viernes, 29 de julio de 2022

MI PRIMER DESFILE

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Ese inicio no solo fue académico sino un cambio radical en mi vida. Venia de Chiclayo y mis padres

viajaban a residir al Cusco por ello es que mi sección se convirtió en mi segunda familia y vaya que lo fue.

Han pasado 60 años y sigo pensando igual.

Còmo no recordar cuando nos entregaron los uniformes caquis y con ellos hicimos nuestra primera salida .

Esos uniformes siem,pre eran tallas mas grandes porque sabían que creceríamos y asi fue porque con el tiempo

a algunos las camisas le llegaba a medio brazo y los pantalones en los tobillos.

Gran alergia cuando nos entregaron nuestros unifrmes azules con sus botones tal como lo habíamos visto

en el proespecto y a los cadetes de cuarto y quinto año. 

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Gran alergia cuando nos entregaron nuestros unifrmes azules con sus botones tal como lo habíamos visto

en el proespecto y a los cadetes de cuarto y quinto año. 

Es con ellos que comenzamos a ensayar para el gran desfile de fiestas patrias. Parecia un sueño lejano que se

iba a convertir en realidad. Íbamos a desfilar en la gran parada militar de la Av. Brasil.

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Todo el mes de julio ensayábamos diariamente para ir agarrando resistencia y dominio .

Recuerdo que la noche anterior todos estábamos tranquilos y pensaba en que mi madre había viajado

a verme desfilar y después iría a ver a mi padre y hermanos en las vacaciones. Sin embargo, pensando

en eso me dormí y soñé con el desfile que era largo y que me cansaba. Medio tembleque estaba pero

ya con la diana a las 5am  y el sentir que todos estábamos ilusionados me sentí mejor. Formamos para el rancho

que fue especial: Churrasco con huevos fritos aparte del pan, aceitunas y nuestro tazón de leche.

Nuestro sub Oficial Cadenillas nos dijo; vayan a los malacates porque ya no podrán ir hasta el medio dia.

Sonreí pensando que era broma pero era cierto¡¡¡¡

Agarramos nuestros fusiles y nos embarcamos en los buses al final de la av. Salaverry a esperar nuestro turno.

Alli estuvimos parados en formación y conforme pasaba el tiempo nos inquietábamos porque no nos tocaba.

Las personas que pasaban eran familiares o amigos que se  quedaban viéndonos no se si por admiración o

pena de ver a personas con caras de niño tan temprano y bien formaditos.

Hasta que dieron la orden de entrar a la pista de la av. Y a la voz de marchen¡¡¡ comenzamos el desfile.

El corazón palpitaba fuerte y se escuchaba los aplausos y la voz del director  decir :  PASO DE DESFILE

y comenzamos a pisar fuerte y pasar frente a la tribuna de honor. Solo recuerdo que se levantaba un poco de polvo

pero el sonido era único, acompasado y en los altavoces indicaban que pasaba el batallón del Colegio Militar

Leoncio Prado .Pensaba donde estarà mi madre, ojala me vea y sienta el orgullo que siento en ese momento

( después me dijo que me vio y que se le salieron las lágrimas de emoción. Seguramente todas nuestras mamitas

lo habrán hecho) .



No sentía la mano que agarraba fuerte el fusil y conforme fuimos pasando las cuadras esa sensación se agudizaba.

Conforme avanzábamos el público aplaudía y exigía paso de desfile y comenzábamos de nuevo. Era una marcha

interminable y parecía que nos íbamos a caer allí mismo hasta que divisamos la plaza Bolognesi y fin de nuestro

primer desfile. La mano derecha no se podía abrir porque se había entumecido por la falta de irrigación y tuvimos

que ayudarnos entre los que estabamos cerca para abrirlaso que sería pero todos estábamos asi por un buen rato.

Subimos a los ómnibus para regresar al colegio , dejar los fusiles y salir de vacaciones. En el camino pensaba que

lo que había pasado era como un sueño porque fuè rápido todo. Sabía que esos sueños se repetirían siempre y asi

a sido a lo largo de estos 60 años.

Recuerdos que son un hito en nuestras vidas

Pepelucho

2022


jueves, 28 de julio de 2022

A MI PADRE Y HERMANOS

 A MI PADRE Y SUS HERMANOS

Pensaba hace mucho tiempo dedicarte unas palabras a ti viejito lindo y a tus hermanos de vida. Ya sé, ya sé  que vas a renegar porque te digo viejito pero sabes que es de cariño y así nos fastidiábamos siempre.

Llegó tu día del reencuentro por tus Bodas de Oro. Cuantos años pensabas en eso no?. Recuerdo que cuando me llevaste por primera vez a unos de tus desfiles y me asombró cómo te emocionabas cuando veías uno de tus “hermanos” como les decías y se abrazaban como nunca te vi abrazar a nadie. Después cuando pasaban desfilando frente a todos y me decias ..”cómo me latía el corazón parecía que se iba a salir…”no podía entenderlo aun en esos tiempos. Después cuando íbamos al comedor o algún restaurante fuera del coelgio y tu bailabas solo jajaj me reía porque pensaba que diría mi mami y mis hermanas si vieran como se divertían .El tiempo parecía detenerse cuando se abrazaban y brindaban hasta tarde. Cuando regresábamos te miraba y parecías como esas caricaturas con los ojos saltones y mirando fijo. Te pregunté: Oye que tienes y tú con tu sonrisa de niño bueno me contestaba: Estoy soñando y no quiero despertar de esos momentos tan emocionantes e inolvidables.

