LA SEGUNDA Y TERCERA PROMOCION
Terminado el verano del 45 regresamos a La Perla a reincorporarnos a nuestras tareas estudiantiles, esta vez lo haríamos en calidad de "aspirantes", el año anterior habíamos dejado de ser alumnos, ahora tendríamos "autoridad" sobre los ingresantes que pertenecían a la segunda promoción y a los que en la jerga cuartelaria se les denominaba "perros". Cada uno pensaba en el o los "perros" que escogería para ponerlos bajo su protección; hubo más de uno que pretendió formar una jauría. Yo había gozado de unas vacaciones inolvidables en Jauja a donde viajé formando grupo con Mario Contreras Solís y el erótico Lucho Ravines García. Fuimos recibidos con admiración y envidia. Nuestros uniformes negro y azul añil con gorra blanca causaban sensación entre las jaujinas y pronto fuimos los invitados-estrellas de cuanta fiesta se realizó en la ciudad. Lucho Rosales que era cadete-técnico en la Escuela Militar de Chorrillos nos tomó bajo su dirección y junto con José Bravo cadete de la Escuela de Aviación y Julio Galarza de la Escuela de Policía formamos un sólido grupo de amigos que rayamos en cuanta ocasión se presentó. De ellos, veteranos en muchas lides, aprendimos mucho; también el saber llegar al corazón de las jaujinas, ávidas de aventuras amorosas y con el corazón abierto para "amores de estudiante". Ravines se convirtió en un campeón y trabajó a tiempo completo para cumplir con todas las enamoradas que había acumulado en muy poco tiempo. Los carnavales fueron de antología y el exclusivo Casino Jauja fue testigo de nuestras hazañas en el baile y el canto. Agotados pero contentos, con una nostalgia grande, una tarde de marzo dijimos adiós a Jauja y retornamos a Lima.
El colegio se había transformado en pocos meses, las obras de remodelación y acondicionamiento del local estaban avanzadas y nos anunciaron que en pocos días se incorporarían los noveles cadetes que conformaban la segunda promoción. Había nuevos jefes y oficiales y también profesores y emplea-dos. Como Jefe de Batallón había sido nombrado el Mayor EP Luis Jordán Becerra, quien tenía como adjunto al Sub-teniente Rómulo Reaño. El Capitán Jefe de Año de la primera era Hipólito Díaz y. los instructores, los tenientes Rodolfo Rake, Jorge Barandiarán y Augusto Llosa, también los Sub-teniente José Arrieta y Andrés Condado.
Ese año, el entonces Teniente Alfonso Llosa y Llosa, de ancestros arequipeños, fue incorporado a la plana de oficiales y desde el primer momento dio muestras de energía, pero también de ponderación y comprensión. Muchos años después, lo vimos cargado de canas y experiencia convertido en consultor finan-ciero internacional acompañando a Hugo Ancieta en sus afanes por establecer sus empresas en el Perú.
Las vivencias, los recuerdos y las anécdotas del ingreso de los más de trescientos cadetes de la segunda promoción son abundantes; cada uno debe tener recuerdos gratos e ingratos de sus primeros días en el internado y del trato con los "aspirantes" de la primera, muchos de los cuales fueron radicales y hasta crueles en sus prácticas del bautizo a los noveles ingresantes. La condición de cadetes "más antiguos" y de año superior daban rango y categoría y también privilegios en el trato, la obediencia, el saludo servían para ir sentando el principio de la disciplina. La visión y evocación de los primeros días en el CMLP corresponde al ámbito estrictamente personal y como no podría referirme a tantas experiencias, recurro a las de mi vecino el periodista Gilberto Escudero, hermano de Gustavo nuestro condiscípulo que además fue su protector en esta etapa inicial.
Sostiene don Gilberto en medio de sus clásicas y estentóreas carcajadas, que tiene muchos recuerdos del día del Ingreso, así como de los primeros días pasados en el colegio, y naturalmente de los tres años de vida en común de los casi 300 alumnos que conformaban la segunda promoción. Con referencia al CMLP ha habido algo en lo que siempre hemos estado de acuerdo, esto es en el hecho, que el Colegio Militar empezó como el gran intento del General José del Carmen Marín, de trabajar indesmayablemente para que la juventud que se educaba en el CMLP lograra obtener su identidad nacional y se integrara. Este era un proyecto cabal y plausible, lástima que pese a los 50 años transcurridos aún no se haya concretado esta sentida aspiración nacional.
Gilberto es mi vecino y desde su bunker del jirón Huiracocha donde realizó jaranas de antología en la época de las vacas gordas del velasquismo, controla un servicio informativo secreto de la más alta calidad. Tenemos profundas, insalvables discrepancias políticas. Yo como lo he escrito en estas páginas soy acciopopulista desde las horas aurorales de AP y, como tal, he sufrido persecución y cárcel. Escudero es velasquista y siempre fue golpista y como tal participó en actividades conspirativas contra los regímenes de Odría, Manuel Prado y con Velasco en octubre del 68 conspiró contra Belaunde.
Pese a estas abismales diferencias de concepción política, siempre hemos mantenido cordiales relaciones amicales, vecinales y leonciopradinas, él dice que tiene la particularidad de procurar hacer amigos, nunca enemigos y que los tiene en todas las tiendas políticas, se cree una especie de Kim del Perú, émulo del Kim de la India de Rudyard Kipling, el amigo de todo el mundo.
