente- y Álvaro Campos el fraternal amigo y mejor hermano. Estaba agradecido a ambos por sus regalos en
el Regatas y sus palabras de aprecio. Coco, fiel a su costumbre, fue a ubicarse a la cabecera de la izquierda
participando con alegría en las decisiones promocionales. Álvaro se sentó frente a mí en diagonal, mostrando una
sonrisa de satisfacción que nos decía que algo se traía entre manos. Así fue. Inició su conversación conmigo
diciéndome: <¡Tu sobrina nieta está lindísima. Está conmigo en la casa y está preciosa!!>.
<¡Qué bien hermano!> -le contesté- ¡Qué gusto me da que estés con ella! Era evidente que al Álvaro le faltaba
babero por estar disfrutando de su nieta trabajando como abuelito nana. Y así también se sentía Ralph, quién
momentos antes me había estado hablando de que eran sus nietos los que le daban vida, cuando le pregunté qué
se sentía al cumplir los sesenta. Su respuesta fue muy tierna. También le faltaba babero a este otro abuelito
nana.
   Al regresar de unas urgencias líquidas me interceptó Gerardo. Me entregó un sobre explicándome en simultáneo
lo que contenía. Con modestia inusitada por tratarse de un hermano arquitecto hábil e inteligente, me dijo que
había preparado dos bocetos de carátula para el libro sobre Huánuco con la foto de Magali,  diciéndome que
también me daba el CD con la foto para que un experto preparara otros bocetos. Aún si recuperarme de la sorpresa,
le agradecí con un abrazo y se retiró dejándome con el sobre en la mano sin abrirlo. Me senté y lo abrí.
Los bocetos eran bellísimos. La foto de Magali era de película. ¡Qué lindo regalo arquitecto! ¡Cuánto cariño y
afecto llevaba consigo este extraordinario amigo para sus hermanos de la Gloriosa!
   De pronto llegó a la mesa donde estábamos de fiesta, un señor vestido de camisa verde loro eléctrico –no sé
si el verde o el loro- con ejecutivos lentes, cero arrugas y cero panza. Otra vez Papo intervino: <es Carlos
Santibáñez> -me dijo-. Lo saludé con afecto sin que mi memoria me diera alguna pista. Un par de horas mas
tarde, cuando estaba sentado en el lugar que había ocupado Coco Súnico y pude observarlo con detenimiento,
lo vi tras los años. Allí estaba mi compañero de estudios escolares. Lo había reconocido plenamente y me sentía
feliz por ello.  Luego se lo comenté y nos reímos con aprecio.
   La fiesta aumentaba. Cada hermano que llegaba avivaba la llama de la amistad y la alegría. La voz de
Coco Súnico se escuchaba a través de todas las voces de los hermanos. Les recordaba a todos que él era el
terrorista magalístico poseedor de los ¡Ampay! registrados en Huanuco.  Asimismo se escuchaba la voz de
Coco Salomón que deleitaba a los hermanos con sus chistes rosados. La fiesta estaba hermosa y visitada.
Habían aparecido primero los amigos de la XIX Promoción y ahora se presentaba otro amigo de la XVIII
promoción acompañado de un camarógrafo. Era el cuñado de Manuel Bustamante que quería registrar nuestra
fiesta y obtener saludos para Petan. Quería darle una sorpresa a nuestro hermano en su cumpleaños número
sesenta que iría a cumplirse el 27 de este mes de enero. Cada uno de nosotros tuvo la oportunidad de enviarle
un saludo ante cámaras. Fue muy emotivo el momento y muy fino el gesto de este amigo y camarada
leonciopradino cuyo nombre sé pronunciar pero no escribir. ¡Que suerte de Manuel tener quién lo aprecie así!. 
Llegó el Viti Valenzuela acompañado de un caballero de la tercera promoción. Nos estaban invitando a una
reunión de fraternidad leonciopradina a realizarse en el comedor del Colegio Militar. Se entregaron tarjetas y
varios hermanos creo que las compraron. Y así transcurrió la reunión. Luego se incorporó a nuestra mesa el líder
de la Asociación Leonciopradina de ExCadetes y expresidente, nuestro cariñoso y siempre amable
Fernando Fernández. Se atravesó un hermoso Lomo al Jugo con impresionante apetito. Así, con chelitas,
lomitos, cocacolas y amena conversación, uno a uno de los hermanos se fueron retirando conforme se acercaba
la medianoche la hora de las brujas. Pronto quedamos seis y nos levantamos para irnos,  pasando
-como les contaba- por la mesa de la XIX promoción. Ya en la puerta, nos dimos un abrazo y Pocho Rozas
me dio un aventón a la Javier Prado vigilando mi embarque para casa. Llegué cansado pero contento.
¡Había estado en la fiesta mensual de la Gloriosa! y tendría que contarlo.
Así lo he hecho. Gracias Ralph, misión cumplida.
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DIA DEL REENCUENTRO 2006
PARTE I

