LOS ACTORES DE LA HISTORIA
La maquinaria puesta en marcha para que el CMLP iniciara sus labores fue aceitándose y afinándose cuidadosamente. Marín era el artífice de la obra y el éxito o fracaso de la tarea que le había encargado el gobierno era de su exclusiva responsabilidad. Militar cauto y responsable, no dejó nada a la improvisación; como buen soldado Marín era muy ordenado, precavido, organizado. Correctamente uniformado y con sus seis galones dorados de coronel, relucientes sobre fondo azul, traslucía un aire de seriedad y responsabilidad. Impresionaban su afabilidad, sus buenas maneras y sobre todo la tranquilidad y serena confianza que emanaba de su persona. Más tarde al escuchar sus coloquios casi familiares, con lenguaje claro y sencillo, quedé como todos mis compañeros, fascinado por su verbo que llegaba a la mente y al corazón.
Consciente de la gran tarea que le habían encomendado, Marín tuvo sumo cuidado en seleccionar el equipo civil-militar que lo iba a secundar en las tareas forjadoras de la nueva juventud que el país esperaba.
Como Sub-Director escogió al Teniente Coronel Víctor Tenorio, militar serio y responsable, amazonense como él mismo y que años más tarde llegó a General de División y Ministro de Guerra. Tenorio fue el brazo derecho de Marín en la primera etapa, en el de la organización del plantel hasta su puesta en marcha. Se retiró del cargo el 23 de mayo de 1944, siendo reemplazado por el Teniente Coronel Leonidas Astete Luna ese mismo día. Astete era un militar de baja estatura y muy robusto. Él le dio especial importancia al desarrollo físico de los cadetes y organizó competencias internas en todos los deportes. Al Teniente Coronel Astete se debe la formación de los equipos de los Pumas, Tigres, Zorros, Panteras y Lobos que protagonizaron recordadas jornadas de fútbol, básquetbol, softbol, natación, waterpolo, atletismo, etc y también la exitosa participación del colegio en el campeonato interescolar de atletismo.
El Jefe de Batallón designado fue el Mayor Pedro Rivadeneira Rivas, militar de porte y apariencia rígidas, de mediana estatura, delgado, muy pulcro en el vestir y que siempre llevaba un par de botas impecables, relucientes. Pocos meses duró en el colegio el mayor Rivadeneira y pasó a otra ocupación castrense hasta obtener el grado de Coronel con el que pasó al retiro.
En reemplazo del Mayor Rivadeneira fue designado el Mayor E.P. Dionisio Quelopana que vivía en la avenida de Las Palmeras, en La Perla. Tacneño de nacimiento, él fue quien acuñó el lema: "Capacitarse merece lucha perseverante" en alusión a la sigla CMLP. Militar serio y sumamente exigente en el porte y la disciplina, tanto que cuando estaba frente al batallón hasta se podía oír el zumbido de una mosca. Rostro cuadrado, ojos penetrantes debajo de unas cejas negras abundantes, lucía bigotes y andaba enfundado en su uniforme con correaje sobre su sólido pecho. Le gustaba pasar revista en jeep abrigado en verde capote y cristina que casi le cubría los ojillos vivaces. Todos, oficiales y alumnos teníamos que ponernos en "máxima alerta" frente al implacable Quelopana que encontraba falta donde uno menos pensaba. Se preocupó por la disciplina y la marcialidad, dicen que fue un "chucha", yo diría más bien un fanático del orden y la disciplina. Se retiró del ejército con el grado de teniente coronel.
El capitán jefe de año fue Ernesto Montagne Sánchez, militar de porte alto, ojos celestes, tez blanca. Bajo una capota verde caminaba a grandes trancos revisando aulas y cuadras. Era un militar de estirpe. Su padre había sido Ministro de Educación y posteriormente candidato frustrado a la Presidencia de la República el año 50. El mismo, ya como General de Brigada, fue Ministro de Educación en el gobierno del Arquitecto Belaunde. Posteriormente fue Ministro de Guerra e integrante de la Junta Revolucionaria del año 68 con Velasco Alvarado. Cuenta Gustavo Escudero en un artículo que publicó en motivo del 25 Aniversario del CMLP que durante su primer día de servicio enfrento a un cadete sonámbulo, que seguramente fue el célebre "espiritista", Luis Hurtado Vargas Machuca conocido aprendiz de brujo en el colegio. Posteriormente también fue Capitán de Año el Capitán Pedro Marsano, serio, amante de la disciplina, inflexible frente al desorden y que debutó públicamente reprendiendo a Gustavo Cesti por haberle malogrado la gorra al sub-oficial Cáceres. Marsano se ganó el cariño de los cadetes por su rectitud y buenas maneras, su trato no estaba reñido con la exigencia en el cumplimiento de las normas. Marsano falleció en accidente automovilístico cuando ostentaba el grado de teniente coronel.