Concretada la idea de escribir "El Primer Eslabón de Oro" en homenaje al quincuagésimo aniversario de nuestro ingreso al CMLP, he comprometido a Escudero para que se encargue de escribir el segundo tomo de esa cadena de fraternidad que empezamos los de la primera y continuarán los de la segunda pro-moción, para así sucesivamente proceder con cada promoción. Gilberto dijo que tomará la posta con entusiasmo y sé que ya empezó a darle vueltas a su imaginación para hacer viable este proyecto que pretende dar continuidad a la historia leonciopradina y sus protagonistas. Es así, como quien no quiere la cosa, le pedí me adelantara algo de sus apreciaciones, recuerdos y anécdotas del CMLP desde el día que llegó al Colegio y del impacto que le produjo en su alma juvenil esta aventura leonciopradina. Me respondió más o menos así: "Tengo muchos recuerdos del día del ingreso, así como de los primeros días que pasamos en el colegio, y naturalmente de los tres años de vida en común de más de 300 alumnos que formábamos la segunda promoción, De todo el cúmulo de emociones y recuerdos, hay algo que impresiona más y para mí es la forma cómo los de la primera nos pretendían poner anteojeras, de la misma forma como a ustedes seguramente se las pusieron oficiales y suboficiales y que ustedes nos corrían traslado. Por anteojera me refiero a la forma como se nos inicia en la dura guerra de la disciplina, mediante el artificio del bautizo o de la aplicación de los principales títulos del Reglamento de Servicio Interior, uno de los cuales dice más o menos: "las órdenes se cumplen estrictamente sin dudas ni murmuraciones, siendo el superior que las imparte el único responsable de ellas". Recuerdo que como en todo internado, yo venía de estarlo en el Colegio Guadalupe, y en esa época para haber estado interno dos años había que tener unos cojones bien rayados, no debías dejarte joder por nadie, de lo contrario resultabas, un buen día, convertido en maricón,
También era casi normal, que algún alumno pretendiera ser el "capo" en la sección o en el año, ya sea por astucia o por fuerza física. Son éstos los guapos, o, como los llamábamos en jerga, los "guapangos", los que se la querían dar de valientes, los pendejos que le sacaban la mugre a todo el mundo, los que abusaban de su fortaleza física para imponer sus ideas y decisiones a como diera lugar. Estos, a veces, no se daban cuenta que había otro, que sin ningún tipo de alardes, a la hora de la verdad, sabían poner a los "guapangos" en su sitio.
"El CMLP no podía escapar a esta regla, y desde el primer día escuchamos las balandronadas de uno de nuestros compañeros de la primera sección, donde se suponía estábamos los más altos y fuertes de la promoción. Nadie respondía ni una sola palabra a todo lo que vociferaba este "valiente alumno".El era relativamente alto, bastante fuerte, mostraba su recia musculatura paseándose en camiseta por el dormitorio, que en el argot militar se llamaba "cuadra". Entre otras cosas el "guapango" nos arengaba para no dejarnos pisar por ningún elemento de la primera promoción. No hay que dejarse pisotear por ningún cojudo de la primera decía. A mí que no me vengan con vainas, bautizos y órdenes que yo no quiera cumplir; a quien me ordene algo, le saco la mierda en el acto. No permitiré que nadie abuse de mí. No le tengo miedo ni al diablo y me rompo el alma con el más pintado, ¡carajo! Los 30 alumnos de la primera sección, la de los viejos, fumadores, borrachos y cacheros teníamos la oreja parada. Unos hacían como que arreglaban sus roperos (aquí se llamaban taburetes), otros acomodaban sus camas para dejar los cobertores sin una arruga, algunos lo escuchaban con paciencia, moviendo la cabeza con sig-nos de aprobación, pero nadie se atrevía a contradecirle o res-ponderle directamente"
"Finalizada la arenga, que no era otra cosa que un llamado a la subversión salió de la cuadra el "guapango" bamboleándose como un bandido. Entonces comenzó el chismorreo entre los oyentes. Todos querían saber cómo se llamaba, quién era, de qué colegio provenía, etc. No faltó algún informado que se las sabía todas y empezó a explicar que el "guapango" se llamaba Armando Sologuren Sarmiento, que era hijo de un General del Ejército, y que sus hermanos eran militares; que estudió en el colegio de Miraflores en donde también residía y que su mamá era una acaudalada dama de Puno. Realmente resultó increíble que en un santiamén se hubiera acumulado tantos datos sobre el desconocido".
"Aparentemente todo era verdad y esto condujo a efectuar diversas conjeturas. Unos opinaban que Armando tenía el respaldo de su familia que, con su papá General, carajo, quién lo echaba del colegio o quién se atrevía a bautizarlo o hacerle algo. El osado de la primera promoción que se atreviera con él, la iba a pasar muy mal. Seguro que quien se atreviera se jugaba su permanencia en el plantel. Evidentemente Sologuren se sentía superprotegido, de ahí sus bravatas. Pues bien, el primer día no hicimos otras cosas que recibir nuestras prendas de vestir (uniformes) y las de aseo y cama. Nos enseñaron cómo debíamos tender las camas, siguiendo modelo establecido, tanto para después de levantarse, como para dormir. Se ordenó que colocáramos nuestras marcas en todas las prendas que íbamos a usar, tanto para que no se confundieran cuando fueran llevadas a la lavandería, como para evitar sustracciones por parte de los amigos de lo ajeno. También tuvimos una ceremonia de recepción, en el curso de la cual, nos dirigió la palabra el Coronel-Director, del que tenía referencias por haber escuchado hablar de él en mi casa y en la de otros familiares, ya que eran sus paisanos, es decir del Departamento de Amazonas. Mi madre era de Chachapoyas y Marín había nacido en un pueblito cercano a esta ciudad y que se llamaba Huayabamba. Se contaban muchas historias sobre Marín. Su carrera militar era brillante, pero por encima de todo destacaba su clara inteligencia y sus dotes personales. Con mucho tacto y tino y a fin de evitar conflictos, Marín había designado padrinos de los recién ingresados a los alumnos de la primera promoción y éstos se acercaron a las cuadras a buscar a sus ahijados a fin de orientarlos y aconejarlos de la mejor manera de pasar los días en el internado"
"Se quería evitar que se procedieran a ejecutar esos conocidos y famosos bautizos de las Escuelas Militares. Los padrinos debían ser guías y enseñarnos los secretos de la vida en el cuartel y la forma como debíamos comportarnos frente a Je-fes y Oficiales, también con los cadetes de 4to. año. Hasta en esta disposición estuvo atinado Marín, quería evitar abusos. Los alimentos correspondientes al almuerzo y la comida (que aquí se denominaba rancho) los tomamos en el comedor de cadetes y en la noche, luego de pasar lista y antes de dormir nos sirvieron té con eucalipto, bastante caliente, para entrar en calor y para evitar la picadura de los zancudos. que esa noche zumba-ron como escuadrillas de aviones, sin cumplir su objetivo de picar, nos habían premunido de excelentes mosquiteros. Casi todo el mundo durmió a pierna suelta, vencidos por el cansancio ocasionado por las diversas actividades del día, que fue lleno de descubrimientos, emociones y también temores".
