martes, 24 de agosto de 2021

EL PRIMER ESLABON DE ORO - 20. MENS SANA IN CORPORE SANO

 MENS SANA IN CORPORE SANO

Sin lugar a dudas, uno de los logros de la formación biopsico-social de los cadetes del CMLP, se dio en el desarrollo físico y en las prácticas deportivas. Aún recuerdo como podíamos correr a paso ligero y portando el fusil de reglamento, con los oficiales instructores y Sub-oficiales a la cabeza, desde el polvorín del arsenal naval del Callao, hasta el local del colegio en La Perla, sin que nadie sufriera de calambres o desmayos, o que el esfuerzo físico que esto significaba, lo llevara al agotamiento: Las marchas de campaña sabatinas, los desfiles, el movilizarse de un lado a otro a paso ligero, en fin, el diario y continuado entrenamiento, hicieron que nuestros músculos se endurecieran y estuvieran prestos a responder a cualquier esfuerzo físico. Claro que había unos que respondían mejor que otros, pero al final fueron muy pocos los que menos desarrollaron. Por otro lado, las prácticas diarias en las más diversas disciplinas deportivas y la seriedad y hasta severidad de los entrenamientos fueron determinando aptitudes y habilidades individuales y de grupo, que se manifestaron, primero en las competencias internas entre equipos y después en las competencias externas, donde siempre terminamos como los mejores del medio y categoría. En el aspecto físico y deportivo el perfil del colegio fue excelente. Desde nuestras primeras presentaciones públicas en los distintos escenarios deportivos de la capital, los leonciopradinos nos adueñamos del liderazgo y los campeonatos. 

El gran promotor de las actividades deportivas del colegio fue el Teniente Coronel Leonidas Astete Luna, sub-director que reemplazó al Teniente Coronel Víctor Tenorio y quien para fomentar la práctica deportiva de todos los cadetes, dispuso la organización de campeonatos internos de las más importantes disciplinas deportivas: fútbol, básquetbol, vóleibol, atletismo, softbol, natación, gimnasia, etc. Para este fin se conformaron cinco equipos. "Los pumas" integrados por los de la primera y décima sección; "los tigres" con la segunda y novena sección; "los lobos" con los de la tercera y octava; "los zorros" con los de la cuarta y sétima y "las panteras" formado por los de la quinta y sexta sección. Estos equipos protagonizaron memorables y disputados encuentros deportivos. 

La planta de profesores de educación física y entrenadores deportivos fue de primera calidad. Tenía la Dirección de Educación Física, Alfredo Narváez, a quien conocían en el am-biente deportivo como "El amigo Olímpico» en alusión al seu-dónimo que usaba para escribir en la página deportiva del diario "La Crónica". Narváez además había participado en las Olimpiadas de Berlín en 1936 como integrante del equipo de atletismo, él era fondista. Colaboraban con Narváez el panameño ex-campeón de box Joe de León que además nos enseñó softbol; Arturo Sabroso el ex-defensa de Universitario de Deportes que se ocupaba del fútbol; Juan Berasteín, de atropellado hablar y nerviosas maneras que nos inició en los secretos del básquetbol; Celso Gamarra, también periodista deportivo de «El Comercio», especializado en tiro, él mismo fue un destacado exponente de este deporte a nivel nacional, a nosotros nos ejercitaba en gimnasia y en el manejo de las clavas; Sebastián Guillén que nos entrenaba en atletismo, amén de la práctica de los ejercicios físicos correspondientes. Guillén fue una grata revelación del último encuentro que tuvimos los de la primera en el Círculo Militar con ocasión del cincuentenario de la creación del Colegio; se mantiene fuerte y lúcido, muy afectuoso con sus ahora ya maduros ex-discípulos; Rubén García, profesor de Educación Física que nos entrenó en gimnasia; Salomón Orrillo, alto, robusto, enérgico, entrenaba vóleibol y era muy exigente en las clases de Educación Física; ahora ya jubilado de sus tareas docentes, lo he encontrado muchas veces a fin de mes en las clásicas colas de los pensionistas, en el Colegio Melitón Carbajal, afable, cariñoso, es admirable verlo tan erguido y voluminoso como cuando enfundado en un buzo nos hacía correr en las pistas de atletismo del estadio del colegio. Después vinieron otros profesores y entrenadores que se esforzaron por enseñarnos los secretos de las diversas disciplinas deportivas. 

