sábado, 2 de julio de 2022

CESAR ALTAMIRANO

 César Altamirano

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Rodolfo Mendoza 

tombitocmlp16@yahoo.es

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Eran las 8:00 horas y el avión partía rumbo a los Estados Unidos de Norteamérica. César Altamirano miraba por la escotilla y observaba su Callao querido: La calle Buenos Aires, testigo de sus travesuras de niño,  la Plazoleta donde muchas veces se reunía con sus amigos de la infancia, la banca donde tantas veces se sentaba abrazando a su primera noviecita. Sonriendo, se acordó de sus diez años de edad y del “gordito” Benavente, de cómo jugaba pelota con el “negrito” Rufino y, suspirando hondamente, se extasió al ver imponente al gigante, allí, al borde del mar, entre la av. Costanera y la av. La Paz, en la Perla Callao. Era el Colegio Militar Leoncio Prado. Se mojó el labio inferior con la lengua, como era su costumbre, y recordó, entonces, el primer día en su Alma Mater, el día de la incorporación, cuando llegó con sus familiares  y encontró con la alegría y sonrisas adolescentes de Carlos Aponte, Luis Moyano, César Orjeda, Manuel Escobar, Samuel Pecho, Luis Bazalar, Carlos Córdova, Luis Garibaldi, Alfredo Deza, Walter Díaz, todos “chalacos” como él. Suspiró profundamente, cerró sus ojos castaños y se recostó en el asiento que había reclinado hacía atrás. Entonces vino a su mente, cuando se presentó por primera vez en el escenario del auditórium para cantar con la orquesta del Colegio. No se imaginaba entonces que llegaría a ser un cantante de fama internacional.

Esta vez no era un viaje de compromiso artístico. Era un viaje de lucha contra el destino, contra la adversidad.

¡Personal, pongan atención al llamado de sus monitores!

¡Conforme vayan escuchando sus nombres y apellidos, se van colocando detrás de sus brigadieres en columna de a tres!

-Aponte Carlos, Altamirano César, Narváez Alfredo, Marusic Jorge, Mojovich Daniel, Hubner La Torre, Torres César, Málaga Héctor, Kanashiro Jorge, Zúñiga Sergio, Villa Ricardo, Hurtado Juan, Villalobos Jorge, Artieda Rafael…

Lejos estaba el recuerdo de la orquesta musical que dirigía el padre de César Altamirano Alcázar, él como varios de sus amigos de la Provincia Constitucional del Callao, habían logrado ingresar al primer Colegio Militar de la República. Lejos le parecía ahora las atenciones de su querida madre. Lejos estaba el recuerdo de sus amigos del segundo año de secundaria. Ahora se encontraba en el Colegio Militar Leoncio Prado. Ahora él, era lo que tanto había soñado: Un cadete leonciopradino. Muy pronto vestiría su uniforme. Muy pronto viviría bajo el régimen militar que tanto deseaba conocer.

-¿Quién ha respirado carajo, usted cadete? Refunfuñaba el monitor de sección.

-¡No, mi monitor… ¡Yo no, mi monitor!

-¡Nadie debe respirar cuando ingresa su monitor… ¡Nadie se mueva!

-¡Al suelo, carajo!… ¡En posición de planchas!

-¡Todos, todos, carajo!… ¡Al suelo todos!

Y así, César Altamirano y sus compañeros de sección, se tiraron al suelo y sosteniéndose con sus dos manos, levantaban su cuerpo, una y otra vez hasta llegar unos a cinco otros a diez y los más fuertes hasta veinte.

- ¡Así que estos perros quieren ser cadetes y no pueden ni con su alma!

- ¡Todos a formar en columna de a tres, en el patio!

- ¡Corran… corran, carajo… ¡Quiero un último en formar!

Todos formaron y todos salieron a marchar, dando vueltas y vueltas en el estadio. No se acababa, no podían rendirse. No se podía parar…

- ¡Que bacán, que alegría, que felicidad, y somos leonciopradinos, y somos militares joderse, muchachos! -Nos vacilaba el Búho Alfredo Narváez.

- ¡Cállate Búho, cállate o te rompemos los anteojos! susurraba el Chueco García Novelli.

- ¿Oye Mono, ¿qué pasa, ya no puedes seguir?  -le preguntaban a César.

- No friegues, César Elías, yo soy chalaco y aguanto cómo macho.

Y nuestro ángel cantor, conoció lo que era ser novato del colegio militar, conoció entonces lo que era estar juntos en los castigos, juntos en los ejercicios, juntos en la experiencia, juntos en la formación, juntos en el comedor, juntos en el aula, juntos en la unión, juntos en la lealtad, muy juntos en la solidaridad.

Dos Fly Hostes, miraban a César Altamirano, murmuraban y se reían e interrumpiendo los hermosos recuerdos del mono.

-Disculpa, César, podrías regalarnos tu autógrafo…

- ¡Claro, sí claro,  encantado y gracias, amigas!