Fui creciendo y seguí viéndote feliz cuando estabas con ellos .Era como si te pusieran más fuerza y como decimos te ponías mas pilas y nos contagiabas esa alegría y esa fuerza.

Hoy ya adulto entiendo todo porque también lo he sentido aunque no con esa fuerza espiritual que nos trasmitías.

Recuerdo tu alegría desde el día anterior a tus desfiles. Arreglabas tu terno recién sacado de la lavandería, arreglabas tu camisa, tu corbata y lustrabas tus zapatos. Cuantos años vi lo mismo aun cuando venias de viaje especialmente para ese día.

Aprendí que lo de Uds. es algo especial, es  una hermandad indisoluble pase lo que pase. Aun cuando a veces te peleabas con alguno de ellos por discusiones tontas como decías y al día siguiente me decías: todo tranqui, no pasó nada, hablamos y nos abrazamos.

Hoy te vi emocionado como nunca. Cómo brillaba tu frente y tus ojos estaban siempre llenos de agua porque a cada rato pasabas la mano por los ojos. Es que llorabas? Es que la emoción era demasiado? Ya me contaras. Pero te vi tomándote fotos emocionales con tus hermanos de toda la vida y como te abrazaste con tu compañero de carpeta que no veías hace 50 años. Sabes me dió un poco de envidia porque nunca he sentido así por mis compañeros del colegio o de la universidad. Me dijiste una vez: solo un leonciopradino siente eso.

Te vi formado con ellos  muy bien uniformados con su terno azul y su corbata celeste. Vi a tu escolta con su uniforme  original y vi a mamá con su collar dorado. Ella que recién llegaba del extranjero casi sin tiempo para hacer otras cosas y ya estaba en la fila lista para desfilar. Cómo es que se trasmiten un afecto a través del tiempo y de los años. Increíble.

Lo más emocionante fue verte desfilar con fuerza. Tus cachetes rosaditos temblaban cada vez que pisabas fuerte al igual que todos tus compañeros. Recién allí al verte con tu promoción entendí lo que soñaste siempre. Estar allí pase a lo que pase. No podías faltar hoy porque era tu sueño por años .Sentí tu calor , tu emoción el latir de tu corazón y  luego sentir un calor tremendo al ver tu luz elevarse por encima de todos. Es que diste siempre todo por nosotros y ahora entiendo que donde quiera que estés me seguirás trasmitiendo tu  fuerza que te la dan tus hermanos de vida de la XIX POR SIEMPRE Y QUE SIGUEN UNIDOS EN UN SOLO CORAZON.

Gracias padre por haberme hecho compartir estos momentos que los llevaré dentro dondequiera que este. 

Tu hijo

Agosto 2014

(ESCRITO EN NUESTRAS BODAS DE ORO)


¡POPOTITOS, ADELANTE¡

 ¡Popotitos, adelante!

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hugopazos24@hotmail.com

I

Lucas se había acostado conforme las reglas del Colegio Militar lo estipulaban, a las 10 de la noche, pero era una ocasión especial, era la Semana Leonciopradina, al día siguiente tendría lugar la inauguración de las Olimpiadas internas del colegio, los cadetes trasnochaban preparando las pancartas, disfraces, vestimentas deportivas para la promoción, éstas, a falta de dinero, se conseguían con el teñido de los “vividies” que los cadetes usaban como prenda interior; todo era un jolgorio, algunos, inclusive, aprovechando del relajo, habían logrado introducir algunas botellas de licor, por supuesto prohibidas en el colegio.

!Buuummmmm…!  resonó, de repente, un tremendo petardo, era un cohetón que un condiscípulo le había arrojado en su cama, se despertó sobresaltado y furioso;

-¡Conche’su madre, quién fue carajo…¡ -Gritaba Lucas colérico-. Todos reían a carcajadas.
-Ya no jodas… y ven a divertirte, huevón -Le respondieron

-Puta mare… cómo joden…  -y se recostó nuevamente, aunque ya no podría conciliar el sueño durante toda la noche.

Con gran entusiasmo, sus compañeros prosiguieron con la tarea de preparación del corso del día siguiente,  continuando hasta altas horas de la noche.

II

Las tribunas del estadio estaban repletas, lógicamente los tres años ocupaban sus respectivos lugares por orden de antigüedad; los “perros” (3er.año) a un lado, los “chivos” (4to.) y las “vacas” (5to) en el otro extremo de la tribuna, todos ellos arengando a su respectiva promoción, se escuchaban silbidos, gritos, sobre todo las inconfundibles “bombitas” que caracterizaban a las barras del Colegio Militar.

