Por :
Jorge Valverde Challe
REMEMBRANZAS En la medida que
nos vamos haciendo mayores (parte del proceso de vivir), los recuerdos cada vez
son más recurrentes y nos vamos volviendo más sensibles a ellos, quién no
recuerda los momentos alegre que nos tocó vivir (o de los otros), como por
ejemplo: nuestra graduación, nuestro matrimonio (el primero para los
reincidentes….jajaja), el nacimientos de nuestros hijos o nietos, o….aquellos
tres años que pasamos en nuestro querido CMLP. Han pasado 55
largos años desde nuestro ingreso al colegio militar allá por el año 1963 y los
recuerdos de aquellos inolvidables años están siempre presentes, tengo muy
claro en mi memoria el día en que a mediados de 1962, mi padre me entregó el
“prospecto de admisión” al COLEGIO
MILITAR LEONCIO PRADO y me dijo que me iba a presentar para postular a una
vacante, yo tengo un hermano que es de la XVI promoción y lo único que
recordaba del colegio era el haber ido a visitarlo los domingos, en aquella
época no tenía la menor idea que yo tendría un “deja Vu” personal. Los exámenes de
ingreso los tengo muy vívidos en mi memoria, así como el primer día del
internamiento en marzo de 1963, nos llamaron por nuestros nombres y nos
hicieron formar en las canchas de fulbito colindantes al muro que da a la Av.
Costanera en ese entonces, y nos presentaron a nuestros “monitores” de la XVIII
para luego instalarnos en las cuadras en las que pasaríamos el tercer año y
para que recibamos nuestros implementos y vestuario, recuerdo que me dieron un
capotín que era mucho más grande que mi talla y mi mamá tuvo que meterle
costura por todos lados para que se ajustara un poco a mi tamaño..jajajaja, el
proceso de marcado de prendas con alquitrán y plantilla fue todo un espectáculo
¡!! El primer año nos asignaron a la tercera sección y en cuarto y quinto a la
2ª. a muy pocos días de estar en el colegio y
como teníamos la plaquita de identificación con nuestro apellido
prendido en el bolsillo de la camisa, el técnico Vílchez de la XVIII vio mi
apellido y me preguntó qué relación tenía con el Valverde de la XVI, yo
ingenuamente le dije que era mi hermano y ante mi total sorpresa, me agarró del
cuello con el brazo, no sin antes saludar a mi pobre mamá a nombre de mi
hermano y me dijo: sabes que tu hermano (este había sido toda una joyita en su
paso por el colegio), me pegó y me dejó el ojo morado ¿? Dicho eso y sin
soltarme del cuello, me llevó a su cuadra (dormitorios),y les preguntó a sus
compañeros; saben quién es este ¿?? Las vacas me miraron y nadie sabía quién
era yo obviamente, y él les dijo: este es hermano de Pepe Valverde…en ese
instante sentí un coro de voces mencionando a mi pobre mamá que era totalmente
ajena a esa situación y algunos me empezaron a “regalar” caricias que me
dejaron sin aliento mientras yo recordaba a mi hermano, hasta que Vílchez me
dio un cepillo de dientes, yo le dije que gracias, que yo ya tenía uno y el muy
HDP me dijo que el cepillo era para barrer la cuadra (afortunadamente era de
las más pequeñas), así que mi primera experiencia fue barrer la cuadra con un
cepillo dental ¡!!! , luego nos haríamos grandes amigos con el transcurrir del
año. Todos tenemos
recuerdos de experiencias individuales o
grupales del CMLP, como oír la diana al
despertar por las mañanas, o el conmovedor toque de silencio para dormir,
levantarse temprano para iniciar la jornada diaria, nuestros desayunos, si te
descuidabas te volaban un pan (nos daban tres por ración pero si podías comías
cuatro !!!), o tu ración de jamonada, la formación para ir a las aulas luego de
pasar lista, la hora del rancho, la música del medio día que amenizaban los