Antecedentes
 Se acercaba el 26 de agosto fecha fijada para la realización del magno evento que reuniría a los leonciopradinos
de todas las promociones de egresados del Colegio Militar Leoncio Prado, al que nunca había asistido desde mi
egreso en 1962. Lo llamaban “El Día del Reencuentro”, y podía percibir en nuestro grupo promocional -unido
a través de la red del Internet-, un legítimo entusiasmo por participar en él. Yo sabía de su existencia como
cualquier egresado, pero mis oídos y mi mente aún no escuchaban el llamado leonciopradino para el “Día del
Reencuentro”.
Recuerdo como si fuese ayer la visita que me realizó Jorge Salomón después del almuerzo del “Día del
Reencuentro 2005”, cuando se me apareció en casa para contarme del evento, traerme algunas fotos, y visitarme
con Guillermo Gracey -que había venido desde Estados Unidos para participar en el evento-, y de Sergio Cárdenas,
bien a la barba, tipo “Papa Noel”, todos cargados de regalos de alegría y cariño, que nos hicieron reír y llorar
a mamá y a mí. 
Desde aquél gesto tan fraterno, los meses habían pasado aumentando mi participación en los eventos
leonciopradinos de mi promoción. La había iniciado asistiendo una noche al restaurante El Lomito y
continuaron sin interrupción todos los días diecisiete de cada mes. Se produjo el viaje promocional a Huanuco,
y asistimos embelesados a la inolvidable cena de fin de año en el Club de Regatas Lima. Vino el viaje a la ciudad
de Huaral para continuar con el trabajo iniciado en Huanuco de promover el libro de Lucho Cuadra: “Pradito:
Una Estrella Solitaria”. Visitamos la sede del Congreso de la República invitados por el hermano Jorge Maldonado; asistimos a eventos sociales en casas de los hermanos Pocho Zavala y  Alberto Gayoso con la presencia de los hermanos Pepe Silva y Víctor Abad venidos desde España; participamos en varias reuniones generadas por las visitas esplendorosas que Fernando Gonzáles del Riego nos hacía viniendo desde Chile; asistíamos con regularidad a las reuniones mensuales para almorzar en el Chifita. Se había producido el inolvidable viaje a Huamachuco -continuando con nuestra labor promocional del libro- y rendir un sentido homenaje al coronel Leoncio Prado Gutiérrez en el mismo lugar donde entregó su vida, así como presentar nuestros respetos a los héroes caídos en el cerro Sazón, y a el ilustre coronel y abogado patriota, don Emilio Luna Peralta, que también fue fusilado por Gorostiaga en Huamachuco, ancestro de nuestro hermano promocional don José Antonio Luna Bazo. Los regalos de Jorge Chávez Díaz de prendas sagradas de la promoción, y las muestras de generosidad y cariño fraterno de los hermanos en todos estos eventos, y en los mensajes recibidos en la red del Internet, eran tan hermosos, que mi vida sin mis hermanos de la promoción leonciopradina se me hacía impensable. 
Había tenido la suerte de haber escrito crónicas fraternas relatando aquellos eventos tan importantes para
nuestra promoción, describiendo los sentimientos más profundos que producían en mí los llamados
“redescubrimientos” de compañeros y hermanos promocionales. Todo ello generaba mucha felicidad en mí y me
resultaba gratísimo escribir para mis hermanos leonciopradinos de la XVII promoción a la que con orgullo
denominábamos La Gloriosa. Pero  el compartir con compañeros y hermanos leonciopradinos de otras
promociones, participando juntos en un evento como el Día del Reencuentro aún no estaba en mis sentimientos
ni menos escribir sobre ello.
Pero las cosas tenían su propio camino y así  unos cuantos eventos sucedidos en el tiempo plantaron la semilla
de una apertura hacia otras promociones leonciopradinas. 

