domingo, 15 de octubre de 2017

Cartas a Diego



CARTAS A DIEGO                                    

Lima, 15 de octubre del 2,005

Querido Diego:
Te escribo esta carta, como siempre, con la finalidad que vayas conociendo cómo es la vida en el Colegio Militar Leoncio Prado. He conversado con tu madre y le he prometido que voy a colaborar, también, para que puedas postular al colegio donde ha estudiado tu abuelo y tu padre. Espero que verdaderamente tengas  esa vocación de estudiar en el primer Colegio Militar de la República. 
Los estudiantes que conviven en este colegio, poco a poco van entrelazando una gran amistad y hermandad, esa convivencia hace que las relaciones se vuelvan cada vez con mayor confianza entre ellos y  motiva que comiencen a ponerse sobrenombres, debido a diferentes circunstancias y es por ello que te narro, en esta historia, como a tu abuelo le ponen el apelativo de “tombito”, lo que primero motivó mi enojo, sin embargo ahora, ese apodo es como mayormente me reconocen mis queridos hermanos de la XVI Promoción, y a mí sinceramente, me llena de gran emoción y felicidad.
  



EL TOMBITO


Era un viernes por la noche del mes de abril de 1959, entrando a las cuadras del tercer año, en el a la derecha, la puerta de la primera sección, era cómplice de la tertulia silenciosa que realizaban los nuevos “canes”, que no hacían muchos días, se habían incorporado a nuestro querido CMLP.
 Estaba Carlos “El Loco” Verano compitiendo con el “Capitán Acab” Guillermo Coronado, para ver quién contaba los mejores cuentos. El “Lorito” Cuba Solari, se tapaba sus “vírgenes” oídos, para no escuchar las barbaridades rojas que emanaban de la “bocota” del “Loco”, que no dejaba de levantar sus “eróticas” cejas e hinchar los grandes agujeros de su nariz roma. 
-Y saben “Sambitos”, el loro al cruzar el cable pelado, recibió tamaña descarga eléctrica, que se quedó sin pluma alguna y dijo: “Así soy yo, cuando me pongo erótico, me gusta calato”. 
-¡ Ja…Ja…Ja…Ja ¡
Reíamos los “perritos” de la primera, mientras “Anyulo Azzevedo” le decía a “Pechente” Bazalar: 
-Mi papá es igualito al actor de cine Tyrone Power, por eso yo,  soy  muy guapo. …??? 
-¡Tengo hambre, gritaba “El Caimán” Don Napoleón ¡
“Chaccha” Luis Hermoza, quería reírse, pero  se  agarraba  sus nalgas que le dolían a rabiar, por el “Angulo Recto” que le  había  propinado  el furibundo técnico, “Mono” Salas del quinto año.         
– ¡Hoc…hoc!…intentaba reír el “Cerdito” Berrocal Centeno, mientras engullía una manzana, que se había guardado del rancho del medio día.        
-El Barbón, no se animaba a contar un cuento piurano… ¡Guaaá!        
-Cuenten una de “Jaimito” pedía “Mindreau”.      
-¡ No… una de “Quevedo”!… Gritaba el Loco Saavedra.      
-¡Que baile el “loco”…que baile “El loco!…gritaba César Zelaya.
 Mientras el “chinito” Koo Wong….refunfuñaba:…Grrr…..Grrrr… ¿A qué hora me dejarán dormir estos “perros” de mierda…. Puta carajo? Y cerrando sus puños, los alzaba hasta la altura de su mentón.
Carlitos Verano, estaba en su salsa, de inmediato se dio una guaracha tan movida que hasta las grandes orejas de Vargas Machuca, danzaban al son del ritmo que bailaba nuestro querido orate.
 -¡Mi “Suficial”…mi “Suficial”…están haciendo bulla….carajo! -Gritaba mi inolvidable, Octavio Merino Bartet, que tenía un vozarrón tan alto, que todos nos asustamos, porque podría hacerse presente el suboficial Cadenillas, que esa noche, se encontraba de servicio.  -No hagan bulla…no hagan bulla…shhhh…shhhh.
Nos hablaba el “Cura” Marrufo, mientras hacía girar su llavero, cuya costumbre, no la pudo dejar, hasta salir del colegio en 1961.
Verano y compañía corrieron sigilosamente a su cuadra, también de la primera y todos nos cubrimos con las frazadas, asustados. Pensando en que estaba de turno el capitán Capeletti Díaz, Miguel. Que era “recontra bravo”, y le gustaba propinar unos “coca chasos” de padre y señor mío.  