Era tradicional en el colegio, las encarnizadas competencias de atletismo, podría decirse que el CMLP contaba entre sus filas a prestigiosos atletas escolares, quienes, además de recibir instrucción, recibían un trato muy especial, como salidas extraordinarias, además de un buen rancho y otras gollerías..
La competencia estaba por empezar, era una prueba de resistencia, los 1,500 metros planos y se encontraban en el partidor los mejores exponentes para la prueba, las promociones gritaban y gritaban, “bombitas” y más “bombitas”, los atletas, nerviosos, esperaban la orden de los jueces para dirigirse al partidor. En un momento dado, apareció, con su cuerpo característico; pequeñito, delgado, muy delgado, por ese motivo se había ganado un apodo especial, sus compañeros le decían “popotitos”, por sus piernas “como un par de carrizitos”; como rezaba la canción, usando doble camiseta, que le flameaban como bandera, se acercó a los jueces y se inscribió como uno más en tremenda prueba.


En la tribuna, se escucharon gritos de desaprobación en su promoción, eran los “chivos” de la XXIV, quienes no podían creerlo

-¡Que hace ese huevón allí, carajo, sáquenlo, sáquenlo!  -se escuchaba…
Y seguían gritando…

-! Ta’mare… ese huevón no va a llegar nunca… sáquenlo.. -seguían vociferando…

Ya en la partida, los atletas nerviosos esperaban la orden, uno a uno fueron ocupando sus puestos, eran dos por promoción, era muy notoria la diferencia muscular de “popotitos” con el resto de competidores, sin embargo, con sus tremendos lentes, su camiseta flameando, ocupó el sitio que le correspondía en el partidor y muy lejos de amilanarse esperaba, muy quieto, solo se observaba su gran concentración en la espera del disparo del juez de competencia.


Al escuchar el disparo, salieron, raudos, los seis competidores, era una carrera muy reñida, los mejores exponentes, según se esperaba, se medían entre ellos, no arriesgando ni tratando de sacar ventaja, era las primeras de cuatro vueltas a la pista de atletismo, todos iban parejos, “Popotitos” pasaba totalmente desapercibido; sorpresivamente, estaba en la delantera, aunque sus competidores no le prestaban atención. Seguía la carrera, y entre los más destacados, sobre todo el campeón del colegio (5to año) y el mejor de 4to. (Hasta ese momento). Seguían midiéndose, sin percatarse siquiera del pequeño que a esas alturas de la competencia, les llevaba la delantera.
Se aproximaban ya a la última vuelta, los campeones empezaron a ajustase entre ellos, “Popotitos” seguía adelante, sin mirar atrás, seguía y seguía, empezó a sentir el esfuerzo, y seguía, sus piernas empezaron a temblar, el aire enrarecido entraba en sus pulmones como lenguas de fuego, sintió que no podía más, de repente, tomó un último  impulso, con un esfuerzo descomunal, logro sobreponerse, siguió adelante, y con su último aliento seguía primero a pocos metros de la meta, faltaban 30, 20 metros, y seguía adelante, sus compañeros en la tribuna,  sorprendidos ante tal hazaña, rugían, al costado de la pista, se escuchaba a dos de sus compañeros, el panameño Favio  y: -¡Sigue conchetu’mare… sigue conchetu”mare… Dale, carajo… dale, carajo…!
Y llegó, con el corazón en la mano, a punto de desfallecer, pero con una sonrisa inmensa, la que brinda el placer de la victoria. 

En sus asientos su promoción estalló en un grito de júbilo, rompieron la formación en la tribuna y corrieron a brindarle el saludo que se les da a los campeones. Lo levantaron en hombros y esa escena quedó grabada en todos nosotros como signo de superación, esfuerzo y amor por su querida promoción, la XXIV del Colegio Militar Leoncio Prado.

Quedó en nuestro pensamiento el recuerdo imborrable de su pequeña figura, su extraordinaria actuación en esa competencia, sobre todo, el inmenso coraje y tremendo corazón que lo llevó a la

Muchos ni sabían de su nombre, con gran cariño, lo empezaron a llamar desde ese triunfal día,  “Mil quinientos”, a secas…


III

-Hola mi hermano… cómo estás, pasa… pasa  repetía el anfitrión; uno a uno iban llegando a la casa -una bonita casa en Boca Ratón en Florida-, donde habían acordado reunirse, para rememorar tantas gratas vivencias que habían tomado lugar hace más de cuarenta años; era un grupo muy singular, alrededor de cinco o seis ex alumnos de la XXIV promoción, que periódicamente se reunían para tomarse unos tragos y pasar un buen momento conjuntamente con sus esposas, en esta ocasión, se recibía a un gran amigo, al que no se le veía desde hace muchos años, y era un buen motivo para darse una buena comilona.

Tocaron la puerta, al entrar el invitado, se sorprendió, se le veía algo entrado en años, pero con su seriedad característica, sobre todo con algunos mechones menos, se fueron saludando cariñosamente uno a uno

-¡Hola… como estás, estás igualito…!, Lucas sonrió y solo atinó a darle un fuerte abrazo, de repente el visitante volteó y quedó frente a él, aturdido, lo miró por un momento: alto, delgado sin cabello pero con sus lentes inconfundibles; el visitante le preguntó:

-Disculpa..  ¿Tu nombre…? -al  responderle,  nuevamente preguntó:

-¿Mil quinientos, Popotitos?