El primero fue la solicitud que me realizó Alfonso Centurión en Diciembre del año pasado para enviar mis
crónicas del viaje a la ciudad Huanuco por la red de la Asociación Leonciopradina Internacional (ALI) con
sede en Los Ángeles, CA, USA., haciéndome pensar el por qué lo hacía, y si sus destinatarios comprenderían
lo que había escrito.

El segundo fue el continuo encuentro lomitero con caballeros excadetes de otras promociones, sorprendentemente
respetuosos y amigables, donde se notaba la existencia de una fraternal aunque incipiente intención de cultivar
amistad. Aquí, en el restaurante El Lomito donde se reunían muchas promociones leonciopradinas, siempre se
contaba  con la presencia infaltable del gran amigo y promotor leonciopradino Fernando Fernández de la XX
Promoción CMLP, que había sido ex presidente de la Asociación Leonciopradina. 
El tercer evento fue la comunicación fraterna y cariño demostrados por Jano Carrillo de la Dieciocho Promoción
CMLP cuando nos juntamos para ver al profesor Blakz en su casa los integrantes de la Orquesta CMLP y sus
posteriores mensajes opinando sobre mis crónicas, haciéndome llegar sus maravillosos escritos promocionales.
En la casa del profesor Blakz pude conocer y entablar amistad con leonciopradinos de otras promociones entre
ellos Pablo Ochoa Jurado de la VII (7) Promoción CMLP, amigo y vecino de don Julio; Carlos Rojas de la XXVIII
(28) Promoción CMLP; Rubén Solórzano de la XXV(25) Promoción CMLP; Cesar Rivadeneira Espinosa de la XX
VII (27) Promoción CMLP y Jorge Fernández-Maldonado Castro, de la misma Promoción cuyo padre conocí,
cultivé amistad y tuve el honor de recibirlo en casa.

El cuarto evento fue el afectuoso saludo del escribidor de la XIX Promoción CMLP don José Villavicencio
opinando sobre mis crónicas y la continua  remisión que me hizo de sus escritos promocionales y algunos
multipromocionales. 
El quinto y último evento lo constituyó la visita que habíamos hecho por primera vez al local de la Asociación
Leonciopradina tres días antes del evento, donde disfruté de la amistad del doctor Marco Begler gran showman
de la XV Promoción CMLP, y de Héctor Reinoso también de la XV Promoción CMLP, gratísima persona, amigo,
ex compañero de trabajo y dirigente de la ALI.  
Todos estos hechos iniciaron sin que yo lo supiera, una apertura de mi corazón hacia de esa mágica amistad que
se produce entre dos personas cuando ambas se saben exalumnos leonciopradinos y así comencé a cobrar
entusiasmo por asistir al evento.
Pedrito Rodríguez, nuestro hermano “Perico” gran promotor de la asistencia al “Día del Reencuentro” desde
Nueva Jersey, en USA, y ahora e Miami,  nos hablaba por la red del Internet del evento leonciopradino que él
más amaba: “El Día del Reencuentro” sin saber que la vida le jugaría una mala pasada y se quedaría sin venir.
Su participación este año 2006 era parte principal de sus planes de vida y podía darme cuenta cómo contagiaba
su entusiasmo. Yo, que lo conocía tanto, porque era mi amigo desde la niñez -en el barrio Ferré en La Punta- ,
sabía que lo decía con indiscutible sinceridad y cariño. Desde lejos, allende los mares, el hermano “Perico” u
nía a los hermanos de la promoción con sus comentarios buscando hermanos “perdidos” que residían en el
extranjero o aquí, en el Perú, invitándolos para que participaran en ese día que él consideraba único y
extraordinario. Yo lo seguía con atención sin lograr comprender la verdadera dimensión espiritual de su pedido
y contagiarme de su alegría.  Para mí, estar con la promoción era suficiente. Para él, no solo era estar con la
promoción; para él era algo más; era “estar” con la promoción, en el mismísimo colegio, desfilando, y rodeado
de excadetes de otras promociones, respirando leonciopradismo. Eso le significaba el “Día del Reencuentro”.
Era algo totalmente ajeno para mí, desconocido y muy lejos de formar parte de mi vida. No sabía en ese momento
cuánta razón tenía el hermano “Perico”, y de cuánta ignorancia me alimentaba yo, limitando el crecimiento de mi
espíritu. 
La anunciada llegada desde Chile de Fernando Gonzáles del Riego con José Luis Sánchez, nuestro adoptado
compañero español, así como de Johnny Espinosa desde Australia, para participar todos en el magno evento
leonciopradino, tenían mi mente envuelta en la magia del “Día del Reencuentro” cuando llegué esa mañana
del sábado 26 de agosto a las instalaciones del colegio militar Leoncio Prado.

