viernes, 30 de julio de 2021

5. EL PRIMER ESLABON DE ORO - EL DIA DE LA INAUGURACION

 EL DIA DE LA INAUGURACION

E1 15 de julio de 1944 se conmemoraba el 61° aniversario de la heroica inmolación de Leoncio Prado en Huamachuco, y   ese día fue escogido por el coronel Marín para la inauguración oficial del Colegio Militar puesto bajo la advocación del héroe por la Ley Nro. 9890 aprobada por el Congreso de la República y promulgada por el Presidente Prado el mismo día: 18 de enero de 1944. Simbólica fecha esta en la que se fundía la muerte del héroe y el nacimiento del Colegio Militar para sintetizar el ideal de darle trascendencia y permanencia a quien sería y será por siempre nuestro arquetipo. 

La fecha de entrada a la gloria del ejemplar huanuqueño, coincidía con el nacimiento oficial del primer Colegio Militar de la República, que albergaba en su seno a los mejores adolescentes peruanos. 

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En el colegio estos fueron días de intensa actividad tanto académica como militar. Los ensayos para el desfile y los desplazamientos eran interminables y las ubicaciones se señalaban al milímetro. Ningún detalle por pequeño que pareciera fue descuidado. Los oficiales y sub-oficiales se esmeraban en desterrar en cada uno de nosotros todo indicio de relajamiento civil para dar lugar a un porte militar impecable. Los peluqueros redoblaron su trabajo y se quedaban en la peluquería hasta altas horas de la noche para poner nuestros cabellos con un corte tipo alemán impresionante. Todos nos esforzamos por igual y los Tenientes Quevedo, Rake y Barandiarán que eran nuestros instructores, agotaban todas sus fórmulas castrenses para lograr que el más desgarbado cadete, que los había muchos, lucieran como pequeños y bien entrenados soldados. La avenida Costanera, casi deshabitada en ese entonces, servía como pista de desfile y todos nos esforzábamos por practicar y dominar el llamado "paso de ganso" cuya perfección en la ejecución demostraría nuestro grado de preparación y eficiencia. 

También era motivo de preocupación, la confección de los uniformes de salida y desfile que luciríamos el día inaugural y que estaba compuesto de polaca negra y botones dorados, con un cinturón que tenía una hebilla dorada con el Escudo Nacional grabado, camisa blanca y corbata negra, pantalón azul eléctrico con franjas negras a los costados, zapatos de charol y medias negras. El kepí era blanco con visera negra y al centro llevaba el escudo del CMLP en bronce, encerrado por dos hojas de laurel. Los sastres trabajaron indesmayablemente y se multiplicaron para tomar medidas y hacer las pruebas correspondientes a cerca de 300 cadetes. 

En más de una oportunidad yo y muchos de mis compañeros tuvimos que ir a una sastrería que estaba ubicada en la calle B ambas para que nos hicieran las pruebas de nuestros uniformes. Por fin, uno o dos días antes de la ceremonia inaugural, nos entregaron los uniformes y tuvimos la oportunidad de probar cómo nos quedaban. Parecíamos soldados de juguete, unos con más porte que otros, todos con la ilusión del desfile y la primera salida, muchos especulando con la sensación que causarían ante familiares y amigos o en el barrio en que habitaban. 

Por fin llegó el gran día, todos vivíamos un ambiente de intensa emoción, el toque de diana sonó más temprano que nunca y en contados minutos todos estábamos desayunando en el comedor. Nos dieron menú especial: quáquer con chocolate, churrasco montado con papas fritas y café con leche y panes con mantequilla. Con el correr del tiempo sería el desayuno "especial" que tomaríamos antes de salir a un desfile o ceremonia oficial. Terminado el desayuno pasamos a los dormitorios para ponemos los flamantes uniformes y salir a formar. Los oficiales lucían impresionantes uniformes de gala, negros, con charreteras doradas y espada. A media mañana, desde la entrada al colegio hasta el monumento a Leoncio Prado que lucía envuelto en tela blanca hasta el momento de su develación, formaban guardia en correcta posición delegaciones de cadetes de la Escuela Militar de Chorrillos, de la Escuela Naval de La Punta, de la Escuela de Aeronáutica y de la Escuela de Policía. En otros emplazamientos, comisiones de la Infantería de Marina del Crucero "Miguel Grau", de la Escuela de Sub-Oficiales de la FAP, del ler. Regimiento de Infantería Nro. 33, Batallón de Infantería Nro. 7, Grupo de Artillería Montada, Primer Regimiento de Infantería de Seguridad, Regimiento Escolta del Presidente, Regimiento de las Escuelas de Trasmisiones, Compañía de Pontoneros, Batallón de Tanques, etc., también delegaciones de alumnos de los Colegios Guadalupe, Alfonso Ugarte, José Granda, Dos de Mayo, etc. 

