domingo, 3 de julio de 2022

SEMBLANZA DORADA- TERCER AÑO

 Semblanza dorada – Tercer año

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Rodolfo ‘Tombito’ Mendoza – XVI CMLP

Siento esos deseos inmensos de volver a estar entre los muros de aquel insigne colegio que nos recibiera tan “especialmente” hace cincuenta años. Me veo al igual que mis nuevos compañeros de promoción vistiéndonos de uniforme beige, ajustándonos las correas y amarrando las botas negras que comenzamos a usar por primera vez en lugar de los escarpines que todavía veíamos en los monitores de sección. Cuánto han cambiado ahora estas prendas de vestir. Si vemos a los nuevos cadetes leonciopradinos podemos apreciar que sus uniformes son los camuflados en lugar del beige de nosotros, las botas son del mismo color y una gorra denominada áfrica en lugar de la cristina que cubría nuestras cabezas.

-¡Atención, cadetes de tercer año!… Cuádrese bien, carajo!

Ya no era el auxiliar de nuestros ex centros educativos de procedencia, ahora eran oficiales del Ejercito los que nos dirigían. Fue duro poder asimilar nuestra nueva vida escolar-militar. Nos acostábamos a las 21:00 horas, hacíamos turnos de imaginaria, nos levantábamos a las 6, al toque de Diana que tocaba un soldado que cumplía su servicio militar Tendíamos camas, encerábamos y lustrábamos parte del piso que correspondía al lugar donde se encontraba nuestro camarote. Formábamos en nuestro patio que correspondía al pabellón donde se encontraban nuestras cuadras o dormitorios. De ahí salíamos marchando hasta el patio central donde todos los días pasábamos lista de asistencia.

-¡Tercer año, buenos días!

-¡ Buenos días!

-¡Atención a la Lista!

-¡Atención!
-¡Subordinación y Constancia!

-¡Viva el Perú!

Pertenecía a la primera sección, en la que comencé a conocer primero el distanciamiento por razones de color de piel, por razones de estrato social, por razones de procedencia de colegios particulares o nacionales, por procedencia de provincias y distritos, ya que todo ello nos diferenciaba unos de otros, según creíamos.

-¡Caballeros cadetes!, son ustedes los componentes de una nueva promoción de este prestigioso colegio militar. Pertenecen a la Décimo sexta Promoción, que será la mejor de todas, por ustedes mismos, por el amor a su Alma Mater, por el amor entre compañeros de promoción, por el amor a la Patria….¡Viva el Perú, carajo!

-¡VIVA!

Era nuestro capitán jefe de año, Jorge Ciurlizza de la Guarda, gran hombre, buen caballero, noble, que nos amó como a sus propios hijos. Gracias a él pudimos conocer lo que era la lealtad, la solidaridad y ese sentir sincero de afecto a nuestros compañeros de promoción… Supo compenetrar nuestros corazones. Su figura nunca se borrará de nuestras mentes, lo recordamos siempre: bien cuadrado para dirigirnos, para enseñarnos a ser excelentes soldados, ser buenos estudiantes, no era magnánimo… era justo.

Jamás pude olvidar el bello gesto del DANTE y considero que si bien yo viví esa experiencia, así también mis hermanos conocieron diferentes pero hermosas anécdotas en sufrida, pero hermosa experiencia en el tercer año. Es por ello que recuerdo, cómo, poco a poco fuimos encontrándonos, hermanándonos, cada día que pasaba era una nueva vivencia de un mayor acercamiento entre nosotros y pronto llegamos a ser un contingente compacto, unido y prestos a velar por el compañero de promoción. Atrás quedaron todas las diferencias que al llegar creíamos nos separaba. La triste y temprana partida de uno de nuestros hermanos, golpeó pero endureció también nuestros corazones adolescentes y fuimos aprendiendo que todo en la vida no es felicidad. Tendríamos que luchar y ser fuertes para afrontar nuestra vida del mañana.

 El Día de la Madre fue un grato recuerdo para todos nosotros, vivimos una hermosa actuación de nuestros cadetes artistas y una gran felicidad de nuestras madres. Puedo decir que en esa etapa, ya sabíamos marchar militarmente, ya conocíamos la emoción de saludar a nuestra bandera cuando esta se izaba y también la satisfacción de hacer felices a nuestros padres al llegar a casa, con el cordón rojo de Distinguido o el bicolor de Honor. Además, ya surgían los grandes atletas que nos hicieron gozar la emoción de verlos ganar en las diferentes competencias deportivas internas, en la que participaba la Gloriosa XVI.

Cómo olvidar la primera salida con el hermoso uniforme de botones dorados. Cada uno de nosotros caminaba con prestancia. La admiración que producía nuestra presencia de cadete leonciopradino en nuestros barrios nos llenaba de orgullo y considerábamos que toda esa etapa de novatos, tenía su recompensa. A nuestras noviecitas se les salía el corazón por la alegría de volver a vernos convertidos en todo unos Caballeros Cadetes del Colegio Militar Leoncio Prado.

Qué sensación de satisfacción de nuestros padres al conocer que eramos la promoción con mayor cantidad de Cordones de Honor y Distinguidos desde la fundación del colegio. Cómo sufrimos al no poder desfilar para Fiestas Patrias, pero sabíamos que la postergación hasta el próximo año era necesaria, así lo entendimos y comprendimos que deberíamos esforzarnos más para llegar a tener el honor de participar en un Desfile Militar, representándo a nuestra Alma Mater.
Llegaba el fin del año 1959 y ya habíamos conformado una de las promociones más unidas de la historia del colegio. Nuestro capitán jefe de año y demás instructores militares, se sentían orgullosos de haber formado ejemplarmente a la Gloriosa XVI Promoción. Ha transcurrido medio siglo desde ese gran día en qué nos incorporamos a nuestro querido Centro Educativo. Debido a la modernidad podrán haber cambiado el tipo de uniformes, podrán haber pasado muchas promociones nuevas, podrán no ser ya los mismos rostros, pero nuestros corazones, nuestros sentimientos de hermanos, el amor a nuestras aulas, a nuestras cuadras, a nuestro comedor, a nuestra Perlita, a nuestro Campo Deportivo, a nuestro Patio Central… Siempre estará ahí entre cuatro muros carcomidos por el tiempo cruel e inexorable… Y que siempre continuarán viéndonos y gozando de nuestras travesuras y memorables desfiles, como cuando llegamos a nuestro querido y eterno colegio, en ese hermoso e inolvidable año 1959…¡ El Año de la XVI!

( publicada en el Nª 182 de la Gaceta Leonciopradina)

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