viernes, 15 de julio de 2022

 La vaca, el chivo, el perro… IV

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CARLOS CABREJOS-XXXI

carlos.cabrejos@telenet.be

 

Lo único que nos faltaba eran nuestras putas y unas cuantas cervezas y carcajear exageradamente a diestra y siniestra… de pronto, escuchábamos los gemidos de algunos perros que ya no podían con las ranas y dejaban de saltar y estiraban una y luego la otra pierna y con sus miradas nos pedían piedad, piedad de mí, mi gran señor… pero los sentimientos en el ejército son para los cojudos y reaccioné:

-¡Perros, un último en subir a sus roperos, y  no pisen sus camas, carajo

Los hicimos saltar varias veces y, poco a poco, cambiamos el tono de nuestra voz, nuestro comportamiento sería más relajado, mejor dicho el mío porque Henry Flores era ya el de siempre, ni militar, ni cachaco, ni abusivo, ni gran pendejo; para él, la única manera de pasar las horas en este cuartel era leyendo o jugando con una pelota o escuchando música o tirado en el grass, durmiendo como un chancho satisfecho.

 …  después de haber terminado con la gimnasia obligatoria nos pusimos como se ponen los grandes verdugos, King-Kong o Drácula después de haber saciado sus más feroces instintos, mostramos nuestro lado humano, frágil, conmovedor es la mejor manera sicológica de hacerles olvidar el odio de hace unos momentos y convertir su miedo en compasión; era la seguridad de que este incidente quedaría dentro de las cuatro paredes de la cuadra de los perros:

-Bueno, perros, como verán nos encontramos arrestados y vemos que han tenido visita de sus familiares y también vemos que ustedes han recibido “más” de lo que necesitan, nos es cierto?  -y, dirigiéndome  a mi compañero, la vaca hambrienta Henry, quien asintió cerrando los ojos y moviendo la cabeza ligeramente y apretando los labios para darle más teatro a la escena..

–Es cierto técnico Cabrejos. Y continué:

-Bueno siéntense en sus camas y conversen tranquilamente. El técnico Flores y yo vamos a dar una vuelta y cuando vengamos queremos ver la muestra de aprecio” que los alumnos tienen con nosotros, los técnicos castigados.

Cuando, de pronto, quien llegaría  a ser uno de mis amigos, el perrito simpaticón, enanito y bien educado Carlos Durand Matos tomó la palabra:

-Mi técnico, pero no faltaba más. Aquí tiene unas mermeladas y unos chocolates y además…

-Alumno Durand, gracias por su iniciativa y ésta que sirva de ejemplo para sus compañeros y, como repito, vendremos en unos momentos y espero ver la solidaridad de los perros con los técnicos castigados. -mientras salíamos de la cuadra de los perros, les previne:

-No se cuadren cadetes, comiencen a mostrar su amistad con los técnicos.

Esa tarde y todo el domingo nos la pasamos comiendo y jodiendo a los perros pero ya no a la mala sino divirtiéndonos y conversando…

Carlos Durand Matos, entró a la ENAMM en el 1979 y luego de recibirse en la especialidad de Cubierta fue un buen profesional y ejemplo para muchos egresados de la ENAMM . Hizo estudios de Post-Grado en Amberes y pudo aplicar sus conocimientos en la empresa marítima que fundó en los años noventa. Ahora, ya apartado de los negocios marítimos, reside en Miami donde pude encontrarlo hace un par de años y no alegramos mucho de este mini-reencuentro en la United States.

 En la ENAMM nuestra amistad se hizo más fuerte y nos vimos muchas veces en Amberes, Bélgica, donde vino a estudiar y siempre me lanzaba anécdotas de antaño y me hacía recordar algunos periodos negros de mi «vida sentimental».

–Recuerdas Carlitos Cabrejos cuando la Camenchu (una enamorada norteña muy simpática y bonita  que se llamaba Carmen), te dejó porque creía que eras un suboficial?

Ella vivía con su familia en la Avenida Brasil y venían del norte del Perú y de la ENAMM no sabían nada como mucha gente y recuerdo que la primera vez que me invitó a su casa a conocer a su madre y a su hermanito (un Oficial del Ejército recontra reglamento), les decía:

-Bueno yo lo que quiero en el futuro es conocer el mundo, aprender otras lenguas, conocer otras culturas, estudiar en el extranjero, etc. ; mejor dicho todo lo que podría alejar a Camenchu de la cuna familiar, luego me di cuenta que probablemente era mejor no pensar, como muchos de los de mi generación, en formar un hogar, y tener hijos porque así mis sueños de ver el mundo se frustarían. Y, así fue. Después de un par de visitas y algunos chapes y manoseos inocentes con Camenchu nuestra relación se esfumó en poco tiempo (mejor dicho la apagó ella) y, esta anécdota (que ya había olvidado) me la hizo recordar Carlos Durand Matos en Miami, delante de mi esposa Carola, quien por supuesto ya estaba advertida de mis travesuras prematrimoniales. «Mi amor, te contarán historias, la mayoría verdaderas, te dirán diferentes versiones de mi pasado, pero mirémoslo así, todo eso ha contribuido a ser quien soy y a amarte como te amo, y engullí con dificultad…».

A mi pata Carlos Durand Matos le dedico estas líneas de todo corazón y le deseo lo mejor en su vida personal y profesional. Sé que es uno de los motores de la Directiva de la  XXXIII y veo que ese sentimiento de hermandad con nuestros perritos de la XXXIII no es monopolio mío sino de todos los Tigres de la XXXI.

¡Qué buenos estaban tus chocolates y los pasteles de tu cuadra!

¡Descanso, rompan filas!

( Publicado en el Nº 189 DE LA Gaceta Leonciopradina)


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