En el Colegio
Ingresé por la puerta principal que da a la avenida Costanera, encontrándome con una guardia de soldados con
brazalete blanco de policía militar, debidamente formados sobre un piso de mayólicas relucientes a ambos lados
de la entrada. Los saludé sin obtener respuesta a sabiendas que responder no es propio de soldados de la guardia,
pero sí una necesidad de un visitante emocionado. Pasé la guardia y vi el frontis del edificio principal
impecablemente pintado y todo limpio: paredes, pistas, jardines. Pasé revista cual superior verificando lo
anunciado días atrás por el director del colegio, en el local de la Asociación Leonciopradina, de que ello era
obra de Jorge Súnico presidente de mi promoción leonciopradina. Respiré profundo, me puse mi casaca roja
de la promoción y mi cristina negra, y avancé hacia al lado izquierdo del edificio en busca del emplazamiento
de excadetes para incorporarme a mi promoción. 
He aquí que al cruzar la pista de desfile una voz femenina me saludó, y al voltear para responder el saludo,
me vi frente a la señora y hermana Rina de Súnico sosteniendo con otras damas una gran bandera bicolor.
La saludé con mi mejor sonrisa, un ¡hola! y un ademán de saludo con la mano derecha, escuchando agradecido
que le decía a otra dama <es el cronista> a lo que la bella dama que la escuchaba me miró con sorpresa y
curiosidad. Ello produjo en mí un fenomenal desconcierto quedando totalmente paralizado sin saber qué hacer.
No sabía si continuar mi camino hacia el lugar donde estaba el emplazamiento o detenerme a mirar el espectáculo.
Era algo increíble y maravilloso. Decenas de personas llenaban todo el espacio posterior del edificio central y
miles constituían el emplazamiento de excadetes. La pista estaba llena de personas listas para desfilar y los
jardines y todo lugar que viese estaba lleno de gente. Era un ambiente fraterno, alegre, emotivo, lleno de colores
y banderas. De pronto vi a un hermano con las ropas promocionales y me acerqué a él diciéndole que me
quedaba allí, en ese lugar, que deseaba ver todo lo que pudiese para escribir sobre el “Día del Reencuentro”.
Me abrazó comprensivo y me señaló un kiosco diciéndome que allí se encontraba Jorge Chávez Díaz por si
necesitase algo. De inmediato me fui a saludarlo. Lo encontré alegre y acompañado de su esposa y de su hija
que me saludaron con afecto encontrando en ese pequeño lugar un espacio de la diecisiete. Cuanta paz me
produjo aquello. Salí de allí y sin alejarme más de veinte metros encendí mis radares, saqué lápiz y papel y
empecé a anotar. Luego a preguntar y anotar otra vez. Y así me la pasé toda la parte protocolar del evento.
Viendo, escuchando, anotando lo que podía. Luego vino el almuerzo, la sobremesa, los anticuchos y la retirada.
 Llegué a casa a descansar. Luego al día siguiente ordenar lo vivido, preguntar a los hermanos, pedir
documentación y comentarios. Luego vinieron las fotos de Ralph Gutiérrez mostrando lo que no había visto.
Había dolor en mi corazón. Hubiese querido también haber estado con ellos, con mis hermanos de la diecisiete
al momento del desfile. Pero mis opciones me fueron dadas y escogí quedarme en la retaguardia y escribir del
magno evento, perdiéndome ese encantador y emotivo momento de marchar con mis hermanos ante un público
constituido por familiares orgullosos - entre esposas, hijos y nietos-, autoridades del estado y del colegio militar,
todos encantados con el desfile leonciopradino de los excadetes, sintiendo orgullo de ser peruanos como lo sentía
yo, al ver el paso marcial de las promociones y las escoltas. 
Pero, ¿quienes eran los autores intelectuales del Día del Reencuentro? 

