CAMPAÑA DE FIN DE AÑO CMLP 1965
Hace un tiempo ya, un compañero del CMLP puso en el FB una foto del año 1965 en que muestra a un grupo de cadetes de la XX promoción a la cual pertenezco, pasando “rancho” en plena campaña de fin de año, igualmente yo encontré otra de la misma campaña en la que aparezco con otros compañeros (yo soy el cuarto de izquierda a derecha), la cual me trajo al presente gratos recuerdos de esos días, eran los últimos días de 1965 ya vivíamos nuestros últimos momentos en el colegio (alegres por terminar , sin imaginar cuánto extrañaríamos sus aulas e instalaciones con el paso de los años), habíamos ingresado al CMLP en el año 1963 siendo casi unos niños y luego de tres años de preparación tanto física como mental, veríamos muy pronto lo que seríamos capaces de lograr físicamente; días previos a la campaña final, nos habían dotado de todo el equipo necesario para la fecha señalada, un fusil Mauser modelo original peruano con su respectiva bayoneta, un casco, mochila, morral, cantimplora y una parte de la carpa de campaña con sus estacas y cordeles, dos cadetes completaban la pequeña carpa que era sólo para dormir a la cual ingresabas rampando ya que su altura no sobrepasada de unos 90 cms. más o menos, no recuerdo con precisión el día que siendo aún de noche (durmiendo en las cuadras del pabellón de quinto), sonó el toque de diana para levantarnos, apresuradamente nos vestimos y nos pusimos nuestros equipos, pasamos rancho y luego nos embarcaron en camiones con el cielo aún oscuro, hacía los arenales de Lurín, llegamos temprano por la mañana, nos bajaron de los vehículos y nos fuimos internando en los arenales de la zona hacia el punto de concentración fijado, marchamos como unos veinte kilómetros cargando todo nuestro equipo, al inicio no sentíamos el peso del mismo pero conforme pasaban los kilómetros caminando a un paso determinado y manteniendo una velocidad pareja en un suelo arenoso, el peso se hacía cada vez más notorio, algunos compañeros habían cargado sus mochilas con latas de conservas de las que se fueron liberando en el camino, marchábamos en dos largas columnas, cuando llegamos al punto de concentración, formamos tres campamentos separados cada uno por unos cincuenta metros más o menos, procedimos a instalar las carpas bi personales y esperar las instrucciones de combate, la verdad fue un gran alivio quitarnos todo el peso del equipo que cargamos por casi 20 kilómetros, la misión era recuperar un cerro que había sido invadido por el enemigo, cada campamento constituido por una compañía (eran tres), estaba conectado entre sí por una red de comunicaciones alámbricas e inalámbricas, las inalámbricas eran los equipos de radio comunicaciones a batería con una gran antena, era portado por un cadete que tenía que estar al lado de un oficial en todo momento, incluso en el teatro de operaciones, y las alámbricas eran constituidas por unos teléfonos que para comunicarse había que levantar el fono y mover una pequeña manivela haciéndola girar en círculo rápidamente desde su eje, estaban conectados a una red de cables que se desplegaron en los tres puntos de concentración, interconectándolos entre ellos, precisamente a cuatro compañeros y a mí nos asignaron a un equipo de comunicaciones, nuestra misión era desplegar e interconectar el punto de comunicación telefónica correspondiente a la primera compañía con las otras dos, para ello teníamos que cargar entre cuatro una enorme y pesada bobina de cable enrollado, había que cruzar una gruesa barra de fierro a través de su eje y cargarlo por varios metros mientras el quinto iba desenrollándolo hasta conectarlo en determinado punto a otro teléfono para la coordinación y comunicación de los oficiales con el centro de comando.