almuerzos con las canciones del momento: Popotitos, el Cubanito, los hermanos
Pinzón y muchas otras., el gabinete de física o el laboratorio de química donde
abríamos la llave del gas que tenía un olor fétido, las clases magistrales de
Historia Universal del profesor Herman Busse (actualmente hay un colegio que
lleva su nombre), o las de Santillán Arista, (Ufff, qué profesores aquellos
¡!!), o las instrucciones militares del recordado Capitán Pareja, el teniente
Huarcaya, o el Loco Sousa (cada vez que estaba de guardia, la primera compañía
tenía “plantón” fijo), o del inolvidable SO Esquerre, ícono de la XX, que nos hacía marchar con paso de ganso
cuando regresábamos de noche de las aulas a las cuadras y su infaltable vara de
jebe que dolía como diablos ¡!!, las actividades deportivas y culturales de las
5 pm, el malacate, la Perlita con su combinado montado, la rompe filas, aquella
muchacha veinteañera y deliciosa que nos hacía contemplar la cadencia de sus
caderas al caminar y nosotros como leones enjaulados nos imaginábamos lo que
haríamos con ella jajajaja, ahora debe ser una abuelita venerable si es que no
nos ha dejado, los viernes de película, Música y Lágrimas basada en la historia
de Glen Miller, La fosa y el Péndulo con Vincent Price y muchas otras que no
logro recordar (si no te gustaba la película te subías a balcón a jatear en las
últimas gradas), con actuaciones previas del dúo Luz y Sombra (trompeta y
batería con cadetes del 5º. año), el mejoramiento de rancho con helados
D’Onofrio, la salida general o la temida lista de castigados (sin salir hasta
la siguiente semana), las papeletas de castigo del sub oficial “Chatarra”, el
turno de imaginaria y cuartelero, la campaña de fin de año en los arenales de Lurín, el desfile de
fiestas patrias con sus ensayos previos y muchos otros imborrables recuerdos y
anécdotas, como cuando le llenamos de grillos la cama a Maldonado Madico y
cuando se metió al sobre, pegó un salto que casi bota el catre de arriba, esa
noche fuimos varios al calabozo por el lío que se armó, previamente tuvimos que
“cazar” a todos los grillos que saltaban por todas partes ¡!!!!….jajajajajaja.
y nuestro hermoso himno leonciopradino, siempre presente en todas nuestras
reuniones. Ahora, luego de 55
años desde nuestro ingreso y de mucha agua transcurrida bajo el puente de cada
una de nuestras vidas, celebraremos un nuevo re encuentro anual (75 años de su
fundación), con el reconocimiento de lo que significó y aportó en nuestras
vidas el CMLP, el haber vivido tres años dentro de sus muros amarillentos que
nos dieron protección y abrigo y que hoy ya no existen físicamente, debido a
ese océano eterno frente al colegio, que debilitó sus cimientos por la humedad
del lugar, pero que siempre estarán en pie en nuestros recuerdos y por tener la
suerte de haber pasado por sus aulas, haber conocido de un plumazo a más de 400
compañeros, hermanos leonciopradinos para toda la vida, muchos de los cuales
ahora lamentablemente, moran en otra dimensión pero que siguen viviendo en
nuestros corazones como cuando éramos aquellos jóvenes alegres y vigorosos.
Nunca morirán si los tenemos siempre presentes. Podría citar ahora
a Rubén Darío cuando escribió “juventud divino tesoro, te vas para no volver,
cuando quiero llorar no lloro, y a veces lloro sin querer”, aquellos años no
volverán, pero podemos decir que tuvimos la inmensa suerte de vivirlos y de ser
de los privilegiados que ingresamos al Colegio Militar Leoncio Prado “para toda
la vida” en una de sus mejores épocas. Alto el
pensamiento. Un abrazo Yo |
No hay comentarios.:
Publicar un comentario