-Sí -le contestó-… soy yo

Y se estrecharon en un fuerte abrazo, un abrazo que los asistentes asintieron con una sonrisa de satisfacción. Después de cuarenta años volvían a rememorar tantos bellos momentos inolvidables que solo los leonciopradinos, creo, podemos jactarnos con orgullo: esa satisfacción de los momentos de triunfo, camaradería y, sobre todo, unión que persevera a través de los años.
Terminando el agasajo, uno a uno fueron despidiéndose, con mucha nostalgia, por supuesto, cada cual retornaba  a su propio mundo, no sin antes recordar con orgullo la lera del himno

Leonciopradinos…
alto el pensamiento, como una bandera,

encendida el alma, como azul hoguera,

recio el corazón…


PRIMER DIA DE CLASES

 Primer día de clases

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hugopazos24@hotmail.com 

Aunque chalaco de pura cepa, había llegado de la ciudad de Chimbote solo algunos días antes, dos o tres años de su vida los compartió por esos lares, sí, recordaba sus calles, muchas de ellas aún sin asfalto, también venía a su mente el inconfundible olor a harina de pescado, que había convertido a este pueblo en una floreciente ciudad de pescadores e industriales. Era el “boom pesquero” de los años 50, y su padre logró aprovechar esos momentos de bonanza para convertirse en un próspero comerciante.

Salió de su casa, rumbo al que sería su nuevo colegio; en el camino iba degustando un delicioso pan con mantequilla que, amorosamente, su madre le había preparado, solo cuatro cuadras separaban su nuevo hogar, en la segunda cuadra de la calle Colón del Callao, con su nueva escuela. Cuando llegó, le llamó la atención la vieja edificación de madera, realmente muy antigua, ingresó y en el interior había un gran bullicio, niños corriendo de aquí para allá, adolescentes conversando en algunos rincones, y él parado en el patio; dubitativo y algo temeroso. De repente sonó una campana y una voz altisonante mandó a los alumnos a formación. Se paró en una fila, conjuntamente con los niños que serían sus compañeros de clase. Algo le llamó mucho la atención; era un olor muy penetrante, conjuntamente con un brillo muy especial que notaba en el piso del patio del colegio, luego advertiría que se debía al petróleo que habían utilizado para limpiarlo.

Echaba una mirada por aquí, otra por  allá, no conocía a nadie, tenía siete u ocho años de edad, acostumbrado a caminar sin recelo por las calles. Ya era alumno del 1ro. de primaria, llevaba consigo una maletota con sus libros y algunos cuadernos forrados con el infaltable papel azul y “vinifan”, amén de lapiceros, lápices, borradores, tarjadores, además de la infaltable caja de colores, todos estos artículos metidos en una gran cartuchera, el uniforme del colegio, era el inconfundible “comando” color kaki, con su corbatita que se la ajustaba al cuello con una liga, que de rato en rato la jalaba como un resorte.

A su costado, un niño comía con gran gusto un pan con jamonada, de repente se acercaron a él un grupo de alumnos del mismo salón, y  uno en especial, blanquiñoso, “revejido” y con aires de matón, con voz cavernosa y muy pequeño de estatura lo tomó de la solapa, y le susurró algo al oído, el muchachito, asustado, solo atinó a ofrecerle su sanguche, el matoncillo lo tomó y se lo empezó a comer, no sin antes sonreír de una manera muy burlona. Seguidamente, aquel se acercó a Lucas, e intentó hacer lo mismo, solo que esta vez, el pequeño Lucas, al comienzo sorprendido, y luego muy irritado, atinó a darle un sófero trompón en plena nariz, acto seguido, se trenzaron en una bronca descomunal, el pequeño atrevido logró empujarlo, rodaron por el suelo, golpeándose mutuamente, siendo el chato el que llevaba la peor parte, los alumnos que rodeaban a los niños, solo atinaban a vociferar improperios, “!Sácale la mierda!, dale duro a ese huevón…. !” escuchaba Lucas. A los pocos minutos, un fuerte tirón en la oreja lo paró en medio del patio, era uno de los auxiliares de disciplina que había llegado a imponer el orden. Con su uniforme hecho una desgracia, producto del petróleo del suelo, ahora solo era una gran mancha grasosa además del olor característico.

Era el primer día de clases, los alumnos del 5to.de secundaria, lo habían rescatado, al parecer, les cayó en gracia, pues desde ese día, se convirtió en su “mascota”. Casualmente el 1er año de primaria, formaba al costado de los de 5to. Cada día de clases, él los miraba sonriente, y durante todo ese año, gozarían con sus ocurrencias.  Por ese motivo, se ganó un apodo que lo perseguiría toda su vida.

Reencuentro

-!Lucas… le están sacando la m… a tu pata…,  al chato….! -le pasaron la voz…

-¿Donde?..,  -preguntó. 

-En los malacates de 4to…. -Le respondieron.