Adjunto al Coronel Marín, como secretario estuvo el Capitán Walter Sotillo Monasterio, ingeniero como Marín y cuya seriedad resultaba proverbial, Sotillo terminó como profesor en la Escuela de Ingenieros. Los instructores eran los tenientes Jorge Barandiarán Pagador, Rodolfo Rake Hinojosa y Francisco Quevedo, ellos eran los oficiales que estaban casi en forma permanente en contacto con nosotros, serios, severos, exigentes modelaron en cada cadete una personalidad en donde el orden y la disciplina eran fundamentales. Enseñaban con el ejemplo y nunca exigieron algo que ellos mismos no pudieran hacer. A estos tres tigres los evocamos en otro capítulo de este libro. También formaron parte de la planta de oficiales, los sub-tenientes de reserva Oscar Mattos y Rómulo Reaño. A Mattos le encargaron la provisión del rancho para el colegio y en una oportunidad nos sorprendió con una gigantesca torreja para cada uno en el rancho nocturno, que le valió el apodo de "Torreja" Mattos. Ambos pasaron después a la Guardia Republicana donde el "chueco" Reaño, medio pariente de Arenas Reaño llegó a Director Superior.
Para pleitear diariamente con los cadetes, con los que prác-ticamente convivían responsabilizándose del orden y la disciplina de cada sección, llegaron los sub-oficiales Francisco Michelena, Lizardo Puntriano, Fausto Dávila, Abelardo Solís, Luis Copaja, Luis Barreto, Pedro Romero, Valentín Gomero, Sócrates Cáceres y Orlando Sánchez, cada uno de ellos tuvo a su cargo una sección. Ellos bajo la dirección de los instructores cumplieron con entrenar y controlar los aspectos militares y administrativos de cada sección a su cargo, esmerándose por darnos la más adecuada preparación. Cada quien tenía rasgos especiales en su carácter, todos el afán de que recibiéramos sólida formación.
Esta era la plana militar que tuvo la responsabilidad de nuestra capacitación y entrenamiento en todos los aspectos relacionados con la forma y el fondo de la vida militar, tan llena de reglamentos y convencionalismos. "La disciplina es la base de los ejércitos", "un ejército sin disciplina es un ejército vencido de antemano" nos repetían a menudo los instructores. La disciplina se fue forjando diariamente en cada una de las actividades que cumplíamos. El toque de "diana" que nos obligaba a levantarnos, sacarnos de las tarimas, asearnos y salir a formación. La "fajina" que señalaba las horas de descanso; el toque de rancho que indicaba la hora de tomar los alimentos; el toque de "seña y cuerpo" que anunciaba la llegada del coronel director, el de "silencio" que anunciaba la hora en que deberíamos empezar a descansar, etc.
El plantel docente, el responsable de nuestra capacitación y preparación tenía como Director de Estudios al Doctor Manuel Velasco Alvarado y como profesores a José Valera, Felipe Tiravanti, Humberto Santillán Arista, Luis Bedoya Reyes, Ricardo Cazorla, Uladislao Zegarra Araujo, Ricardo Mariátegui, Ezequiel Sánchez Soto, Alfonso Santillán, Edmundo Pizarro, Esteban Hidalgo, Guillermo Rosemberg, Luis Injoque, John Mac Gin, Luis Faura, Humberto Velásquez, Napoleón Zegarra, Teodoro Cassana, José Pareja y Paz Soldán, Flavio Villacorta y Eduardo Ubilluz, toda una constelación de eficientes y brillantes educadores a quienes dedicamos el título "Nuestros Maestros".
La salud de los cadetes estaba garantizada y controlada por el servicio de sanidad cuya Jefatura fue encargada al doctor César Delgado Cornejo, secundado por los internos doctores Jorge Ruiz de Somocurcio y Juan Landaburu y el enfermero Ricardo Urdanivia. En este servicio reportó como "internado en la enfermería" durante casi todo el año 44 el cajamarquino Chávarri Souza. El peluquero era don Enrique Cáceres.
Los profesores de Educación Física conformaban un sólido y selecto equipo de profesionales especialistas en diversas disciplinas, el Jefe era Alfredo Narváez Coronel, el famoso amigo "Olímpico" y entre los profesores estaban Juan Berasteín, Ernesto Cuya Sánchez, José de León Reyna, Rubén García Cáceres, Celso Gamarra, Sebastian Guillén, Salomón Orillo Gálvez, Arturo Sa-broso. Todos ellos contribuyeron desde sus respectivas especiali-dades a que los cadetes practicáramos obligatoriamente algún deporte y esto contribuyó al armónico desarrollo físico de cada uno de nosotros.
Estos fueron los actores de la historia, los responsables del buen funcionamiento de la maquinaria, nosotros los protagonistas de tres años fascinantes que nos prepararon para servir al Perú en las esferas profesionales que escogiéramos seguir.
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