"Al clarear el nuevo día en La Perla, antes de las seis de la mañana, un estridente toque de corneta nos despertó, era el toque de Diana, que así llaman los militares al toque que indica levantarse. Hasta la fecha no comprendo el porqué de esa denominación. Diana es una diosa de la mitología romana, que se identifica como la diosa griega Artemisa, que era hermana de Apolo, y se le representa con un arco y un carcaj de flechas; es la diosa de la caza y la castidad. Pues bien, producido el toque de Diana ingresó a la cuadra un oficial, seguido de un sub-oficial, los cuales en alta voz nos indicaban levantarnos con rapidez, haciendo hincapié en que dejáramos nuestras camas bien tendidas según el modelo pre-establecido. Había que correr hacia los baños para procurar lavarnos. Casi con frecuencia no había agua en los lavaderos y ahí mismo comenzaba nuestro vía crucis. Encontrar agua para presentarnos a formar filas lavados y peinados era casi una odisea. Menuda tarea aquella. Recuerdo que en una oportunidad, uno de los noveles cadetes, en su afán por encontrar agua logró su objetivo utilizando el agua acumulada en el tanque de un retrete, enjugándose y llegando al extremo de cepillarse los dientes; en fin, estos son recuerdos inolvidables que nos llevan a comprobar en qué condiciones tuvimos que vivir en el colegio".
"Pronto, y como aún no estaban concluidas las tareas de remodelación de las aulas, los instructores y suboficiales nos comenzaron a enseñar cómo se ejecuta el famoso "paso de ganso" imitando en cierto modo la forma cómo marchaban las tropas hitlerianas. Había que levantar las piernas lo más alto posible, sin flexionar la rodilla. El ejercicio marcial duró cerca de una hora y luego nos ordenaron ir a duchamos y salir a formar filas para pasar al comedor a tomar desayuno. Era nuestro primer desayuno y el mismo consistió en un plato de avena (decían que tenía leche, yo no me di cuenta de esto), una taza de café con leche y dos panes con mantequilla. La leche era servida en jarras que contenían diez raciones. En cada mesa se sentaban diez cadetes uno de los cuales era el jefe de mesa, esto es un cadete de cuarto año".
"Como aún no estaban concluidas las aulas, después del desayuno nos dejaron libres para seguir ordenando nuestras cosas, pegando marcas, ordenando el taburete, lustrando los borceguíes. Casi un mes duró la falta de clases y pronto estaríamos en nuestras casas, pues, la primera salida había sido programada para el día de la madre. Estuvimos cerca de dos meses enclaustrados y sin poder salir a la calle".
"Más o menos a las cinco de la tarde del segundo día de estancia en el Colegio, apareció en nuestra cuadra, un cadete de la primera promoción. Estaba solo, era alto, espigado y tenía una cara más larga que un domingo sin plata. Su voz era fuerte y dura. Desde la puerta tronó: ¡cuartelero! Era un grito hosco, malévolo, frío, que puso en alerta a quienes estábamos en el dormitorio (el cuartelero era el encargado de cuidar la cuadra en el transcurso de la semana. Todo lo que pasase en la cuadra era de su responsabilidad). Por orden alfabético le tocaba esa semana al "chuncho" Acosta Rodríguez Emilio, quien de inmediato respondió en perfecta posición de atención ¡presente mi cadete! Oiga usted prosiguió el cadete visitante, - cuando un superior ingresa a una cuadra, el cuartelero debe estar alerta y dar la voz de atención para que los que estén en la cuadra formen delante de sus camas en posición de firmes. Como usted todavía es novato, esta falta se la paso por alto, pero recuerde siempre estas indicaciones. Pasó su vista por toda la cuadra y con paso lento, pero seguro de lo que hacía, llegó hasta el fondo del dormitorio, escudriñando a cada uno de los que estábamos ahí. Terminando su paseo de "inspección" le dijo al cuartelero: ustedes no son más que perros y no debían hablar sino ladrar; pero a ver dígame ¿cuál es su nombre? Emilio Acosta Rodríguez respondió el aludido y enseguida dio la sección a la que pertenecía y su número de inscripción. Acosta era achinado, medio colorado y en su manera de hablar era "charapa", su cara estaba siempre sonriente y daba la impresión de estar burlándosé de su interlocutor".
"El cadete al escuchar la respuesta y ver la cara de Acosta, lo tomó del cuello y acercando su cara a la de Acosta, le dijo: usted me ha visto cara de cojudo, me ha visto orinando, o quiere dársela de gracioso. Acosta enmudeció, el cadete lo soltó y preguntó: dígame cuartelero, ¿está presente aquí Armando Sologuren Sarmiento? Acosta dirigió la mirada al centro de la cuadra y respondió: sí mi cadete. El cadete volteó hacia donde miraba Acosta y preguntó al que estaba ahí parado: ¿es usted Sologuren? sí mi cadete -respondió- el aludido. El cadete lo miró de arriba a abajo al tiempo que le ordenó: sígame. Ambos salieron de la cuadra, y el cadete seguido de Sologuren se dirigió al centro del patio. Pronto se generó un clima de tensa expectación, algunos de nosotros lo seguimos de lejos, otros se pegaron a los vidrios de la ventana, todos queríamos conocer el desenlace de este episodio.