¡Tutututú!… Sonaba la diana, que anunciaba que ya eran las seis de la mañana, hora de salir al patio de formación, en ropa de deportes para hacer los crueles ejercicios que dirigía, el Teniente Oswaldo “Caña Brava” Sandoval.        
-¿Qué no pueden hacer estos ejercicios…carajo?!…¡A…mí, me han  operado un huevo y sigo “tirando” como si nada!       
-¡Corran…corran…”perros”….a formar…carajo!
Salíamos de tomar desayuno: Un platazo de quaker con manzana, tres “pan zotes”, una taza de café con leche y un gran trozo de mantequilla.
Éramos la primera sección, por lo tanto estábamos a la cabeza: Pizarro, Teddy y el “Caimán”, dirigían la salida a la primera Marcha de Campaña, 
Atrás los más “chatos” queríamos levantar “La pata” al igual que Tulio “Pucho” Vignolo, sinceramente un “Desastre” completo.     
-¡Estos perros…están hasta “El mango”…no sirven carajo!
 Vociferaba el Monitor Sierralta, un gringo de ojos celestes, con carita de ángel, pero con un accionar de diablo para los pobres “Canes” de la primera compañía. Que emoción sentíamos al cruzar las rejas que se habrían de par en par, en la av. Costanera, al salir después de una semana de “cautiverio”.    
-¡Huelan…Sambitos….huelan!…No sienten el aroma de la libertad ¡carajo!….¡libres…somos…libres!
Gritaba Luchito Moyano, mientras le caía un sablazo, del Teniente Sandoval Castro Oswaldo.   
-¡Corran…Corran…carajo…paso ligero…paso ligero… ¡       
-Grrrr….Grrrr…”pedazzzo” de “mieerda”… ¡Puta carajo!… No te puedes callar la boca, so cojudo. Gruñía nuestro querido, El chinito Koóó´.
Qué distinta era la Avenida La Paz, no existía, la ahora, Urbanización Altamar, todo era chacra. Cruzamos varios muros que ya no existen, vestíamos mamelucos y fornitura. Era emocionante, nos sentíamos estar en el Campo de Batalla, listos para el combate. Nos estábamos preparando para la gran guerra….¡ERAMOS…SOLDADOS…CARAJO!
Al llegar, no recuerdo bien que avenida era, pero cruzaban con regular frecuencia muchos carros de entonces y el Teniente Aguirre Moreno Víctor:         
-¡Compañía… alto!…¡ Firmes…. No se muevan… atención!
Me mira a mí y ordena: “Usted cadete salga de la formación y póngase en medio de la pista para que no sigan transitando los carros”.
Medio asustado, miré a todos lados y me puse al frente, aguantado la respiración y puse cara de pocos amigos…y me dije: “Ningún carro pasa carajo”.
Cuando de pronto una carita redonda con unos ojitos chinitos y sonrisa de niño bueno, comienza a gritar…
-¡ “Tombo… tombo… tombito ¡ y toda la primera sección, se unió a  Koo Wong, Segundo:       
-¡Tombito…tombito…que buen tombo… carajo!        
-¡Dirige bien el tránsito, tombito… carajo!
Me sacó “pica”… temblé de cólera y volteé a mirar a Koo, sabía que me quedaría con esa “Chapa”…”puta madre…carajo…Ahora ya me jodí”. 
Cuando un claxon me hizo volver a la realidad y con firmeza continué con la orden recibida…Soy un soldado y las ordenes: “Se cumplen sin dudas ni murmuraciones… carajo”
-¡Nadie pasa¡
Que lejos estábamos de aquel 29 de Julio de 1,961, con Bustamante, Deza, Pinto, Dávila, Quinteros y  Suárez, dirigiendo a la mejor promoción, la XVI, en la Gran Parada Militar. ¡Que bien marchábamos! 
Hoy… hoy, me siento muy orgulloso de mi “Chapa”, y bendigo a mi querido compañero de promoción, porque lo sigo viendo: Refunfuñando, “carajeando”, “gramputeando” y después con su ¡“Carita redonda, con sus ojitos chinitos y sonrisa de niño bueno”!…Se gozaba de intentar influenciarnos miedo hacía él…pero… Él, era un “Chinito” más bueno, que el pan, del “Colegio Militar Leoncio Prado”.
Mi querida promoción esta es la historia, de cómo nace, El tombito, su hermano y decidor que los tiene a todos ustedes por siempre: EN EL CORAZÓN

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