En ningún momento desde nuestra llegada, tuvimos un momento de descanso, la actividad era intensa preparando y organizando el ataque, los mensajeros iban de un emplazamiento a otro con mensajes y órdenes de combate, al llegar la noche la oscuridad era total, no se veía a más de 10 metros aproximadamente, a los centinelas se le comunicó el “santo y seña” que debían responder los que se acercaran al campamento, según me contaron porque yo no lo vi, a un capitán de otro año que nos acompañaba y que no era muy apreciado en la promoción, los centinelas de turno al ver que se acercaba al emplazamiento le pidieron el santo y seña en medio de la oscuridad ( ya sabían de quién se trataba), y al no responder a tiempo le hicieron un apanado, luego argumentaron como disculpa que habían creído que se trataba de un compañero y debido a la oscuridad de la noche no lo habían reconocido, la verdad es que nunca supe si fue cierto o invención; en la noche y a lo lejos, apenas se distinguían las luces de los otros emplazamientos.Luego de pasar el rancho de la noche que fue llevado en camiones, nos dieron la orden de acostarse, pero para meterse a las carpas había que arrodillarse e ingresar rampando, nos cubrimos con las frazadas y nos quedamos dormidos hasta el día siguiente en que fuimos despertados muy temprano por el toque de la diana, desayunamos y nos convocaron para explicarnos el plan de ataque, la misión como ya les dije, era recuperar unos cerros tomados por el “enemigo”, nos ubicaron en las faldas de los cerros en total sigilo y “armados hasta los dientes”, apenas nos dieron la orden de ataque empezamos a subir por los cerros a la carrera y gritando fuertemente, los tenientes que comandaban las compañías iban a la cabeza de la tropa, de cuando en cuando volteaban a observarnos y ver si subíamos tan rápido como habían sido las ordenes, a los más rezagados les tiraban pequeñas piedras para que aceleraran el paso de la subida, una vez coronadas las cimas, la algarabía fue total, habíamos cumplido con los objetivos y logrado la victoria mandando al enemigo de regreso al sur (jajajajajaja), luego nos regresamos a la zona de campamento para continuar con las rutinas y labores, una de ellas fue enrollar nuevamente con mis compañeros del equipo de comunicaciones, el cable de teléfono a la pesada bobina, fue una ardua labor porque el cable estaba semi enterrado en la arena, al final terminamos cortándolo con una bayoneta para acabar con la pesada labor, dejando enterrado unos cuantos metros.
Para pasar rancho, nos hacían formar en largas colas para recibir nuestra ración que era servida en unos recipientes metálicos que formaban parte de nuestro equipo de combate y que luego de terminar la comida los limpiábamos con la arena del lugar para sacarles la grasa y para que quedaran limpios y pulidos, el agua para rellenar las cantimploras y para el aseo era llevada en camión cisterna; para poder asearnos poníamos el casco como recipiente y una vez lleno lo usábamos como lavatorio, tratando de aprovecharla al máximo, fueron tres días de intenso trajín y emociones, cada grupo o individuo de la promo seguramente tendrá muchos recuerdos de esos días, ya que pasaron numerosas experiencias, recuerdo que la última noche que pasamos en el arenal, algunos compañeros por joda, se tumbaban las pequeñas carpas con los cadetes que dormían dentro de ellas, desamarrando las drizas o desenterrando las estacas y se escondían rápidamente en la oscuridad, una de ellas fue la mía, mi compañero y yo estábamos tan cansado para volverla a armar, que lo único que hicimos fue taparnos además de la frazada con la que dormíamos, con las lonas de la misma, es decir, dormimos al aire libre hasta el día siguiente, felizmente esa noche no me toco vigilancia; al día siguiente se procedió a levantar el campamento (por lo menos mi carpa ya estaba desarmada jajajajaja), e iniciamos la caminata hasta la carretera donde nos esperaba la movilidad para regresar al colegio.
Llegando a Lima y estando en una de las esquinas del colegio que da a la Costanera, los camiones se detuvieron y nos dieron la orden de bajar, nos hicieron formar con todo nuestro equipo a cuestas e ingresamos marchando y cantando al colegio, casi todos teníamos la cara reseca y cuarteada por el sol, algunos teníamos los labios pelados, pero contentos de haber experimentado y ganado la famosa “Campaña Final”.
A los pocos días dejaríamos el colegio (como alumnos), para siempre y para enfrentarnos a nuestras vidas.
Ufff que recuerdos ¡!!
J.V.CH
XX PROMOCION
2ª. Sección
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