En la tribuna oficial se encontraban los Presidentes de las Cámaras de Diputados y Senadores, el Arzobispo de Lima, Minis-tros de Estado; representantes al Congreso, el Alcalde del Callao, altos funcionarios de la Administración Pública, Jefes y Oficiales de las Fuerzas Armadas, y en lugar preferencial los señores Em-bajadores y Diplomáticos acreditados ante nuestro gobierno. To-dos, todos los más importantes personajes del país deseaban participar, testimoniando con su presencia la trascendencia de este acto inaugural. 

El Jefe de Estado doctor Manuel Prado, llegó cerca del mediodía, en coche descubierto, recibiendo entusiastas demostraciones de adhesión del numeroso público que se había congregado no solamente a lo largo de la avenida Costanera sino en el interior del colegio; él contestaba los aplausos de la multitud con el brazo derecho en alto donde sostenía su clásico sombrero hongo y una amplia sonrisa de satisfacción; lo acompañaba en el automóvil el Ministro de Guerra y los miembros de su Casa Militar. 

En la puerta de honor del Colegio recibieron al Presidente, el Inspector General de Instrucción Pre-Militar y el Director del CMLP Coronel E.P. José del Carmen Marín Arista, ambos con impecables uniformes de gala y condecoraciones. Las bandas de músicos ejecutaban la Marcha de Banderas y las unidades formadas al interior presentaban armas; nuestro batallón conformado por tres compañías al mando del Mayor E.P. Pedro Rivadeneyra lucía intachable y cada uno de nosotros se esforzaba por presentar el mejor porte marcial posible. Yo, pertenecía a la tercera compañía a cargo del Teniente Rodolfo Rake, Teniente alto de fino bigote rubio, delgado, semejaba un soldado prusiano con su uniforme negro y oro. Se nos iba la vida en esa esperada presentación y estuvimos tan bien que causamos la admiración general, incluyendo la de nuestros familiares más cercanos que no podían creer cómo nos habíamos transformado en soldados, en tan poco tiempo. 

Prado pasó revista a las delegaciones de las Fuerzas Armadas y Policiales, así como a las de los Colegios Nacionales y el Batallón de cadetes del CMLP en ambiente de emoción y euforia. Terminada la revista se dirigió a la tribuna oficial donde recibió el saludo de las autoridades e invitados. 

La ceremonia se inició con la develación del velo que cubría el monumento a nuestro patrono; lo hizo el Presidente en compañía del Ministro de Educación Pública Enrique Larosa, el Inspector General de Instrucción Pre-Militar General de Brigada Luis F. Escudero y del Coronel Director del Colegio mientras el corneta del Batallón de Infantería Nro. 39 ejecutaba el clásico toque de silencio. La concurrencia puesta de pie se sumaba al homenaje al sin par combatiente por la libertad de América y héroe de Huamachuco, en cuya memoria una batería disparaba una salva de honor. Fue un momento realmente emocionante en el que el héroe iluminó nuestras vidas con su ejemplo. Seguidamente se colocaron ofrendas florales entre las que destacó la del Presidente Prado adornada con cintas con los colores nacionales. 