Las actuaciones deportivas en las que participábamos conformando alguno de los equipos, (yo pertenecía al de"los pumas"), estaban signadas por la vehemencia, el entusiasmo y la destreza con que se practicaban los diversos deportes. Los equipos eran alentados por los que no participaban, con bulliciosas barras y gritos deportivos. Había una permanente competencia entre barristas para demostrar ingenio y creatividad a fin de alentar el triunfo de nuestros equipos. Sabroso, veterano ex-futbolista, se esforzaba en trasmitir sus conocimientos, experiencias y logros en este deporte en el que destacaran nítida-mente Pichuco Salazar, Pichón Rodríguez, Ciro Saravia, el flaco Vera La Rosa, excelente arquero cuyo suplente era Enríquez Causillas, Carranza, Héctor Chumpitazi, Bellatín, el «Pato» Carrión, Jorge Ciurlizza de la Guarda, José Herrera Gamarra, Mavila, Pardón, Zela Landaeta, Zubiaga Llanos, el ojón Passano, Elías, Herrmann Hamman y tantos otros más. 

El básketball era otra disciplina practicada con mucha solvencia y calidad y bajo la dirección del «loco» Berasteín destacaron Vera La Rosa, Lindley Boucher, Miguel Morales, Villa Pazos, Ciro Saravia, Jorge Bellatín, Haman Carrillo, Mario Contreras, Lucho Deza, Carlos Mavila. 

En natación, en la piscina del colegio y en otras de Lima, incluyendo la piscina olímpica del Estadio Nacional destacaron Cesti, Valverde, Atilio Brignetti, Max León Acha, Jaime Meléndez, Héctor Chumpitazi, Eleuterio Vigil, Héctor Gianotti, Carlos Portocarrero, Jorge Bahamonde. 

En atletismo, nuestra estrella de los 50 y 100 metros fue Miguel León Pizarro, quien además fue campeón nacional con récord; Luis Morales Jaramillo, otro campeón de velocidad, Elías, Jorge Ciurlizza, Ciro Saravia que conformaban las postas de 4 x 100 y 4 por 400, Gálvez Huaroc que era garrochista, Mario Lario Jara que era vallista, el negro Dueñas Queirolo lanzador de bala y disco y también buen jabalinista al igual que Lari, el loco Aguirre que resultó un buen fondista y cuya hora llegó cuando recién egresado participó y ganó una maratón organizada por la JAP, al término de la cual, en el Estadio Telmo Carbajo del Callao, dedicó su triunfo a Víctor Raúl Haya de la Torre. 

En vóleibol, softbol, box, gimnasia intervenían casi todos los cadetes, nadie podía negar su participación y fueron muy pocos los que de alguna u otra manera se cabrearon del deporte. 

Sin lugar a dudas, uno de los acontecimientos deportivos de mayor importancia y que nos dio una gran satisfacción fue la demostración gimnástica con clavas que efectuamos en el Estadio Nacional el 12 de octubre de 1945, con ocasión de la celebración del «Día de la Raza» Los más importantes colegios de Lima y el Callao participaron en este gran festival con diversos números y demostraciones gimnásticas. Nosotros nos habíamos preparado y ensayado hasta el agotamiento bajo la dirección del profesor Rubén García Cáceres. Para dar comienzo a nuestra intervención desfilamos por la pista atlética teniendo como portaestandarte a Pipo Pinasco, quien con su atlética y monumental figura encabezaba el batallón de cadetes en impecable formación. Estábamos uniformados con pantalones de deportes color beige, polos blancos con el escudo del colegio en el pecho, medias y zapatillas blancas; 

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al ubicarnos al centro de la cancha de fútbol, estalló en el estadio una atronadora ovación, presagio de lo que vendría después. La demostración gimnástica, con desplazamientos, cambios de giro, movimientos de piernas, brazos y cabeza resultó sin una falla. Rubén García nos dirigía con singular maestría, bastaba mirarle a los ojos para saber qué era lo que debíamos hacer. Nada había quedado a la inspiración del momento o a la improvisación. Era evidente que teníamos mucho orgullo leonciopradino y nos esforzábamos por demostrar que sabíamos lo que hacíamos, sin errores, con muy buena coordinación. Al finalizar nuestra intervención vino la apoteosis, cuando el público y los alumnos de los otros colegios se pusieron de pie para aplaudirnos, alentándonos con sus generosos aplausos para seguir preparándonos y entrenando para otras competencias. Nunca he podido olvidar a Rubén García, con su prematura calvicie, sus bigotes tupidos, su mirada profunda y su alegría desbordante en su día de triunfo. Muchos años después coincidimos regularmente en la casa de un amigo común Hugo Díaz, para charlar, discutir, analizar y, sobre todo, para beber ron con pepsicola. Siempre tuve un trato deferente para Rubén quien se había convertido en un experto en planificación educativa, al que alegraba mucho que le recordara sus días de profesor de Educación Física en el CMLP. Muchas veces bebíamos hasta el agotamiento, Rubén era hermano mayor de mi amigo y correligionario el doctor Uriel García, ex-ministro de salud y destacado patólogo nacional. Rubén víctima de cruel enfermedad partió al más allá llevándose consigo el tesoro de sus recuerdos, y sus triunfos y el cariño de sus amigos y discípulos. 