Raudamente se dirigió a los baños del colegio; cada año tenía su pabellón de servicios higiénicos, eran filas de inodoros, sin puerta, donde los cadetes efectuaban sus necesidades personales, eran llamados “los malacates”. Se acercó al grupo, les hizo una venia, y preguntó:

-¿Qué pasa…?

-¡No pasa nada…! -fue la respuesta mientras pateaban al “perro” (que era como denominaban a los cadetes del 3er año), éste lo miraba con mirada suplicante… lo trataban duramente, Lucas solo atinó a mirar, sin decir palabra, eran de su promoción, solo podía  esperar… hasta que se fueron…

Sudoroso, magullado, un hilo de sangre descendía por la nariz del “chato”, quien, sollozante, solo se quejaba con voz temblorosa:

-¿Dónde estabas, ‘uón… me han sacado la m…. dónde estabas? -Lucas lo miraba, no le contestaba, solo lo miraba, mientras el “chato” seguía llorando y quejándose:

-Eran grandazos… me hicieron hacer planchas, ranas, canguros, me pateaban y golpeaban…. conche’sus madres…

-Chato, no jodas, aquí no puedes dártelas de matón, solo tienes que hacerte el huevón… y nada más… -Le contestaba  Lucas, que era su amigo desde los años iniciales de estudio. El chato, alumno del 3er Año del Colegio Militar, con sus aires de “maloso”, se había encontrado con la horma de sus zapatos, se había ganado la antipatía no solo del 5to año, sino también de los de 4to. Y lo buscaban y perseguían para joderlo y meterle su pateadura por eso, por empalado y matón, lo peor de todo era que no tenía ni cuerpo, ni talla para responder, por ese motivo siempre salía perdiendo, duramente golpeado y lo, peor de todo, que ya lo tenían marcado, ni su amigo Lucas lo podía proteger, las tradiciones del colegio no lo permitían.

El adiós


Totalmente acongojado, recordaba con tristeza su primer encuentro con él, habían pasado ya tantos años, dicho encuentro  había terminado en una “broncaza” a pesar de sus cortas edades. Se harían amigos luego; aunque con recelos, por una parte, el grupo del “chato”, que cometían abusos con los compañeritos del salón, y el grupo de Lucas, que protegía a los mismos.
Se habían reencontrado en el Colegio Militar algunos años después, el “chato” había perdido un año escolar, Lucas se había convertido en  su protector, aquel, fiel a su estilo, con sus aires de maloso, había sido víctima muchas veces de su propio carácter, y no solo se ganó antipatías, sino unas tremendas palizas propinadas por cadetes de años superiores, y cuando estaba en 5to., cometía los mismos abusos que creía que su grado le permitía, aunque algunas veces, recibió algunas pateaduras propinadas por cadetes de año inferior. Recordemos que su cuerpo no le deparaba ninguna ventaja. Y logró terminar la secundaria con mucho sacrificio.

Llevado por sus ímpetus y el dinero fácil, fue cayendo poco a poco en un hoyo profundo del que nunca podría salir, la malas juntas lo llevaron por caminos “non sanctos”

-Loco, cuñao, loquito… ¿como estas ? -recordó su pregunta.

En esa oportunidad, Lucas solo lo había mirado, atinando a ofrecerle un gran abrazo… un abrazo prolongado de amigos de verdad,  se habían visto después de muchos años, y a pesar de las profundas diferencias, se tenían gran cariño… rememoró…

Ese día. El “chato” solo atinó a decir:

-Espérame, ya bajo… espérame… -Luego de algunos minutos, bajó ofreciéndole  un paquete…

-Para ti… Es para ti…

Recordó también ese momento: lo había mirado esbozando una ligera sonrisa, tomando  el paquete y guardándolo, algo nervioso; se despidió y había proseguido su camino, no sin antes pulsear lo que contenía el “paquete”, era un bulto que contenía unas “yerbas medicinales”.

Siguió caminando; haciendo memoria de buenos y malos tiempos, momentos de niñez, de juventud, de jolgorio y también de tristezas, solo pensaba y recordaba, alzó su vista al cielo, y atinó a ofrecer algunas oraciones.
Cruzó la puerta del camposanto y en un momento volteó con un nudo en la garganta, solo pudo pensar,

-Hasta siempre, amigo… Hasta siempre…

(Publicado en el Nº 190 de la Gaceta Leonciopradina)


sábado, 16 de julio de 2022

EL ANCLA DEL TRICAMPEON -XIX


EL ANCLA DEL TRICAMPEON

Cuando ingresamos al colegio en 1962 nos encontramos que podríamos practicar diversas aficiones tanto deportivas como culturales y que había olimpiadas internas de varias disciplinas. En mi infancia jugué alguna vez tirar la soga pero cuando escuchamos que dentro de la competencias se iban a realizar una que se llamaba NUDO DE GUERRA me llamo la atención asi como como la de BALON MILITAR.