- ¿Sabes a mí, me encanta escuchar como cantas “A tu vera” y a mi amiga Jennifer la canción “Todo empezó como jugando”.

 -¡Gracias mis queridas amigas, muchas gracias!

César guardó su estilógrafo y más que una sonrisa era una mueca hacía la derecha la que hizo su boca, como siempre, como en el colegio militar. Volvió a suspirar, cerró sus ojos, quería volver a sus inolvidables recuerdos de los años 1959 – 1961. El avión se samaqueaba, parecía no querer llegar a su destino, parecía querer perennizarse en los cielos. Ahí, entre las nubes, perderse de la realidad, del destino, del destino cruel y perverso.

Debía llegar a Nueva York, para efectuarse un examen médico a su cansado corazón, no podía dejar de pensar en los múltiples compromisos pendientes, los empresarios artísticos, llamaban a su representante. Existían cada vez más solicitudes de contratos. César Altamirano, se había convertido en uno de los más claros exponentes de la canción latinoamericana. Su fama internacional cada vez era más exitosa, había logrado con su gran talento el sueño que de niño lo acompañó siempre. Volvió a recostar su cabeza en el asiento de la nave…

Altamirano-¡Oye monito, no te chupes, vamos a demostrarle a todos los asistentes que somos unos grandes artistas –Era Hugo Moreno, quien destacaba como un gran bailarín y sonero de nuestra orquesta leonciopradina–. Vas a cantar como nunca Mono, quiero verte como un grande, como un grande, monito.

César, como siempre, hizo una mueca hacía la derecha. Se celebraba el Día de la Madre y había una gran expectativa.

-No te preocupes Hugo, hoy los “chivos” y las “vacas” –cadetes de cuarto y quinto año– nos van a conocer y se darán cuenta que la XVI, también tiene sus buenos artistas.

Y nuestro ángel, nuestro “monito cantor”, salió y cantó como si fuera un consagrado, tenía en sus venas sangre de trovadores, sangre de artistas, sangre de los Altamirano y Alcázar. Claro, era uno de los grandes hijos del Barrio Chalaco, cuna de pescadores, de grandes futbolistas y grandes bohemios.

El auditorio del colegio explotó en aplausos. Los presentes: padres de familia, el Coronel Director y su plana de oficiales, profesores, instructores, cadetes y público en general, quedaron sorprendidos por la magnífica interpretación de nuestro hermano. No lo sabíamos entonces, pero había nacido un grande… ¡Un grande de la canción internacional:  CESAR ALTAMIRANO! Su nombre muy pronto estaría en las mejores marquesinas de los grandes teatros de América Latina.

-Ya vuelvo César, permíteme ir a buscar a quién nos han recomendado, vuelvo enseguida.

Era su representante artístico, tenía que contactarse con el médico que haría el examen a nuestro querido hermano. Miró el hospital por dentro, todo era un ir y venir de doctores y enfermeras, las camillas pasaban y el cuerpo de César se estremecía. Comenzó a querer retirarse, no podía dejar de reconocer que el miedo se apoderaba de él. Volvía a sentir ese ahogo que lo hacía estremecer, que lo hacía sentir miedo de no regresar para continuar cantando las canciones que lo hicieron llegar al éxito, a la fama internacional, que lo envanecía y llenaba de orgullo como hombre, como artista.

-¿Disculpe, sábe usted si en este consultorio, atiende la obstetra Sara Domínguez?

El ángel cantor, alzó la mirada y vio una mujer en estado de gravidez, pero una fuerte luz que destellaba, posiblemente por los rayos solares que se diversificaban, al introducirse por las rejillas de una ventana que se encontraba en la pared que daba hacía los jardines de esa zona no le permitieron verla directamente, su imagen se veía resplandeciente y con un aura que bordeaba todo su cuerpo, entonces se paró y cedió el asiento a la mujer.

-Disculpe usted, señora, no conozco a nadie, pero por servicio tome usted asiento.

-Gracias joven, es usted muy amable, es muy seguro que este sea el consultorio, voy a esperar. Pero aquí hay otra silla, acompáñeme usted, tenga la amabilidad. ¿Dígame cómo se llama y de dónde viene?

-Este… me llamo César Altamirano y vengo del Perú, para un examen al corazón y creo que este consultorio, no me corresponde.

-Sí, hijo, sí te corresponde estar a mi lado. Vamos, convérsame de tu hermoso país y si fuera posible cántame una de tus hermosas canciones. ¿Qué es lo que más te agrada revivir de tu vida?

-Ah, me conoce usted, discúlpeme, pero me encuentro un poco nervioso por lo del examen, sabe tengo, tengo…

-¿Miedo?.. Hijo mío.

Pudo entonces ver el hermoso rostro de la dama, su mirada era tierna y dulce.  Ella inspiraba una sensación de paz y tranquilidad.  Se sentía protegido, se sentía reconfortado, sobre todo cuando esas delicadas manos acariciaban su rostro. Sus nervios fueron entonces tranquilizados. Todo el miedo que sentía se evaporó y de su fatigado corazón, se calmaron las aceleradas palpitaciones que lo hicieron levantarse y tomar de los hombros a la hermosa mujer y con su hermosa y melodiosa voz, comenzó a cantarle “Única Tu”. María, conmovida, abrazó a César, lo besó en el rostro, acariciándolo y tomándolo de sus manos, lo guió y guió hacía adelante, hacia  el Paraíso, con él, con el Dios todopoderoso.

