jueves, 20 de agosto de 2020

Siempre está presente… es increíble.

 Walter Oyarce sigue enseñando  con sus mensajes muy positivos


Siempre está presente… es increíble.

La gente debe pensar que estoy pegado con el tema, pero me da igual, pues lo que yo vivo termina sirviendo a mucha gente que:
• Ha perdido a sus seres queridos, me explico.

El Facebook cambia su presentación con cierta frecuencia, por eso no leía mensajes de mis amigos virtuales, el lunes de casualidad abrí la sección de mensajes y respondí varios saludos muy afectuosos, pero hay uno que me conmovió, era del 27 de junio último de:
• Fernando Figueroa… profesor de la Usil.

El texto es el siguiente:
“Estimado señor Oyarce, fui profesor de microeconomía en USIL de su hijo.
Un chico muy listo que aprobó mi curso que era muy difícil. Él lo aprobó a la primera, algo difícil.
Era un joven muy respetuoso y recuerdo que tenía un negocio de polos y mucha habilidad para las ciencias abstractas.
Me chocó tanto su muerte, que esa semana hice un minuto de silencio en cada una de mis clases.
Les decía a mis alumnos, que chicos de la calidad del joven Oyarce, no debían tener un fin así de irracional… en manos salvajes.
Desde su muerte en el Monumental, nunca más he pisado un estadio, ni he vuelto a ver jugar a la “U”, el fútbol murió para mi ese día.
Siempre recuerdo que la muerte de su hijo marcó un hito… de lo bestia y atrasado que puede ser nuestro país.
Siempre quise poder decirle esto y por esas casualidades lo vi en el “Imaginaria” (una publicación del CMLP), Espero no haberlo incomodado, un gran chico su hijo.
Un abrazo
Fernando Figueroa”.

Todo padre que lee un comentario así de su hijo… se llena de orgullo, por eso le respondí de esta manera:
“Fernando gracias por escribirme… con tan lindas palabras para mi hijo.
Un consejo, no dejes de disfrutar del fútbol, pues no tiene la culpa.
Considérame un amigo, ojalá me autorices a compartir lo que escribiste”.

Al leer ese mensaje, nuevamente volví a tener presente a mi hijo, que se mantiene vivo en el recuerdo… se me vino a la mente que una vez cuando él ya era mayor de edad… unos 18 años, y me pedía plata para los fines de semana, le dije:
• Mira cholo, yo te voy a alimentar, cuidar tu salud, vestir e instruir, pero tus vacilones… los vas a pagar tú.

Pensé que con esto, él limitaría sus salidas sociales, pero no fue así… Walter despertó su creatividad emprendedora, empezó su negocio de polos… los encargaba en “Gamarra” y a los eventos… le pedía prestada la casa de su abuela en la Planicie de más de 1200 metros y organizaba fiestas, con seguridad incluida… nunca más me pidió plata para sus diversiones, le fue tan bien que:
• Un día le pedí prestado… para sacar a entretenerse a Lorena.

Mi cholo fue un grande.

Un abrazo
Walter Oyarce



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