"Armando Sologuren "el guapango de la primera" y el aún desconocido cadete de la primera promoción a quien nadie identificaba por su nombre, tenían que chocar de algún modo, no había salida posible. Todos comentábamos que el choque iba a ser violentísimo. Sologuren no se dejará joder, era el comentario generalizado. Ese pobre cadete no sabe con quién se ha metido, seguro que se llevará el gran chasco de su vida. Otros decían, parece que es un maldito, mientras que los más tranquilos creíamos que las cosas no tenían por qué llegar a mayores".
"Cuando llegaron al centro del patio, el cadete miró de frente a Sologuren que se encontraba en rígida posición de atención. ¿Ha remachado Ud. las hombreras de su polaca? preguntó el cadete y en el acto agarró una de ellas y con un jalón la descosió con facilidad. Antes Sologuren había pronunciado un débil "sí mi cadete". El cadete tiró la hombrera al suelo a tiempo que vociferaba en la cara de Sologuren: mentiroso de mierda, no está remachada. Enseguida cogió la otra hombrera le dio un tirón y también la descosió; ah cojudo -decía- el cadete, ésta tampoco está remachada; continuando con su metódica labor de destrucción, le descosió los dos bolsillos de la polaca, los que quedaron colgando del pecho de Sologuren. Siempre vociferando, el cadete continuó su labor destructiva en forma implacable. Metió las manos en los bolsillos del pantalón y de un solo jalón abrió la costura hasta la boca misma de cada bota del pantalón, dejando al alumno Sologuren, que dicho sea de paso, soportó estoicamente el atropello, parecido a un espantapájaro. Terminada su demoledora obra el cadete ordenó a Sologuren: vaya y remache todo su uniforme que más tarde regreso para otra "visita de inspección"
Sologuren retornó a la cuadra rápidamente. Su estado era calamitoso, daba cólera y risa ver cómo lo había dejado el desconocido cadete. Se comenzó a desvestir, no sin antes mirar a todos los que estábamos en la cuadra y gritar: al primero que se ría le saco la mierda, luego sacó aguja e hilo y se puso a reparar el destrozo que le había causado el desconocido cadete de cuarto año. Sin dejar de mentarle la madre a todo el mundo y maldiciendo su perra suerte, demoró dos días en reparar su uniforme. De inmediato, como era de rigor en casos como éste, empezó a funcionar el servicio de inteligencia y pronto supimos que el desconocido cadete respondía al nombre de Roberto Mac Lean Ugarteche, niño bien miraflorino y que era sobrino del Presidente de la República doctor Manuel Prado y Ugarteche.
"Fuimos informados cómo fue el ingreso de Mac Lean al colegio, cuentan que fue su madre quien lo llevó de la mano para que participara en el concurso de ingreso y que una vez finalizada la selección alcanzó una vacante aun cuando él todavía utilizaba pantalones cortos, y, como era hijo de mamá, ella vigilaba amorosamente todo lo concerniente a su hijito. Cuando todos los cadetes fueron al sastre para que les confeccionaran los uniformes, la mamá de Roberto, solicitó que a su hijo no le pusieran pantalones largos, en razón de que "era todavía un niño". Cuando le explicaron a la señora que no podían atender su pedido y que Roberto tenía que usar pantalones largos como los demás cadetes, la amorosa madre, quiso transar aceptando que finalmente su hijito usara pantalones bombachos, es decir, estilo golf. Los oficiales encargados de estos menesteres, pasaron las de Caín para convencer a la obstinada señora, que Roberto usara uniforme con pantalones largos igual que sus demás compañeros".
"Con esta historia sobre el cadete brabucón, que en contados minutos había bajado las ínfulas matonescas de Sologuren, no nos quedó más remedio que matarnos de risa. Un hijito de mamá, había quebrado a un "guapango". Increíble pero así fue".
"Armando Sologuren Sarmiento falleció hace algún tiempo y en su memoria debo señalar que siempre fue un noble y leal compañero, un excelente amigo y que esta anécdota no empaña su límpida trayectoria en el CMLP".
"Como este caso risible a todas luces, que, evocado a la distancia de casi 49 años provoca aún mayor hilaridad también me tocó vivir fuera del Colegio, algunos hechos dramáticos, como es el que se refiere a Amancio Caldas Romá, un mocetón fuerte, natural de Ica, eximio basquetbolista que al finalizar el colegio ingresó a San Marcos a estudiar Geología al igual que yo mismo y Roger Egoavil Lucich a quien llamábamos Perón, por su extraordinario parecido con el Presidente de la República Argentina. Caldas se graduó como ingeniero geólogo y se fue a trabajar en el Instituto Geofísico de Pucallpa; yo había cambiado mi vocación de geólogo por la de periodista y me encontraba trabajando en el diario "El Comercio". Un día me ordenaron que me hiciera cargo de cubrir la información sobre el accidente que había sufrido un avión de pasajeros que cubría la ruta Lima-Pucallpa. El avión pertenecía a la Compañía Tapsa, con la que de inmediato me comuniqué para averiguar los detalles del lamentable suceso. La Empresa me hizo saber que esa misma mañana, aviones de la Compañía iban a efectuar vuelos de inspección rastreando la zona del posible accidente y que me invitaban a volar con ellos. Llamé un fotógrafo para ir en la misión y se presentó Laco Igartua (hermano de Paco, director de la revista Oiga) el cual me pidió que lo llevara en ese vuelo, accedí al pedido y de inmediato nos encaminamos al Aeropuerto. En Lima el clima era frígido, estábamos soportando un crudo invierno y llevaba ropa adecuada, estaba vestido con terno y corbata (eran tiempos en los que era obligatorio estar vestido así para desempeñar labores de redactor en "El Comercio"). En poco tiempo nos embarcamos en un Tapsa y emprendimos viaje rumbo a la selva, antes nos informaron en la compañía que sería un viaje de ida y vuelta y que a más tardar a las cinco de la tarde estaríamos de regreso.
Yo no tuve tiempo de avisar de este viaje a mi casa, pensé que íbamos a regresar el mismo día y por tanto mi familia no se enteraría, de el.