El propio colegio militar Leoncio Prado y la Asociación Leonciopradina.
La Asociación Leonciopradina del Perú es la institución oficial que agrupa a todos los ex alumnos del Colegio
Militar Leoncio Prado, cuyas promociones de egresados se acreditan ante ella a través del presidente de cada
promoción elegido democráticamente entre sus miembros. En respuesta a la inscripción de la promoción, la
Asociación Leonciopradina realiza una ceremonia en su local institucional, donde los miembros de la promoción
y su directiva, acuden para juramentar y reconocer el Código de Honor de la Asociación, y recibir un certificado
institucional de reconocimiento oficial de las autoridades de la Promoción, donde está registrado el nombre del
presidente y de  los integrantes de la directiva de la promoción inscrita, y por último, un pequeño estandarte
símbolo leonciopradino para ser usado en las reuniones promocionales. 
 Cada promoción de exalumnos es libre para decidir el número de integrantes de su directiva, el tiempo que ellos
permanecerán en el cargo, y el modo para elegir a sus nuevos representantes, quienes luego de ser elegidos,
deberán acudir a la Asociación para su inscripción y reconocimiento formal. 
 La Asociación Leonciopradina en cambio, tiene una directiva compuesta exclusivamente por quince directivos y
dos asesores, incluidos un presidente y un vicepresidente. Deben renovarse cada tres años, mediante elecciones
universales donde participan todos los exalumnos que votan por listas multipromocionales. Cuenta con un local
institucional, en el distrito de Magdalena, en Lima, desde donde conducen todas sus actividades, administran sus
recursos de personal y financieros, y llevan a cabo sus sesiones institucionales. 
La actual directiva está presidida por Enrique Morey Patrón y su vicepresidente es el Almte AP (r) Oscar
Indacochea San Martín. Fue elegida en setiembre de 2005 y su mandato se extiende hasta setiembre de 2007
donde entrega la conducción de la Institución a la nueva directiva.
 La Asociación Leonciopradina del Perú, está al servicio de sus integrantes con el objetivo de fomentar la unión
entre ellos, y en un plano superior, mantener una permanente vigilancia y observación fraterna del Alma Mater,
participando de forma efectiva en la solución de sus problemas, trabajando en estrecha colaboración con la
dirección militar, representada por un Coronel del Ejercito Peruano en actividad, y con la dirección académica,
representada por un director de estudios de amplia trayectoria profesional en la docencia, y de reconocida
capacidad intelectual. 
El actual director del colegio Militar es el coronel de infantería EP Richard Pitot Guzmán exalumno leonciopradino
de la XXIV Promoción. Tiene en su haber una licenciatura en Educación y una maestría en Administración.
No creo exagerar, si digo que el Colegio Militar Leoncio Prado es uno de los pocos, si no es el único colegio
militar del mundo, cuya dirección y formación militar está a cargo de oficiales del ejército en actividad. 
Si bien en los últimos años se ha cometido el error de restringir la participación de los señores oficiales a un
oficial por año de estudios, y los suboficiales son de armas y no de instrucción militar, todo lo cual es subsanable
si se persigue con denuedo y tenacidad, sigue siendo un honor y una oportunidad invalorable para cientos de
jóvenes peruanos y becados extranjeros, que mientras realizan sus tres últimos años de educación secundaria,
sean formados militarmente por señores oficiales, profesionales, soldados de la Patria, formados a su vez, con
las últimas tecnologías de formación militar obtenidas en la Escuela Militar de Chorrillos, y en el trabajo militar
realizado dentro de las bases militares del territorio nacional, donde alguna vez prestaron servicio antes de ser
trasladados para servir en el Colegio Militar Leoncio Prado. 