Para el de balón militar eran escogidos los atletas y futbolistas porque era el rugby peruano  y se tenia que estar con buena disposición física. Para el nudo de guerra solo eran escogidos los pesos pesados de la promoción y vaya que conformo un tremendo equipo. Casi todos eran de 14 o 15 años fornidos ,altos y de buena masa muscular. Me puse a pensar al ver a los de cuarto y quinto que eran realmente unos mastodontes si podíamos ganarles . Mi monitor era Cèsar De la Quintana ( el mono), pesista y maceta que paraba con Mañuco de la Puente otro ropero pesista asi que no le daba chance al equipo de mi promo. Pero vinieron ls competencias y nos toco con cuarto. Se formaron y atrás estaba (hoy lo llamamos asi) EL ANCLA  Guillermo Ruiz, chiquillo con sonrisa de niño y estaba en la decima osea era de los menores pero hacia judo y era gruesooo. A el le amarraron la soga y era el que debía aguantar la arremetida de los jalones. Vaya emoción de esa competencia. Habia momentos que faltaban centímetros para que nos ganen y el se sentaba y aguantaba. Les ganamos a cuarto y quinto y asi fueron los tres años. La XIX promociòn fue tricampeona en esta disciplina asi como en natación y futbol.

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A toda la promo nos quedo en la mente esas lides. Después cada uno tomo su camino y a Guillermo lo dejamos de ver porque por sus estudios de medicina no tenía tiempo . Años después nos contactamos e iba a visitarlo a su consultorio. Estaba más delgado pero atlético y seguia con sus buenas costumbres de hacer deporte y cultivar sus conocimientos. Nos acordábamos de cosas del colegio pues estuvimos en cuarto y quinto , aunque por esas cosas que pasan no termino debido a causas fortuitas con un cadete de tercer año.El que tiene una paciencia de Job y es ms sano que zanahoria cruda pero asi fue

Tuvimos ocasión de verlo en el internamiento de las Bodas de Plata alla por 1989 donde se divirtió de lo lindo porque se salió del cuadro cantando y bailando y no se xq solo sale en un par de fotos. Ah es que se quedo sin tabas porque al despertar habia desaprecido. Ya eso es de otra cronica ( LAS TABAS DEL ANCLA)


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Felizmente gracias a Pedro Caballero y su acuciosidad encontramos la foto del equipo TRICAMPEON EN NUDO DE GUERRA

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Hoy Guille nos sigue mostrando toda su gama de conocimientos de todo tipo para orgullo de  la XIX POR SIEMPRE , donde con paciencia y agudeza nos responde a nuestras inquietudes.

Es nuestra fortaleza emocional 

Pepelucho

Julio2022

Muchas gracias estimado hermano Pepe Lucho por tus comentarios hacia mi persona y, por la descripción de aquellos momentos que, a la fecha son ya 60 años en que recién conocí y, con solo 13 años de edad, lo que era una competencia del llamado "Nudo de Guerra Militar" Personalmente, y estoy seguro para TODOS los integrantes del equipo,fue una tremenda y formidable experiencia de fraternidad, así como de esfuerzo físico, emocional y espíritual, para lograr la victoria de nuestra XIX Promoción TODOS unidos en UN SOLO CORAZÓN. Igualmente mi agradecimiento para nuestro hermano Pedrito Caballero, nuestro" Easy Reader" promocional. Prototipo de la voluntad inquebrantable y por lo mismo, hace posible lo imposible... Atraviesa a moto diversos Estados de USA, Alaska y si se lo propone, se va hasta el Estrecho de Bering y más allá aún .... Como no va a encontrar una simple fotito. Un fuerte abrazo a cada uno de Uds. y a todos los hermanos integrantes del Tri Campeón Equipo, del Nudo de Guerra del CMLP Viva la XIX Guillermo Ruiz







viernes, 15 de julio de 2022

 La vaca, el chivo, el perro… IV

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CARLOS CABREJOS-XXXI

carlos.cabrejos@telenet.be

 

Lo único que nos faltaba eran nuestras putas y unas cuantas cervezas y carcajear exageradamente a diestra y siniestra… de pronto, escuchábamos los gemidos de algunos perros que ya no podían con las ranas y dejaban de saltar y estiraban una y luego la otra pierna y con sus miradas nos pedían piedad, piedad de mí, mi gran señor… pero los sentimientos en el ejército son para los cojudos y reaccioné:

-¡Perros, un último en subir a sus roperos, y  no pisen sus camas, carajo

Los hicimos saltar varias veces y, poco a poco, cambiamos el tono de nuestra voz, nuestro comportamiento sería más relajado, mejor dicho el mío porque Henry Flores era ya el de siempre, ni militar, ni cachaco, ni abusivo, ni gran pendejo; para él, la única manera de pasar las horas en este cuartel era leyendo o jugando con una pelota o escuchando música o tirado en el grass, durmiendo como un chancho satisfecho.

 …  después de haber terminado con la gimnasia obligatoria nos pusimos como se ponen los grandes verdugos, King-Kong o Drácula después de haber saciado sus más feroces instintos, mostramos nuestro lado humano, frágil, conmovedor es la mejor manera sicológica de hacerles olvidar el odio de hace unos momentos y convertir su miedo en compasión; era la seguridad de que este incidente quedaría dentro de las cuatro paredes de la cuadra de los perros:

-Bueno, perros, como verán nos encontramos arrestados y vemos que han tenido visita de sus familiares y también vemos que ustedes han recibido “más” de lo que necesitan, nos es cierto?  -y, dirigiéndome  a mi compañero, la vaca hambrienta Henry, quien asintió cerrando los ojos y moviendo la cabeza ligeramente y apretando los labios para darle más teatro a la escena..