Cuando nos encontramos en pleno vuelo, por radio nos avisaron que el avión siniestrado había sido localizado a unos 10 ó 15 minutos de vuelo de la ciudad de Pucallpa, en la zona denominada Cordillera del Shira. Los ejecutivos de la nave, decidieron volar por la zona del accidente, de tal forma que desde el aire pudimos apreciar la nave, a la que se pudo fotografiar; luego decidieron aterrizar en Tournavista a fin de establecer en ese lugar el centro de operaciones para el rescate, el mismo que debía efectuarse de inmediato. De esta manera me vi en plena selva vestido de terno y corbata y soportando un calor que fácilmente pasaba los 35° centígrados. En la mercantil de Toumavista compramos ropa ligera para la selva y nos preparamos para participar en la expedición. Cuando después de mil peripecias pudimos llegar al lugar del desastre, nos encontramos con un espectáculo dantesco. Uno a uno íbamos reconociendo los restos calcinados de los infortunados pasajeros y yo me encontré frente a uno que estaba casi intacto, era Amancio Caldas Román, mi amigo y compañero de estudios. ¡Qué impresión tan dolorosa me produjo ese hecho! Paz en la tumba de quienes se nos adelantaron en el viaje sin retorno".
"La segunda promoción tuvo tres directores en el CMLP. Ingresamos cuando era director el coronel José del Carmen Marín al que reemplazó el Comandante Leonidas Astete Luna interinamente hasta que se hizo cargo del puesto el Teniente Coronel Juan Mendoza Rodríguez, bajo cuya dirección egresamos el año 1947.
Con referencia a ellos Escudero sostiene: "Sin lugar a dudas éstos fueron tres militares que le dieron brillo al CMLP por la calidad profesional que poseían. Creo que jamás se dio una conjunción de personalidades tan destacadas en el comando de una institución similar a la nuestra. Si bien es cierto que Marín además de sus reconocidas cualidades como militar, ingeniero o matemático, fue un maestro por vocación y temperamento, no le iba a la zaga Mendoza de quien se decía fue el ideólogo para la creación del CMLP y Astete que mientras fue director demostró capacidad y entrega excepcionales. La segunda promoción tuvo la suerte de tener estos directores. Además de sus filas salió Duilio Poggi Gómez, el juvenil héroe civil que perdió la vida en manos de un hampón por defender la dignidad de una dama. Conocí de cerca a Poggi cuando estuvimos internados en la enfermería del colegio y me pareció un muchacho excepcional, con gran madurez pese a sus pocos años".
"La segunda promoción dio al CMLP atletas como el negro Agostini que era una saeta; el gordo Miró Quesada que nunca había sido lanzador de nada y terminó como campeón de lanzamiento de jabalina; el flaco Sanguinetti o el loco Pomareda que fue campeón en 400 m. planos y el fútbol, "la saeta rubia", puntero izquierdo de la "U", Alberto Terry Arias Shreiber".
De los oficiales que tuvieron a su mando a la segunda promoción Escudero recuerda: "el capitán Ernesto Montagne que semejaba a un oficial alemán por su porte atlético y por ser alto y fuerte; el Capitan Urías Santillán Arista, hermano de nuestro profesor Humberto, de origen chachapoyano, con una gorra que semejaba la del General Mac Arthur; los tenientes José Graham Hurtado, que en los funerales de Duilio Poggi pronunció el discurso en su calidad de teniente de la primera compañía a la que pertenecía Duilio, finalizando su oración fúnebre en medio de grandes sollozos y copioso llanto; este hecho llamó la atención del General Odría, presente en el acto, y años más tarde sirvió para que lo llamaran a servir en Palacio de Gobierno. Durante el Gobierno de Velasco, Graham se consagró como el "gran llorón del régimen"; el teniente Arturo Castilla, alias "el gato" también natural de Chachapoyas, excelente oficial; el teniente Pedro Berta, alias "el colorado", quien por quítame estas pajas endilgaba una papeleta de castigo de tres puntos al cadete que tenía a su alcance, con lo que le jodía la salida del sábado; el teniente Mario Gálvez, quien sostenía ser un caballero, cada vez que estaba de servicio, decía: señores, me toca hoy mi servicio de 24 horas, como ustedes son unos caballeros y yo también lo soy, los trataré como tales. No quiero imponer castigos a nadie, así es que portémonos bien. Luego daba las voces de mando de rigor: "Batallón atención...descanso...atención, quiero oír sonar fuerte los talones. A ver nuevamente... descansoooo.... atención". Teníamos que hacer tronar nuestros tacos, para satisfacer la orden dada. Luego Gálvez ordenaba: "a la derecha, derecha... de frente marchen... un, dos, un, dos, un, dos, comenzaba a marcar el paso y se ponía a correr de adelante hacia atrás, haciendo sonar su voz cada vez más fuerte con el un, dos, un, dos, un, dos,... para luego ordenar a los brigadieres: "apunten tres que no marchen, tres por sección". En seguida vociferaba: marchen pues hijos .de una gran puta, quiero oír sus pasos, ... un, dos, un, dos, un, dos, marchen conchas de sus madres. Se olvidaba de sus dotes de caballero, él era fruto de un lavado cerebral y la suciedad se le había quedado en la boca; el teniente Luis Pinedo del Aguila era un tarapotino bonachón, su fuerte acento oriental hacía las delicias de todos nosotros; lo jodíamos, pero con afecto, pues él se hacía querer, nos daba confianza, y eso nos permitía preguntarle, ¿Por qué su ciudad natal Tarapoto no se llamó Taranalga?; el teniente Augusto Mendoza Lazarte, a quien apodamos "papa seca", porque jamás sonrió. Cuando estaba de servicio, comandaba el batallón y daba sus voces de mando, entonces alguien en forma anónima gritaba "papa seca" y él seguía imperturbable: "descanso" y la voz anónima "papa seca"; "atención", de nuevo la voz en el montón: "papa seca"; hasta que un día se amargó de tanto "chaplín" y se acercó a nuestra sección, la primera, y en voz baja, para que sólo escucháramos nosotros comenzó a decir: "¿A ver quién es el' valiente que quiere tirar golpes conmigo?. Todos estaban mudos. "papa seca" continuó: cobardes de mierda, se esconden en el anonimato los más grandazos y nadie se atreve a enfrentarse conmigo". Nosotros ni cojudos, ya sabíamos la historia de Mendoza que había sido campeón de box en la Escuela Militar de Chorrillos. No se podía pelear con él, había que seguir lo de "papa seca", lo más solapadamente posible, pues esto lo tenía enfermo; realmente nos portábamos como unos desalmados; tampoco podemos olvidar a nuestros subtenientes Andrés Condado Sánchez, que estuvo de Jefe de Rancho y se preocupaba por alimentarnos de lo mejor y al chueco Rómulo Reaño Flores, quien para nada dejaba de calzar botas impecablemente lustradas y brillantes; en fin, tantos otros más que escapan de nuestra memoria, cada uno de ellos con su propia forma de ser".