Salvo un escritor peruano, de gran prestigio intelectual, reconocido mundialmente en sus inicios por haber
relatado sus experiencias negativas vividas en nuestro amado colegio, no hay egresado que no recuerde con
gratitud su formación militar, académica y de peruanidad, conviviendo con jóvenes de todas las razas, culturas
y valores morales, que representan con claridad meridiana, la disímil e imperfecta Nación Peruana, amada patria,
llena de contrastes, donde los leonciopradinos están entre los hombres mejor dotados para interpretarla, y
conducir con grandeza y comprensión, la ahora República del Perú que camina bajo los lineamientos de
Libertad y Democracia.
De todas las actividades que realiza la Asociación Leonciopradina, la más importante es la organización
del “Día del Reencuentro”, que todos los años realiza conjuntamente con las autoridades del colegio, c
onvocando a los ex alumnos y a sus familias, con ocasión de celebrarse un aniversario mas de la creación del 
bien amado Colegio Militar Leoncio Prado, en el distrito de La Perla, dentro de la Provincia Constitucional
del Callao.
El Colegio Militar fue creado un veintisiete de agosto de 1943, mediante Decreto Supremo emitido por el
gobierno que presidía el señor Presidente Constitucional de la República don Manuel Prado Ugarteche, y
cinco meses mas tarde el Congreso de la República le concedió el nombre de “Leoncio Prado”.
No está demás recordar en estos momentos tan difíciles para la Patria y en particular para el colegio, los
considerandos y artículos de aquél Decreto Supremo que nos permitió vivir nuestra inolvidable experiencia
leonciopradina, así como el texto de la Ley que le otorgó su hermoso y patriótico nombre. Por ello lo registro
en esta crónica para conocimiento, reflexión y varonil goce patriótico.

DECRETO SUPREMO

CONSIDERANDO:

    Que de acuerdo con lo establecido en el artículo 94º de la Ley Orgánica de Educación Pública, la educación
en el país tiene como objetivos principales la cultura, la salud, el desarrollo físico, la moralidad y el nacionalismo
de los educandos;
    Que es necesario intensificar por todos los medios posibles el espíritu cívico de la juventud en el país,
cultivándolo en los ideales patrióticos y en las virtudes ciudadanas, y preparándolo para su noble ejercicio;
    Que la educación superior en los institutos militares requiere una preparación previa especial de quienes
van a cursarla;
    Que para estos fines es necesario crear un Colegio de Educación Secundaria de tipo especial;
 En uso de la atribución que el artículo 181º de la Ley General de Educación le confiere al Gobierno;
DECRETA:
1º- Créase el “Colegio Militar” dependiente del Ministerio de Educación Pública, por intermedio de la
Inspectoría General de Instrucción Pre - Militar, destinado a proporcionar una educación cívica intensiva
a la juventud peruana y capacitar especialmente a sus educandos para ingresar a los institutos militares de
enseñanza superior.
2º- El “Colegio Militar” estará dirigido por un coronel del Ejército, secundado por una plana mayor y el
número de Instructores Militares necesarios, que el Ministerio de Guerra pondrá a disposición del de
Educación Pública. El cuerpo de profesores será designado por éste último Ministerio.
3º- Los alumnos cadetes serán becarios y pensionistas. Las secciones no excederán por ningún motivo de
cuarenta alumnos.
4º- Las becas serán distribuidas entre los departamentos, en base a la población escolar de cada uno de ellos.
Tendrán preferencia al beneficio de la beca los alumnos de los Colegios Nacionales provenientes de los
Centros Escolares de la República que se hallan comprendidos en el artículo 257º de la Ley Orgánica de
Educación.
5º-  La ocupación de las vacantes, tanto becarias como de pensionistas, se hará por riguroso orden de mérito,
entre los aprobados en el curso de admisión.
6º- Al término de los estudios se establecerá el Cuadro General de Méritos; que resultará de los promedios
generales obtenidos por los alumnos durante todos los años que hubieran cursado en el colegio. Los clasificados
entre el primero y el centésimo, inclusive, tendrán derecho a elegir, como premio, su ingreso libre de exámenes
en el Primer Año de las Escuelas Militares, Naval, Aviación, de Guardia Civil y Policía, de Ingenieros, de
Agricultura y Veterinaria, y de Pedagogía, a condición de satisfacer los requisitos de aptitud, pudiendo ocupar
hasta el 20 por ciento de las vacantes anuales.
7º- El “Colegio Militar” funcionará en el edificio de la Guardia Chalaca de La Perla
8º- Las tareas docentes  correspondientes a 3º, 4º y 5º años del Colegio Militar, se iniciarán en 1944.
Ulteriormente se completará el ciclo de cinco años de estudios.
9º- Los alumnos del 5º año que egresen en 1944 quedaran comprendidos dentro de los beneficios que acuerda
el artículo 6º del presente Decreto.
10º- La supervigilancia de este Colegio  será ejercida por una Junta que la presidirá el General Inspector General
de Instrucción Pre – Militar y estará integrada por el Director de Educación Común, el Director de Educación
Física e Higiene Escolar y el Coronel Director del Plantel.
11º- El Ministerio de Educación Pública queda encargado de disponer lo necesario para el cumplimiento del
presente Decreto.
Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a los veintisiete días del mes de agosto de mil novecientos cuarenta y
tres.
                            Manuel Prado
                              Enrique Laroza