–Es cierto técnico Cabrejos. Y continué:

-Bueno siéntense en sus camas y conversen tranquilamente. El técnico Flores y yo vamos a dar una vuelta y cuando vengamos queremos ver la muestra de aprecio” que los alumnos tienen con nosotros, los técnicos castigados.

Cuando, de pronto, quien llegaría  a ser uno de mis amigos, el perrito simpaticón, enanito y bien educado Carlos Durand Matos tomó la palabra:

-Mi técnico, pero no faltaba más. Aquí tiene unas mermeladas y unos chocolates y además…

-Alumno Durand, gracias por su iniciativa y ésta que sirva de ejemplo para sus compañeros y, como repito, vendremos en unos momentos y espero ver la solidaridad de los perros con los técnicos castigados. -mientras salíamos de la cuadra de los perros, les previne:

-No se cuadren cadetes, comiencen a mostrar su amistad con los técnicos.

Esa tarde y todo el domingo nos la pasamos comiendo y jodiendo a los perros pero ya no a la mala sino divirtiéndonos y conversando…

Carlos Durand Matos, entró a la ENAMM en el 1979 y luego de recibirse en la especialidad de Cubierta fue un buen profesional y ejemplo para muchos egresados de la ENAMM . Hizo estudios de Post-Grado en Amberes y pudo aplicar sus conocimientos en la empresa marítima que fundó en los años noventa. Ahora, ya apartado de los negocios marítimos, reside en Miami donde pude encontrarlo hace un par de años y no alegramos mucho de este mini-reencuentro en la United States.

 En la ENAMM nuestra amistad se hizo más fuerte y nos vimos muchas veces en Amberes, Bélgica, donde vino a estudiar y siempre me lanzaba anécdotas de antaño y me hacía recordar algunos periodos negros de mi «vida sentimental».

–Recuerdas Carlitos Cabrejos cuando la Camenchu (una enamorada norteña muy simpática y bonita  que se llamaba Carmen), te dejó porque creía que eras un suboficial?

Ella vivía con su familia en la Avenida Brasil y venían del norte del Perú y de la ENAMM no sabían nada como mucha gente y recuerdo que la primera vez que me invitó a su casa a conocer a su madre y a su hermanito (un Oficial del Ejército recontra reglamento), les decía:

-Bueno yo lo que quiero en el futuro es conocer el mundo, aprender otras lenguas, conocer otras culturas, estudiar en el extranjero, etc. ; mejor dicho todo lo que podría alejar a Camenchu de la cuna familiar, luego me di cuenta que probablemente era mejor no pensar, como muchos de los de mi generación, en formar un hogar, y tener hijos porque así mis sueños de ver el mundo se frustarían. Y, así fue. Después de un par de visitas y algunos chapes y manoseos inocentes con Camenchu nuestra relación se esfumó en poco tiempo (mejor dicho la apagó ella) y, esta anécdota (que ya había olvidado) me la hizo recordar Carlos Durand Matos en Miami, delante de mi esposa Carola, quien por supuesto ya estaba advertida de mis travesuras prematrimoniales. «Mi amor, te contarán historias, la mayoría verdaderas, te dirán diferentes versiones de mi pasado, pero mirémoslo así, todo eso ha contribuido a ser quien soy y a amarte como te amo, y engullí con dificultad…».

A mi pata Carlos Durand Matos le dedico estas líneas de todo corazón y le deseo lo mejor en su vida personal y profesional. Sé que es uno de los motores de la Directiva de la  XXXIII y veo que ese sentimiento de hermandad con nuestros perritos de la XXXIII no es monopolio mío sino de todos los Tigres de la XXXI.

¡Qué buenos estaban tus chocolates y los pasteles de tu cuadra!

¡Descanso, rompan filas!

( Publicado en el Nº 189 DE LA Gaceta Leonciopradina)


La vaca, el chivo y el perro – III

 La vaca, el chivo y el perro – III

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CARLOS CABREJOS XXXI

carlos.cabrejos@telenet.be

 

Perder un fin de semana en tercero o cuarto era normal, comprensible y hasta saludable; pero perder la calle estando en quinto año era una gran desgracia.

Recuerdo como si fuese ayer la tarde de ese sábado y domingo que me quedé o, mejor dicho, nos quedamos arrestados yo y mi pata Henry Flores Puga (leer Lectura de Malacate VIII, mi amigo Henry). ¿Qué hacer? ¿Estudiar? que no joda el profesor de matemáticas y menos el de historia;  ¿Hacer deportes ? ¿Con el flojo de Henry ? ¿otra vez escucharle decir que su hermano tenía un contrato ese sábado para una fiesta en Miraflores y que sería su equipo de luces y sonido el que se utilizaría y que si hubiésemos estado de franco pudiésemos haber ido? todas estas especulaciones me ponían la piel de gato amargo y odiaba a todo lo que tenía algo que ver con este colegio de mierda, hasta a ti Henry !véte huevón! , anda lee tus revistas de mierda!», pero no.  En estos momentos cualquier compañía era mejor que la soledad y cualquier cigarrillo o trago haría olvidar la calle aunque sea por unas horas hasta el toque de silencio.  