Su representante, al escuchar la voz inconfundible del gran cantante, bajó aceleradamente por las escaleras y al llegar al piso que correspondía, pudo ver la figura de dos personas que cruzaban el umbral de la ventana, se sobó los ojos y creyó ver cómo las dos siluetas cubiertas por una luz resplandeciente, se elevaban hacía el cielo, hacía el Jardín de la Gloria.

 Altamirano¡ Cesar Augusto Altamirano Alcazar, nacio en el Callao el 20 de mayo de 1944.

Hijo de Cesar Augusto Altamirano Schwartz, director de la entonces afamada orquesta “Cesar Augusto y sus locos del Mambo” en la época de los años 40., y de doña Consuelo Alcazar Alfaro, ambos chalacos. Fue el primero de cuatro hermanos; le siguen Isabel, Angélica y César Ismael.

Desde muy niño, casi antes de los tres años ya mostraba sus dotes de cantante ya que entonaba “monalissa” a duo con su tía Carmen Alcázar, hermana de su madre. Quién diría que más tarde y después de tanto cantar esta canción, el mismo sería apodado “el mono” .La música le corría por las venas dado el hecho de que aparte de ser su padre un excelente músico autodidacta, su tío Ricardo era cantante lírico.

En las navidades de 1957, a sus escasos 13 años, pierde a su padre, y su madre contrae segundas nupcias con el que llegara a ser su padre político, don Carlos Montalva.

Estudió en el Colegio George Washington y terminó su secundaria en el Colegio Militar Leoncio Prado, siendo considerado un excelente alumno. Llegando a ser monitor de la XVI promocion, al mismo tiempo que mostraba sus grandes dotes de buen cantante integrando la orquesta del Colegio Militar.

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Siendo aún estudiante, su tío Fernando Alcazar, reconocido pianista chalaco, lo lleva a un sello disquero a suplir a un cantante y es así como en el año 1961 graba las canciones “Rosa” y “15 años tiene mi amor” las cuales serían un éxito total a lo largo de su carrera.

Después postula e ingresa a la Universidad de Ingeniería pero posteriormente su primo Luis lo convence de participar en el concurso “Cancionísima” . Es allí donde empieza su fama y es solicitado para cantar en público y hacer presentaciones a lo largo de todo el país y en el extranjero.

En enero de 1964 empieza su carrera en el Canal de Panamericana Televisión realizando giras por Centro América, llegando a ser declarado ganador absoluto del Primer festival Internacional de la Nueva Ola con el tema “Corazon”. Participó después en el festival OTI donde demostró su gran talento y potente e inigualable voz al mundo.

https://youtu.be/HNk_TFWwjpE 


https://youtu.be/Wa3oswrQzQk 

  En el año 1968 gana el Festival de la Primavera en Trujillo con el tema “Juego de Amor” (Todo empezó como jugando como la conocen muchos admiradores) del desaparecido compositor Freddy Roland. 

https://youtu.be/LrnciLf73BE 

Habiéndose casado con la modelo y actriz “Cuchita” Salazar Repetto nacen sus hijos Sandro Cesar y posteriormente dos años más tarde nace Diego Cesar. Cuchita ya tenia un hijo el cual César amó y cuidó como suyo propio llamado Rafael.

Continúa su apoteósica carrera y viajes internacionales sin parar y después de 11 años de matrimonio se divorcia de Cuchita. Viene un tiempo de receso en su carrera hasta que inicia su trabajo en la creación de su nuevo disco y es así como populariza las canciones “Silencio” y “Voy a perder la cabeza por tu amor”, temas también grabados por Jose Luis Rodriguez “El Puma” con las cuales resurge su carrera artística.

 En una de sus giras conoce a Maria del Pilar Portocarrero Zanetti quien fuera su segunda esposa y con quien tuvo dos hijos: Carlo Cesar y Maria del Pilar.

Su carrera continuaba exitosamente por el Perú y el extranjero, donde en el año 1993, en el mes de mayo, viaja a hacer unas presentaciones por Estados Unidos donde un 4 de julio, en una de sus presentaciones sufre un colapso y es llevado de emergencia a un hospital local. Al tercer día de haber sido intervenido quirúrgicamente, el 9 de agosto, fallece de un infarto en la ciudad de Nueva York.

Fue un excelente hijo, padre, hermano, tío y amigo. Declarado, además, “Hijo Predilecto del Callao” en donde una de las calles del Callao se engalana con su nombre.

Es así como se apaga para siempre la voz más grande que ha tenido el Perú.


https://youtu.be/qwJhE2bNoZA

(PUBLICADO EN LA ANTORCHA LEONCIOPRADINA)

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