Antes de cumplirse el quinto mes de la dación de este Decreto Supremo, el Congreso de la República dio la Ley
Número 9890 con un artículo único cuyo texto decía:

El Congreso de la República Peruana;
Ha dado la Ley siguiente:
ARTICULO UNICO.- Desígnase con el nombre de Leoncio Prado al Colegio Militar Nacional.
Comuníquese al Poder Ejecutivo para su promulgación. Casa del Congreso, en Lima, a los dieciocho días del
mes de enero de mil novecientos cuarenta y cuatro.              
                               E. Diez Canseco 
                               Presidente del Senado
Formando parte de este registro histórico, permítanme decirles que nuestro amado Colegio Militar fue idea del
entonces Teniente Coronel EP Juan Mendoza Rodríguez, quien elaboró el texto del Decreto Supremo y luego
el Reglamento del Colegio Militar. Asimismo, la historia del Colegio Militar no puede menos que enorgullecerse
diciendo al Perú por entero, que nuestro Director Fundador fue el entonces coronel, don José del Carmen Marín,
gran militar, prestigioso académico y hombre de ideas democráticas, a quién debemos los peruanos muchísimas
cosas, entre las cuales se encuentra la creación del CAEM, el prestigiado Centro de Altos Estudios Militares,
donde han consolidado su visión de peruanidad muchísimos líderes civiles y militares.
 No dejemos de considerar al primer director académico del colegio militar Leoncio Prado, don Manuel Velasco
Alvarado,  quién con el coronel José del Carmen Marín hicieron del colegio militar Leoncio Prado el mayor
atractivo nacional para los jóvenes de entonces, determinando que la selección de maestros fuese a través de
concurso nacional, logrando con ello que la preparación académica de sus alumnos fuese notable y motivo de
orgullo para alumnos, padres de familia y autoridades del propio colegio y de la educación pública. Hoy, en los
asuntos académicos, el colegio militar está subyugado y sometido a los movimientos y poder sindical del SUTEP
limitándose la búsqueda de los mejores maestros, entre los docentes que la dirección zonal de educación
determine y califique, y lo comento sin la intención de desconocer la calidad y capacidad de sus maestros actuales,
sino el cambio del procedimiento de selección.

El “Día del Reencuentro” como comentamos al inicio, se realizaría este año de 2006, el sábado 26 de Agosto.
Para ello, la directiva de la Asociación Leonciopradina constituyó una Comisión Organizadora del gran evento,
que estuvo presidida por el hermano leonciopradino don Enrique Vega León, e integrada por los ejecutivos más
capaces con los que cuenta la institución, donde con orgullo registro en esta crónica el nombre de Víctor “Viti”
Valenzuela, nuestro compañero promocional y amigo, cuya capacidad organizativa, infatigable labor y entrega,
no solo ya es legendaria, y conocida entre los miembros de la Asociación, sino que la pudimos ver en esta
oportunidad, nosotros, asombrándonos por el manejo del evento ante sus dimensiones, ya que era nuestra
primera vez que acudíamos al llamado leonciopradino. Faltaríamos a la verdad si no registramos también el
nombre de su infaltable colaborador, don Rolando Alfaro, y la participación valiosa de otros hermanos
leonciopradinos de diversas promociones que bajo la dirección del “Viti”, convirtieron el “Día de Reencuentro
2006” en un día inolvidable de gratísimo recuerdo, donde se sucedieron innumerables situaciones tan emotivas,
tan llenas de cariño por el colegio, que no podemos hacer menos que agradecerles por su trabajo, gracias al cual
fuimos felices viviendo en fraternidad y camaradería un día leonciopradino que muchos de nosotros
no olvidaremos jamás.

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UN PASEITO A LORA BEACH

Asi lo denominó nuestro querido Manuel cuando comenzó a coordinar la reunión anual en la casa de playa de nuestro hermano Miguel (a) La Lora...