Terminada la colocación de las ofrendas en el monumento, donde grabadas en bronce se leía: "Huanuqueño: hermano de mi alma, no olvides que morir por la Patria es vivir en la inmortalidad de la gloria. Leoncio Prado", el locutor de Radio Nacional del Perú que estaba trasmitiendo la ceremonia, para todo el país anunció a Luis Alvarado, el pequeño cadete de la quinta sección quien en representación de todos nosotros, sus compañeros de promoción, recitó en vibrante estilo una poesía de Germán Alarcón Letich al héroe de La Breña. Muchos años después en 1990, Alvarado Contreras en su calidad de Presidente de la Cámara de Diputados repitió el poema y desfiló ante el monumento del héroe en una ceremonia conmemorativa del colegio. Así se tejen los hilos de la historia. 

La bendición del monumento y el local, estuvo a cargo del Arzobispo Primado y Vicario General Castrense de las Fuerzas Armadas, Excelentísimo Monseñor Pedro Pascual Farfán quien vestido de los ornamentos rituales señaló entre otros conceptos: 

"Leoncio Prado, ante este escogido núcleo de jóvenes que hoy se aprestan para mañana ser buenos ciudadanos y mejores soldados, que sepan también ofrendar sus vidas como heroicamente la ofreció Leoncio Prado, ofrenda tanto más admirable a las generaciones, cuanto la ofreció postrado en el lecho, lejos de los seres queridos". 

Enseguida y ante el impresionante silencio de la multitud congregada hizo uso de la palabra el Coronel E.P. José del Carmen Marín, director del Plantel, quien agradeció la presencia del Jefe de Estado y autoridades y relevó la importancia que tenía para el gobierno y el país la inauguración del Primer Colegio Militar de la República. Luego hizo un pormenorizado recuento y análisis de la vida del héroe y sus hazañas y terminó diciendo: - "A los 61 años de su heroico sacrificio, la gratitud nacional perenniza su memoria en este bronce y le rinde el más significativo de los homenajes, al poner bajo el amparo de su nombre a los cadetes de este colegio, quienes como símbolo de unión nacional, provienen de todos los ámbitos del Perú y que como toda juventud, encaman las esperanzas del mañana". "Desde allí ha de ser el alma de esta casa, la que inspire todos nuestros actos, nos reconforte en las horas de prueba y nos impulse al trabajo y la acción, que nos haga dignos de esta patria que él sirvió con todas las energías de su ser". "Dígnese señor Presidente, declarar inaugurado este colegio bajo la advocación del Coronel Leoncio Prado, a quien estáis ligado por los vínculos de la sangre y por sus ideales americanistas". Prolongados, sonoros aplausos rubricaron las palabras del maestro y soldado que había señalado con meridiana claridad las vigas maestras que soportarían la gran obra educativa que le habían encomendado. El Presidente y los invitados felicitaron efusivamente al Coronel Marín quien con su hablar pausado y entonación amazónica nos había cautivado una vez más. 

Acto seguido el Presidente Prado, puesto de pie, dirigió la palabra y como corolario de su discurso expresó: 

"Al inaugurar este colegio siento el imperativo de afirmar que, como fruto de íntima compenetración de ideales y esfuerzos entre maestros y alumnos, del seno de este templo y hogar en que se cultivan los más elevados atributos del hombre, saldrán mañana ciudadanos capaces de realizar nuevas y brillantes hazañas, que acrecienten la fama y el prestigio de la República, cimentados inconmoviblemente hoy más que nunca en esta hora estremecida del mundo en que nuestra Patria está dando un hermoso y viril ejemplo de cordura, trabajó y unión, fuerzas imponderables que hacen a las naciones poderosas, respetables e invencibles". 

Los diversos pasajes del discurso presidencial merecieron aplausos entusiastas de la concurrencia. 

Terminadas las palabras del Presidente, las bandas militares interpretaron los acordes de nuestro Himno Nacional; con gran fervor patriótico todos entonamos sus letras, nosotros los cadetes con mayor emoción y entusiasmo tal cual habíamos ensayado incansablemente bajo la dirección de Monseñor Chávez Aguilar nuestro profesor de música. Finalmente, pletóricos de emoción, entonamos por primera vez el Himno del Colegio, que mereció atronadora ovación de la concurrencia. 