"De nuestros profesores, cómo olvidar a Luis Bedoya Reyes, a quien apodamos "Jalisco", antes que popularizara el "Tucán" que tantos réditos políticos le ha dado, porque nunca quería salir perdedor de una discusión y jamás dejaba de sonreír; el doctor Humberto Santillán Arista, ilustre chachapoyano y maestro en el manejo del castellano; Luis Landeo con su bigotito hitleriano; Luis Olivera Verástegui más conocido como "cholito West Point", ya que nos engañaba diciendo que había estudiado en esa famosa Academia Militar Americana; Mario Revoredo Reynafarje, excelente profesor de química, y, tío mío, también chachapoyano; Juan Tauro del Pino, maestro de vocación y sumamente ingenioso cuando se le ocurria soltar un chascarro; Walter Peñaloza Ramella quien generaba respeto por sus conocimientos y dotes personales, a él lo reemplacé en la dirección del diario "La Prensa" en la época de Velasco; Napoleón Zegarra Araujo, médico de profesión, dedicado a la enseñanza de las ciencias; Flavio Vega, Felipe Tiravanti, Edmundo Ubillús y tantos otros destacados maestros que supieron estar a la altura de sus responsabilidades".
Finalmente Escudero me dijo: "Hemos recordado algunas vivencias, las cuales han quedado grabadas para siempre en nuestra memoria. El colegio caló hondo en nuestras vidas, y, nos marcó un horizonte por el cual enfilamos nuestra ruta. Ha sido hermoso hacer estos relatos y espero puedan concatenarse en El Primer Eslabón de Oro.
Grande fue el rollo del "pelao" Escudero, quedan muchos otros recuerdos más, que seguramente se anotarán en "El Segundo Eslabón de Oro". Diversas son las experiencias que vivimos los de la primera, en la etapa de adaptación de los nuevos cadetes, contábamos ahora con el atributo de la autoridad "obediencia y respeto" de los subordinados es lo que debíamos exigir. Hubo seguramente algunos excesos con los "perros": yo me ocupé de proteger a Tito que había ingresado en expectante puesto en el cuadro de méritos y con quien seguía muy unido, más aún, cuando los domingos después de las salidas, su papá nos llevaba en su auto a La Perla. También me ocupé de tratar de ayudar a un ahijado de mi papá, cuyo caso no alcanzo a comprender, no sé por qué razones sus padres hicieron que se presentara e ingresara al CMLP. José Huatuco Caballero, había sido monaguillo en la iglesia de Jauja desde muy niño, y él hacía conocer a cuantos quisieran saberlo, que sería cura, tenía vocación de servicio y el sacerdocio era su máxima aspiración. Llegó al colegio y como un reguero de pólvora se extendió la noticia de que había un "ave raris", un jaujino que decía que terminaría de cura. De la curiosidad y expectación pronto se pasó a la mofa, a la burla, a la tortura. So pretexto del bautizo lo hacían ladrar, lo obligaban a masturbarse en público, a lamer el piso del baño, correr calato por el estadio, y también lo arrojaban uniformado a la piscina. El pobre Huatuco soportaba estoicamente todas las humillaciones con una sonrisa simiesca. No se quejaba, no acusaba a nadie, los más monses eran supervivos y valientes cuando estaban frente a Huatuco, quien una noche me confesó que tomaba todo lo que le pasaba, como pruebas que le mandaba el Señor para probar su vocación. No fue así, no terminó como cura, fue un alumno destacado e ingresó a la Escuela de Ingenieros, se graduó como Ingeniero Industrial y marchó a Estados Unidos donde triunfó y se convirtió en un magnate. Muchos de los que se mofaron de Huatuco, deben morderse la lengua de envidia, el "cojudo" Huatuco, vale mucho más que ellos.
El 45 fue un año muy agitado, no solamente por el ingreso de la segunda promoción, sino porque murió nuestro vecino el Mariscal Benavides y tuvimos que uniformamos de gala para velarlo y luego asistir a sus funerales. En esa ocasión Marín nos dijo: "mis queridos muchachos, ha fallecido nuestro vecino el Mariscal Oscar R. Benavides nos toca ira acompañarlo y enterrarlo". Así fue, asistimos a un sepelio impresionante por la espectacularidad del despliegue militar, la cureña, el bosque de banderas, los toques de silencio y todo a cuanto obligaba el rango del ilustre desaparecido. También se efectuaron las elecciones generales convocadas por el gobierno, que enfrentó al candidato del Frente Democrático Nacional Dr. José Luis Bustamante y Rivero con el candidato oficialista General. Eloy Ureta, vencedor de Zarumilla.