Pese a este gran acontecimiento en la vida del colegio, nuestros días de gloria se dieron con ocasión de la celebración del campeonato interescolar del año 46, oportunidad en la que Intervinimos por primera y última vez. Los equipos leonciopradinos actuaron avasalladoramente; nos habíamos convertido en una maquinaria casi perfecta. No había disciplina deportiva en la que no destacáramos y en donde nuestros equipos no obtuvieran resonantes triunfos. Ya ese año en el fútbol brillaban con luz propia en la «U», Terry y Enrico, Urbina en el «Chalaco», en fin el equipo titular del CMLP con los de la pri-mera, segunda y tercera promoción como integrantes resultaban imbatibles. 

El día en que se efectuaron las pruebas de atletismo, con un estadio abarrotado en sus cuatro tribunas, nuestros atletas con el escudo del colegio dieron muestras de su gran preparación y arrasaron con todo, ganando en algunas pruebas los tres primeros lugares. En la tribuna de occidente, los que no participábamos estábamos impecablemente uniformados y nuestra barra era además de bulliciosa, disciplinada y espectacular en sus gritos y hurras. Un teniente, colorado él, y que años después se haría sumamente famoso por sus dotes histriónicas y su capacidad de llorar, era el director de barra que nos había entrenado en las clásicas palmas leonciopradinas que ahora nos identifican en cualquier lugar y circunstancia y también en los sonoros «Chim Pum Callao». Con las gorras blancas en la diestra y sincronizando gritos y saludos, también como barristas resultamos insuperables. Cómo no serlo, si teníamos un gran animador. Años más tarde el teniente de entonces, se convirtió en General de la Revolución y protagonizó las más grandes escenas de llanto que recuerde la República; no hay nada que hacer, Graham había nacido con innata vocación histriónica. 

Ganamos, fuimos campeones, pero el triunfo no nos envaneció y cuando, terminada la competencia, al mando del mayor Armando Elías marchábamos eufóricos en busca de los ómnibus que nos llevarían a La Perla a festejar nuestros triunfos, fuimos atacados primero verbalmente, luego con piedras y guijarros, por una turba conformada por los perdedores guadalupanos, del Alfonso Ugarte y otros colegios. Nuestra aparente tranquilidad enardeció a los atacantes que ya buscaban irse al ataque con manos y pies. No había sino dos caminos, evitar la confrontación y tomar pies en polvorosa o enfrentar a los gratuitos atacantes y detractores. El mayor Elías mortificado por la provocación, en gesto de audacia inaudito, ordenó que repeliéramos el ataque y a una sola voz todos los cadetes, con él y los atletas a la cabeza, los que por estar vestidos con buzo deportivo tenían más facilidad para correr y pegar, nos lanzamos sobre los gratuitos atacantes que, sorprendidos, sólo atinaron a correr y replegarse. Muchos recibieron fuertes y sonoros cabezazos y trompadas, también chalacas en las que era experto Chumpitazi; el honor quedó incólume; luego, sudorosos, cansados y magullados, pero triunfantes, regresamos a nuestro viejo cuartel de la guardia chalaca para después gozar de reparador descanso en nuestras casas, pues ese día se declaró salida general. Al día siguiente, las autoridades del Ministerio de Educación dictaron un dispositivo en virtud del cual se prohibía la participación del CMLP en competencias deportivas escolares, era demasiada la ventaja que les llevábamos a los otros colegios y no había pares con los que competir. 

Este fue uno de los aspectos que más destacó en nuestra rutinaria vida en,e1 internado, donde podías participar en el deporte que quisieras,siempre alentado por la sana competencia que se cumplió en un marco de caballerosidad y hombría de bien. "Mente sana en cuerpo sano", la máxima latina tuvo en el colegio vigencia permanente y éste fue el incentivo diario que nos obligaba a esforzarnos para adquirir destreza. Yo aprendí a nadar en el colegio y aunque nunca fui un campeón, el saber nadar me ha sacado de apuros en más de una oportunidad, en la playa o en alguna piscina pública o privada. 

El comandante Astete Luna se mostraba orgulloso del progreso de sus muchachos y siempre tuvo deferencias con los deportistas para los que ordenaba «sobrealimentación» en víspera de algún encuentro deportivo, él llegó a General de División y en nuestras fiestas de reencuentro recibió demostraciones de especial cariño. 

La tradición deportiva que dejó la primera en el colegio, se continuó con entusiasmo en las siguientes promociones y mientras esto se practicó, ni el alcohol, ni las drogas pudieron instalarse entre la juventud leonciopradina. 


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