martes, 17 de marzo de 2020

LA FAMOSA “ROMPEFILAS”




( Del Libro de Oro de la XIX promoción)


Se rompió el mito del nombre de  la “Rompefilas”

El viernes 7 de enero por la mañana, mantuve una cordial conversación telefónica con la Sra. Rosa Belaúnde Guzmán, cerca  de media hora, a  quien de cariño le dicen ”Tota”,  secretaria en el CMLP entre los años 1962 a 1969, recordando aquellos tiempos del coronel Armando Artola de quien guarda aprecio y consideración y de sus anécdotas, propias de la oficina,  que las chicas de aquel entonces recuerdan con mucho cariño.  Ella dice, “siempre he sentido nostalgia por el colegio”, y vive muy feliz con quien contrajo matrimonio, el teniente Moreno quien estaba destacado en el plantel; próximamente viajarán a EE.UU. a recibir a una nieta más.

Fue ocasión propicia para recordar algunos personajes que mantenían contacto con los cadetes, como fue el  electricista Arista, quien, al retirarse, pasó a trabajar a la Pilsen Callao y del enfermero Santos, Mamerto, que atendía por una propina  a los que se  “evadían” a la enfermería y que él conocía y curaba con  su famosa “pastilla”; me hizo saber que a Santos lo intervinieron quirúrgicamente  practicándole un trasplante  de hígado,  y que le fue colocado uno de chancho con el que actualmente vive y que tiene un negocio con su hermano, dicha operación fue realizada por un grupo de cirujanos que vinieron de Estados Unidos.La Sra. Belaunde es sobrina del Coronel Rodolfo Belaunde Ramírez, director del CMLP entre 1955-1957;  recordamos que era una de las más jovencitas y guapas del grupo de secretarias.

Gracias a una amiga de mi niñez que la conoce, pude obtener su número telefónico.  El motivo principal de mi llamada era saber de una vez por todas y romper el mito existente que si la “Rompefilas” se llamaba Estéfani o Carmen,  el nombre de aquella secretaria que nos inducía a la indisciplina, quien se hizo muy popular  sin mantener relación con los cadetes; existe de ella al menos una anécdota y un poema  consignada arriba y que nos indujo a indagar por ella.Enterado ahora que su nombre es M… V…, arequipeña ella, preferimos mantenerla en el misterio.  Tota nos relata que ella sí sabía del tumulto que producía y que, a propósito, caminaba como lo hacía, toda jacarandosa,  pues sabía muy bien que sería observada y que produciría desorden y suspiros en las filas, efectos  en los cadetitos que ella alardeaba con sus compañeras, quienes, disimuladamente, observaban y comentaban jocosamente mientras se dirigían a sus oficinas en medio de sabrosas sonrisas.


Ricardo González                                                                                        

AF.11.  LA ROMPEFILAS

He aquí una versión que la recordaremos una vez más, ya que nadie la puede haber olvidado,(y no sólo fue cuando éramos perros) que siendo jóvenes nuestras vistas estaban listas para observar cualquier cosa, y con mayor razón al sexo femenino y es más que estando internados, sólo nos veíamos nosotros mismos, puro hombres.

Recordaremos que por las mañanas , cuando escuchábamos el segundo pitazo en el interior del comedor, luego de haber  desayunado, salíamos corriendo hacia nuestro emplazamiento para formar por secciones, nuestro sector en 3er año era  el lado izquierdo del batallón dando frente a la cocina de oficiales, 4to. al centro y 5to a la derecha, tanto el brigadier como el monitor de sección pasaban lista, se apuntaban aquellos que irían a la enfermería y cualquier otra ocurrencia.

Cuando entregaban el parte al capitán de día en el estrado del pabellón central, teníamos que permanecer en posición de atención, … y  precisamente en ese instante como si fuera hecho adrede, salían del comedor  los empleados, bajaban la escalerita y se dirigían por la vereda que pasa frente a la cocina con dirección a   sus oficinas, en la 8va. ocupaba la primera fila y tenía campo abierto para mi visión.

En este grupo de empleados, había una secretaria de nombre  Mayola Valdivia que usaba a diario su  uniforme, cuya  blusa era de color blanco (en verano) y chompa roja (en invierno) ambas las llevaba muy ceñidas a su cuerpo, que ahora me parece que tenía unos kilitos demás , pero no era gorda. No recuerdo que haya mirado hacia la izquierda donde estábamos nosotros, pero si nosotros veíamos que “pasito a paso” iba  mostrando la voluptuosidad de sus senos y una faldita pegada también  tipo tubo color plomo claro y a una altura por encima de las rodillas, que nos permitía observar sus buenas piernas y sus “cuatro letras” bien formaditas.

El batallón de tercero, con la vista al frente teníamos este privilegio que no tenían los otros años, estábamos obligados a ver sus contorneos, habían dos o tres más secretarias, pero eran deformes y una era un poronguito, tal vez de algún deforme se ganaban también una mirada,  pero lo que estaban atrás, calculo a partir de la  tercera fila, ya tenían problemas para verla bien,  esto suscitaba a que  movieran sus cuerpos sea a la derecha o izquierda, en este momento se rompían las filas, se desordenaban, algún ingenioso  bautizo a esta flor, con el nombre de “La Rompefilas”, por ello se escuchaba que unos pasaban la voz a los otros, especialmente a los desatentos … ¡ahí pasa la rompefilas!.

Hasta la fecha tiene “ángeles” templados.


Adjunto unos versos dedicados a la “rompefilas”, que, en aquellos años,  justamente pasaba a las 7:30 de la mañana, frente a los cadetes del 3º, 4º y 5º año formados antes de ingresar al comedor. Coincidía con la hora de ingreso de los trabajadores civiles.
A ella la trajo el Coronel Armando Artola, arequipeña, de nombre Estéfani Valdivia de unos 22 años de edad, cuya característica era su caminar con “rebote” que es algo sin igual, era lo que más atraía; además, tenía ojos de vicuña color esmeralda con tremendas pestañas, no daba bola a los oficiales de menor rango, es decir, de capitán hacia abajo. Incluso, un teniente, de apellido Velasco, le dedicó estos versos que solo lo escuchaban los de su rango y los civiles: Eres tan bella, eres tan hermosa, no lograré que seas mía, pero de un pajazo no te escapas. También había otro teniente cuya chapa era Nikonka, pues solo atinaba a mirarla, tenía un tremendo carro pero era tan feo…  por eso lo de Nikonka.


Oscar Canqui (XX)                                                                                     



Aquí los versos del recuerdo de nuestro poeta Sammy Angulo:

RECORDANDO A LA ROMPEFILAS

De estatura era normal
quisiera haber sido dueño
de su cuerpo que era un sueño
de figura angelical

Sus piernas eran hermosas
invitaba a acariciar
y cuando se echaba a andar
provocativa y graciosa

La tercera compañía
o todito el batallón
entraba en confusión
cada vez que aparecía

Agacharse a recoger
o el mirarse la espalda
y acomodarse la falda
era parte del ritual

Redondita de revés
voluptuosa por delante
ansiaba por un instante
abrazarla alguna vez

Muy estrecha su cintura
de caderas bien torneadas
nos regalaba miradas
que provocaba locura

Al marcharse y al venir
con su suave movimiento
haciéndolo siempre lento
le gustaba seducir

El regimiento hormonal
que alerta siempre esperaba
de inmediato se paraba
para un pecado venial

La tienes ya en la mente?
era siempre el mañanero

acertaste compañero
la
Rompefilas, presente

Sammy                                                                                                         

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