Las simpatías se polarizaron y todos fuimos involucrados en una u otra forma en el proceso, cuyos resultados se daban por los altoparlantes del comedor y arrancaban sonoros aplausos para JLBR, quien ganó las elecciones y fue ungido como Presidente de la República. El 27 de Julio en el desfile escolar de fiestas patrias desfilamos por última vez ante el Presidente Prado, el 29 lo hicimos ante el Presidente Bustamante: también éste fue el año del triunfo de los aliados en la guerra mundial, todos festejamos la derrota del eje formado por Alemania, Japón e Italia. Al finalizar el año, la clausura fue presidida por el Presidente Constitucional Dr. José Luis Bustamante, quien con su presencia quiso demostrar la importancia que tenía el CMLP, en el ámbito nacional. Llegaron las ansiadas vacaciones y todos marchamos de vuelta a nuestros hogares, a disfrutar de reparador descanso y prepararnos a afrontar la etapa final de nuestra educación secundaria . Mi rendimiento mejoró notablemente, después del retroceso en el cuadro de méritos del primer año, ahora tenía una mejor ubicación, del 48 puesto del 3er año, estaba en el. 28. Mi padre estuvo muy contento con el resultado, él, como maestro sabía lo que esto significaba.
El 46 ingresó la Tercera Promoción, esta vez los exámenes de Ingreso fueron dirigidos por el Teniente Coronel Juan Mendoza Rodríguez y el Dr. Julio Chiriboga, Director de Estudios; otros trescientos alumnos fueron aceptados, ahora había técnicos aspi-rantes y alumnos y los de la segunda promoción, tenían a quien joder con el bautizo de los "perros".
Para evocar algunos aspectos saltantes de esta promoción, le pedí a Gerardo Guerrero primero, luego a Carlos Maraví y final-mente a Juan José Vega, me ayudaran en esta evocación retrospectiva. Juan José, me hizo llegar algunos apuntes sobre su promoción y entre otros conceptos sostiene : "la tercera promoción se formó en la época de oro del CMLP y bastaría recorrer la lista de los egresados para reparar su presencia en el país Nuestra promoción ha dado, en orden que puede discutirse un Canciller, un ministro, un gran Maestre, un Presidente del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, un Poeta destacado y un Campeón Sudame-ricano, aparte de numerosos profesionales y empresarios exitosos. Cierto que el triunfo en la vida no significa garantía de nada, humanamente hablando. Aún más, existen casos concretos, por ejemplo, nuestros dos mejores alumnos fueron captados por la marina antes de acabar sus estudios, mas sus espléndidas carreras se quebraron al caer el Presidente Juan Velasco, con el que se habían alineado; pero estas reflexiones no nos impiden observar que por el momento son bastantes los apellidos de la tercera que alcanzaron figuración nacional". .
"A q ué se debe tal hecho?. Habría que aclarar que es la tendencia propia de los años iniciales. Por ello podríamos pensar en el número y, sin duda constituye un factor señalable: éramos trescientos alumnos por promoción. Sin embargo quizá más valioso fue el hecho de habernos constituido múltiplemente. Con greda de todo el Perú. Con una fuerte presencia mestiza. Casi india muchas veces".
"El General. José del Carmen Marín a quien podríamos calificar de ideólogo de la Fuerza Armada de aquel tiempo, fue el inspirador del Colegio Militar en los inicios de la década de 1940. Una de sus intenciones fue fundar una institución en la cual estuviera representado todo el Perú. Todas sus razas, para decirlo sin eufemismos. Marín tuvo siempre esta preocupación y muchos años más tarde, se escuchó de labios del propio Marín, esta inquietud, no muy aliviada a pesar de la Reforma Agraria de 1969".
"Marín sentía el "problema nacional" El mismo era un mestizo, un mestizo oscuro inclusive. Sus brillantes estudios en Francia habían agigantado su personalidad y comprensión, pero sin restarle identidad. Queda una frase de él (que a veces pintan y otras borran del local del CAEM) : "Las ideas se exponen no se imponen". Este modo de pensar coincidía con el de casi todos los profesores de la talla de Julio Chiriboga, Anaximandro Vega,César Moro, Guillermo Ugarte Chamorro,Jorge Puccinelli, Luis Bedoya Reyes, Guillermo Daly, Walter Peñaloza, Humberto Santillán, Luis Landeo y otros más. Ese mensaje intelectual también llegó a nosotros de una u otra manera".
"Y contábamos con oficiales escogidos también, uno llegó a Presidente del Consejo de Ministros, otro a jefe del COAP y otros a Ministros, impulsando la modernización del país . El propio Mendoza se había convertido mucho antes, como Ministro de Educación, en el mayor constructor de Colegios en el Perú y quizás proporcionalmente en Sudamérica; y, como Director nuestro, en el creador de una línea editorial escolar propia del Perú".
"Se puede afirmar que la tesis unitaria de Marín triunfó, por lo menos en el "Leoncio Prado" que vivíamos en aquellos, hoy distantes años . La multiplicidad étnica y, relativamente , hasta de clases, resulta conocida por quienes más se han ocupado del colegio. Manuel Scorza, de la primera promoción, por ejemplo, que en París -traducido ya a una veintena de idiomas- lucía orgulloso su ancestro huancavelicano y su padre obrero, y que aludiera más de una vez al mosaico social que fuera el Leoncio Prado.
"También ha señalado enfáticamente este rasgo, Mario Vargas Liosa, un par de veces cuando menos. Y si de literatos se trata, pues Isaac Goldenberg, también novelista y ex-cadete, mucho más recientemente".
"Esta selección que buscaba cohesionar (no uniformar) un país segmentado, se basó en concursos departamentales. Pero este es ya, un tema mucho más largo de tratar".
"Naturalmente yo no puedo dar fe sino de lo que yo he visto. Otros hablarán por lo suyo, entiendo que el Colegio perdió, con los años, muchas de sus características iniciales. Descuidado por la Fuerza Armada, pasó por su peor momento en 1973, en que empezó a transformarse en una ESEP, ese engendro que nadie supo bien qué era, producto de una de las varias decenas de "reformas" de la educación que hemos sufrido como alumnos y como maestros a lo largo de más de medio siglo de caos "educativo". Pero resulta impresionante la cantidad de cadetes de aquel tiempo (1946-1948), que llegamos a ser algo. Cierto que el triunfo no significa éticamente garantía de nada. Mas, para un posterior análisis bastará recordar a la gente que en aquella época vestía el uniforme " chocolatero" ex-cadetes que alcanzaron las más altas jerarquías castrenses y civiles".