El desfile de honor frente al monumento al héroe de Huamachuco fue apoteósico. El Presidente Prado y su comitiva lo presenciaron desde las bases del monumento. El desfile fue encabezado por las delegaciones de cadetes de los Institutos Armados y la Policía, las comisiones de los cuerpos del Ejército, Marina, Aviación, Policía y las delegaciones de los Colegios Nacionales. Finalmente desfilamos con nuestros vistosos uniformes negro y azul añil. El paso marcial y el entusiasmo que pusimos en la marcha arrancó sonoros aplausos de la concurrencia. Yo marchaba con gran emoción en la última sección de la tercera compañía y de reojo pude observar entre la multitud a mis padres quienes, emocionados hasta las lágrimas, me buscaban entre las filas de cadetes para aplaudirme. La presentación, la primera que hacíamos en público fue magnífica, no había duda, aquí se estaba gestando algo muy grande para el país. 

1944 https://youtu.be/HJfDahiutMs  inauguración del colegio

Concluido el desfile y cuando aún no se habían disipado los ecos del entusiasmo de la multitud, Prado y sus acompañantes visitaron cada uno de los compartimientos del colegio. Firmó el libro de oro en el salón central y después de visitar el área administrativa, estuvo en el almacén, la despensa, la cocina y el comedor, pasando luego al campo deportivo, la piscina y demás instalaciones. Visitó el pabellón de aulas y los dormitorios y se retiró con la clásica Marcha de Banderas y el saludo de los cadetes de las Escuelas Militares que le rendían los honores de estilo. 

Fue un día memorable para todos nosotros que sudorosos y eufóricos fuimos a los dormitorios para preparar la que sería nuestra primera salida a la calle, estábamos imbuidos de gran entusiasmo y queríamos compartir con nuestros familiares la euforia de esta fecha histórica. 

La salida fue apoteósica, las calles de la ciudad observaron a estos tres centenares de nuevos cadetes luciendo orgullosos sus nuevos uniformes y dando lecciones de orden, urbanidad, buenas maneras. Llegué a mi casa y recibí todo el cariño de mis padres y hermanos, la bendición de mi abuelita Julia y la visita de todos mis vecinos, curiosos por saber cómo era el colegio y cómo nos trataban. Pasé horas felices con los míos y al retomar al colegio había renovado mi fe en el futuro que me esperaba. 

La nota anecdótica de esta primera salida la dio un esmirriado cadete de la octava sección que tomando muy a pecho eso de las jerarquías y el saludo al superior, pretendió que unos marineros borrachos se cuadraran ante él y le cedieran el asiento en el tranvía. Los marineros no lo saludaron ni le dieron el asiento, provocando la risa de los pasajeros ante el azoramiento de Saldaña, que llevaba eso de ser soldado en la sangre, tanto que al egresar y no poder ingresar a la Escuela Militar de Chorrillos, se metió como soldado a tropa. La revolución del 48 lo encontró como sargento al que encomendaron una misión de patrullaje, él era de caballería, ese día desapareció del cuartel llevando uniforme y caballo y nunca más se supo de su vida. 

Los días posteriores fueron de intensa, infatigable actividad, debíamos entrenarnos para participar en el desfile militar y apren-der a usar los fusiles que nos entregaron y que habían sido incautados a los ecuatorianos en el conflicto bélico del 41. En pocos días, casi todos éramos expertos en el manejo de los fusiles para saludar, desfilar, estar en posición de descanso etc. Fue un grande y continuado esfuerzo de oficiales y cadetes que tuvo su premio en las atronadoras ovaciones que recibimos al participar en el desfile escolar del Campo de Marte, el 27 de julio, en el del Callao el 28 y finalmente la gran parada militar del 29 de julio en donde formamos parte del agrupamiento de la Escuela Militar de Chorrillos. 

El público, la ciudadanía y la prensa apreciaron nuestro esfuerzo y grado de preparación, todos nos alentaron y el eco de las ovaciones que recibimos nos acompañaron durante muchos días. 




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