sábado, 7 de agosto de 2021

EL PRIMER ESLABON DE ORO . 9.- LOS QUE FUERON A CUBA

 LOS QUE FUERON A CUBA

Casi a finales del año 44, el gobierno cubano de Fulgencio Batista invitó, a la ceremonia de trasmisión del mando del Presidente Grau San Martín, a una delegación de cadetes de las Fuerzas Armadas Peruanas para participar en un homenaje que se iba a rendir a nuestro héroe y patrono: LEONCIO PRADO. Iban a bautizar un barco de la armada cubana que llevaría el nombre del legendario huanuqueño abordante del el "Moctezuma" en la guerra que la isla caribeña enfrentó contra España en su lucha por su independencia. 

Todas las escuelas de oficiales Militar, Naval, Aeronáutica y Policía acreditaron sendas delegaciones de cadetes, el colegio designó la suya y el criterio que primó en la selección de la delegación, siempre fue motivo de polémica y hubo más de uno que no reconoció más mérito que la vara, para justificar la presencia de tal o cual cadete. Lo cierto es que por el accidente de Chilca en la  que fueron protagonistas, dejaron de pertenecer a la delegación Luis Villar I., el brigadier general y Antonio Silva Marín, sobrino del Director. Los que formaron la delegación a la que algunos despedimos en forma muy especial y fraterna fueron: 

Eloy Ureta y Ureta 

Guillermo Noriega Ballester 

Max León Acha 

Luis Valdivieso Ocampo 

Jorge Melgar Saavedra 

José Castro de los Ríos 

Gonzalo de la Rocha Britt

 Manuel de la Jara Castillo 

Alfredo Parodi Dupont 

Augusto Cano Arana 

Roberto Mac Lean Ugarteche

 Augusto Francia Molinelli 

Les hicieron uniformes especiales, los entrenaron adecuada-mente, en fin, y los prepararon con esmero para que cumplieran un papel decoroso frente a otras delegaciones. Estos noveles aspirantes a soldados debían pasar su prueba de fuego no solamente en marcialidad y porte, sino en relaciones sociales y también culturales. Visto retrospectivamente la conformación de esta delegación, resulta evidente que no estaban los más brillantes y que el entroncamiento familiar de algunos de ellos, hacía de la delegación pasible de algunas críticas sobre su idoneidad. En efecto, Eloy era hijo del Mariscal, Willy hijo del General Noriega, Mac Lean sobrino del Presidente Prado, Jorge Melgar, por el apellido y el parentesco resultaba cercano al Contralmirante Melgar quien además era comandante general del BAP Grau en el que efectuaría el viaje. Luis Valdivieso fue invitado especial de la Embajada de Cuba, Augusto Cano era sobrino de Manuel Velasco, el Director de Estudios y, bueno, los otros seguramente también tenían alguna secreta influencia. Con todo fue una delegación que actuó con ponderación y dignidad y que vivió la fascinante aventura de conocer La Perla de las Antillas, el país por cuya libertad había luchado nuestro patrono: Leoncio Prado. 

¡Cuba! la bella isla de playas increíbles y mujeres hermosas, la de la rumba y el borinquen, la isla cuya sola evocación nos provocaba fantasías eróticas, sería visitada por unos bisoños cadetes adolescentes que, antes tocarían Panamá, ciudad que finalmente no pudieron conocer porque fueron castigados por el Capitán del Buque al ser sorprendidos en un jolgorio juvenil en la popa del barco, zona que era considerada prohibida, por pertenecer a terri-torios sagrados dedicados sólo al comandante del buque. 

La Orden del Día dio a conocer el nombre de los escogidos, hubo seguramente más de un desengaño y una protesta, pero, así es la vida y los que no pudieron agarrar viaje, se quedaron frustrados, pero aceptaron la decisión de la dirección y se sumaron al coro de los que deseábamos a nuestros camaradas un feliz viaje y que disfrutaran las bellezas y encantos de la isla. Curiosamente entre los doce escogidos no había ninguno de la décima, tal vez porque éramos los de menor edad y talla, a lo mejor porque nos faltaba pinta. Jorge Melgar recuerda que al darse el ¡rompan filas! para que fueran a despedirse, muchos les dieron las espaldas y marcharon a sus aulas. 

El viaje a Cuba fue fascinante y cuando retornaron al Colegio se formaban interminables corrillos entre los viajeros para que nos contaran las aventuras que habían corrido y las ceremonias a las que habían asistido. Se creó un ambiente de jolgorio y camarade-ría. Marín con esa fina intuición de maestro les dio un discurso de despedida y otro de bienvenida y resaltó la importancia que tenía para el CMLP este viaje que reafirmó la amistad peruano-cubana. 

Los viajeros vivieron experiencias muy aleccionadoras y alternaron con la flor y nata de los alumnos de las escuelas militares, muchos de los cuales llegaron a generales y aun a comandantes generales de sus instituciones. La delegación del CMLP estuvo a cargo del teniente segundo de la armada apellidado Cacho. 


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