Tengo que agradecer a Juan José Vega , la ayuda que me brindó para terminar este capítulo, él mismo es un intelectual brillante que además de ser relevante funcionario en el Ministerio de Educación, fue elegido Alcalde de Miraflores, y a los 34 años (1967) fue Rector de la Universidad Nacional de Educación. También al igual que Casas Lazo fue electo diputado nacional y no llegó a ejercer por impedírselo el golpe militar de 1962. Juan José es un reputado historiador y ha sabido seguir las huellas de su padre, el gran Anaximandro.
Espero que en dos años más Juan José escribirá el "Tercer Eslabón de Oro", y nos deleitará con sus agudas, punzantes apreciaciones sobre el CMLP y la educación nacional, así como sus recuerdos de tantos y tan queridos condiscípulos.
"La Ciudad y los Perros", la novela escrita por Mario Vargas Llosa y llevada al cine por Francisco Lombardi, causó en su época, polémicas muy intensas. La exhibición de la película provocó en Juan José Vega una reacción traducida en el artículo "Mi Colegio Militar" que escribió en la página editorial del diario "La República". En este artículo Vega sostiene :
"Como La Ciudad y los Perros "- novela y film, proporcionan al grueso público una imagen distinta a lo que realmente fue mi colegio entre 1944 y 1948, creo un deber decir algunas palabras a fin de recalcar que no era un antro de violencia, mediocridad y putrefacción. Lo hago recordando a mis inolvidables compañeros de aula, a muchos de los cuales no he vuelto a ver. Pensando también en aquéllos a quienes la vida ha deparado roles sociales relevantes y que, por su número y calidad, envidiaría cualquier institución de ese tiempo y de ahora, dentro y fuera del Perú".
"En primer lugar quiero mencionar al novelista peruano más traducido en el mundo. Me refiero naturalmente no a Vargas Llosa sino a Manuel Scorza, escritor destacado y marginado por la burguesía peruana, fue brigadier de su sección en Leoncio Prado, gracias a sus excelentes calificativos y hay un dato citable respecto a la institución . Ese mismo Scorza, el universalmente más leído de todos nuestros escritores, hizo una confesión a Gregorio Martínez y a Roland Fargues, en un reportaje parisino, poco antes de morir en Madrid: "Yo fui feliz en el Colegio Militar".
"Me consta que era cierto. Con Manuel hablamos más de una vez sobre estos recuerdos escolares comunes. Y la opinión se sustentaba básicamente en lo mucho de bueno que el Colegio nos dio. El hecho de que éste estuviera integrado fundamentalmente por estudiantes de las más bajas clases sociales limeñas y por una mayoría de muchachos provincianos pobres, atraídos todos por el democrático sistema de becas integrales, hizo que para nosotros, la institución resultara algo excepcional . La inmensa mayoría jamás habíamos contado con una biblioteca, una piscina, un laboratorio, un taller, un gimnasio. Entiendo que para Vargas Llosa, entonces un joven salido de la burguesía miraflorina, el colegio pudiera parecerle un reformatorio. No a nosotros. En algunos aspectos el colegio fue casi como un club".
"Las ventajas materiales daban marco a la acción de maestros extraordinarios, a ellos los aprovechamos ávidamente, aunque claro sin la conciencia clara de nuestras ventajas y en medio de no pocos alborotos juveniles. Todos teníamos de trece a dieciocho años de edad".
Las tres primeras promociones del CMLP han dado personajes que le dan brillo y prestancia al país en los diversos campos de la actividad humana. Ha habido congresistas como Carlos Malpica y Manuel Panizo de la segunda promoción en el congreso del 56, Jorge Melgar, Carlos Malpica, Raúl Peña Cabrera, Javier Díaz Orihuela, Eduardo Orrego en el del 63; Jorge Torres Vallejo, Carlos Malpica, Javier Díaz Orihuela en el 80; Luis Alvarado Contreras, Guillermo Cox, Carlos Malpica, Carlos Torres Vallejo y otros más en el 85. En las FF.A A Germán Ruiz Figueroa de la primera y César Enrico Praelli, fueron comandantes del Ejército y de la Aviación respectivamente y éste último también Presidente del Comando Conjunto. En el campo de las artes y las letras tienen un lugar especial: Luis Figueroa Yábar, Pablo Guevara, Manuel Scorza, Mario Vargas Llosa, Felipe Buendía, Leslie Lee y tantos otros más .
En la diplomacia Luis Marchand Stens, Roberto Mac Lean, Carlos Placencia Malpica, Guillermo Larco Cox.
Larga sería la lista de quienes destacaron luego de su estancia leonciopradina, no hay actividad humana en la que no haya destacado algún alumno del CMLP, y esto es mérito de la sólida formación que recibieron.
De la tercera, aparte de Porras y otros cerreños, me acuerdo de Gerardo Ayzanoa que procedía de la frígida ciudad de Cerro de Pasco, donde yo había vivido entre el 40 y el 42,cuando mi papá era funcionario educativo. Dice Ayzanoa que a él lo bautizaron parodiando una corrida de toros en la que él era el toro y que yo actué de banderillero colocándole un par de banderillas. No me acuerdo y a lo mejor esto no es sino una fantasía de Don Gerardo, que resultó compañero de estudios de mi hermano Rubén en la Cantuta. Gerardo ha tenido una exitosa carrera en el ramo de educación. Luego de ser funcionario en el Ministerio de Educación, trabajó muchos años en la OEA, y me cuentan que actualmente está de asesor del Ministro de Educación. El colorado Porras fue Presidente de la Corporación del Desarrollo de Pasco.
En fin, hay tanto que rememorar, que en lo que se refiere a la segunda y tercera promoción debe seguir la historia, con más detalles, anécdotas y por qué no, también meditaciones y análisis.
https://www.youtube.com/watch?v=lt_v1RnmMXU reencuentro 2008-I-II-III
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