-¡Vamos, compadre! -le dije al técnico Henry Flores Puga, mi pata del alma, éramos tan patas que hasta nos castigaban juntos. Éramos todo lo contrario. Yo, como todo buen chalaco, a todo le veía la pendejada, la familia de mi madre venía del Rímac y la de mi padre de todas partes menos de la clase media y la clase alta de Lima o sea que tenía buena formación para la pendejada. Henry, sin embargo, tenía una cáscara que no tenía nada que ver con el fruto. El cacharro de huachimán que se manejaba no coincidía con su comportamiento, y el volumen de su voz no inspiraba respeto ni a los ratones. Él estaba arrestado conmigo  ese fin de semana…

¡Flores -nunca lo llamé por Henry, que parecía su chapa-. Vamos a joder a los perros ! -su respuesta para mí ya no era sorpresa y como lo conocía bien sabía que lo único que tenía que hacer era dejarlo hablar, mirar al cielo esperando que termine su argumento y después lanzarle el epílogo:

-¿Ya acabaste?, bueno ¡vamos y no jodas, huevón!  -Yo y él éramos como Leoncio León y el tristón (serie de dibujos animados). Por supuesto yo era como el León y él un inteligente tristón.

-Oye, Cabrejos, para qué quieres ir donde los perros, vamos al casino a jugar ping-pong y a comernos unos piononos.

-Ándate a la mierda, huevón, primero que no tengo plata. Segundo que los perros acaban de recibir visita y deben haber recibido mejores manjares que los malditos piononos que tienen sabor a pelícano en este colegio de mierda y además antes de que nos toque a nosotros para jugar al ping-pong vamos a tener que fumarnos como diez cigarrillos que habrá que comprar, ¿Acaso tienes billete tú, andas igual o más misio que yo?

Alguien tendría que ser motivo de revancha. Este fin de semana habrían víctimas inocentes; a ver, ¿Los chivos? no, mejor no con ellos -me decía Henry- son demasiado bronqueros y ya no son tan huevones-. Entonces no quedaba más que la carne inocente, cojudita y temblante de los perros. Aunque tuve que convencerlo a Henry y, sobre todo, a darle un curso acelerado para dar órdenes y para fingir un bozarrón que él no tenía. Su voz fina, desentonada y con gallitos no inspiraba respeto ni a las hormigas y él lo sabía; pero debo admitirlo, me propuso una estrategia:

-Carlitos, mira qué te parece si entramos donde los perros cuando estos estén abriendo las encomiendas que la visita les habría dejado y solamente tú hablas y das las órdenes, después de todo,  eso es lo que te gusta, ¿sí o no, cabrejitos? te conozco como a mi hermano mayor; en eso sí se parecen.

Debió ser un sábado por la tarde a principios de abril  cuando sucedió este encuentro con los perritos de la XXXIII y en especial con el alumno-perro Carlos Durand Matos. Entramos en su cuadra y los grandes pendejos, que yacían en sus camas uniformados de kaki nuevecitos, relajados, hablando de la visita de sus padres que había terminado y saboreando una que otra delicia que aquellos les habrían dejado, de pronto escucharon de voz de uno de sus compañeros que nos vio entrar:  

-¡Atencióóóóón!

A nosotros, que entramos como el lobo feroz o como un par de hienas hambrientas, en el fondo nos gustaba esa sensación de poder y los vimos a ellos, los perros, guardar debajo de sus almohadas lo que sería en unos momentos nuestro. Estaban todos cuadrados como unos postes mirando al cielo, pero para acentuar nuestra presencia sádica agregué:

-¡Levante la cara, carajo! -mi compañero que tenía que hacer un esfuerzo para no cagarse de risa y sacar algo de su inexistente voz militar agregó con voz grave, gutural:

¡Mire su frente, perro!

De pronto, el silencio se apoderó de ellos y nosotros. Ellos temblaban, respiraban aceleradamente, algunos cerraban los ojos otros hacían esfuerzos para no pestañear. Nuestra presencia era una maldición para ellos.

-¡Para ranas 1-2 !  -y de inmediato se doblaron los cadetes del tercer año, mientras respondían:

-! 3-4 !     -y dimos la orden:

-¡A comenzar! -mientras ellos contaban y contaban y saltaban y saltaban nosotros nos dedicamos, así como hacen  los piratas, a rebuscar, desordenando, a olfatear como las ratas, a saborear con la mirada el botín que nos esperaba para la noche del sábado. Chocolates, conservas, galletas, mermeladas, eso parecíamos: ratas y piratas.

( Publicado en el Nº 188 de la Gaceta Leonciopradina)


UN PASEITO A LORA BEACH

Asi lo denominó nuestro querido Manuel cuando comenzó a coordinar la reunión anual en la casa de playa de nuestro hermano Miguel (a) La Lora...