LA DECIMA SECCIÓN
Llega el final del día y camino por jardines y parques, entonces vienen los lindos recuerdos de mi vida, cada vez siento mayor cansancio en mis piernas, sin embargo únicamente paseando por donde existen parques siento que vuelvo al lugar de mi juventud que está muy dentro de mi ser. Llego a casa y busco de inmediato el piano mi fiel compañero, cuyas teclas me hacen volver al pasado glorioso. El tiempo dicen es inexorable, para mí al estar sumergido dentro de la música es volver, sí volver a los momentos que amo, que vuelvo a ver, que vuelvo a vivir….
Imponente como siempre el pabellón central y la figura del Coronel Leoncio Prado Gutiérrez, con la mirada adusta y su mano izquierda férreamente tomando el sable como si nos dijera: “Estoy presto a tomar las armas por nuestra patria”. El día se veía tan triste como la desencajada cara de un visitante a su alma mater, el Colegio Militar Leoncio Prado.
Oiga señor, está prohibido pasar a los interiores del colegio…este ¿qué desea usted?
Disculpe oficial pero vengo a ver por última vez a mi querido colegio que hoy será demolido.
Ya comenzaron, lo comprendo y sólo le daré treinta minutos pero al lado izquierdo, ¿me comprende verdad?
Sí teniente muy agradecido.
El visitante muy afligido mirando la estatua de nuestro héroe de Huamachuco…
Mi coronel, así como vine hace años a darle las gracias por la formación que recibí aquí en mi alma mater y que me había valido para recibirme de médico-cirujano, hoy me hago presente para ver por última vez los lugares en que me hice soldado y donde aprendí el amor a la patria y donde excelentes maestros y personal castrense nos enseñaron y prepararon para afrontar nuestros futuros y además donde nuestros monitores y cadetes superiores nos dieron las mejores enseñanzas para afrontar cualquier vicisitud que no sea imposible de superar.
Nuestro visitante paso a paso fue reencontrándose con su maravilloso pasado cuando apenas tenía trece años tan igual a sus compañeros de sección, la sección de los chatos…la décima, la última en la formación, la última en tamaños pero la primera en aprovechamiento y también en responder a los esfuerzos militares en las disposiciones de orden cerrado y maniobras castrenses dirigidas por monitores, suboficiales y oficiales. Llegó a la cancha de Tenis y volvió a escuchar los gritos de cada mañana, de cada tarde, de cada noche durante las primeras semanas de haberse internado la gran decimosexta promoción; todo era marchar y marchar por la pista central, por la avenida que da a la Costanera y después del rancho nocturno padecíamos la “masacrada” a los nuevos canes que tenían que aprender a ser soldados antes de vestir el uniforme de caballero cadete; cuando ya no daban más sus piernas miraban el esfuerzo de Pocho Rivas Plata, Carlos Arellano, Félix Zúñiga, Daniel Almendrades, Hernán Carrillo, Kike Urdanibia, Ernesto Sanguinetti, César Ordoñez y otros grandes hermanos como Diego Toledo, Fernando Espinar, Walther Del Carpio, Alfredo Guzmán, Isaac Goldemberg, etc.
¡Monitor Lituma, qué pasa con su sección, no sirven carajo! enséñele bien a estos enanos, sino lo consigno… entendido monitor…
¡Sí mi teniente...entendido!
Alfredo Guzmán se volvía a ver de beige con borceguíes y cristina, marchando y marchando al paso redoblado con las plantas de los pies en llagas, miraba el esfuerzo de Carlos Arellano y del chato Zúñiga…no podía flaquear a pesar del cansancio levantaba sus puños a la altura de su cintura tan igual al resto de su sección y trotaba al paso ligero, marchaba al paso redoblado, transpiraba y ya le molestaba el sudor producto de sus esfuerzos por cumplir las órdenes de seguir y seguir marchando. Alfredo se sonrío y a la vez dejaba salir algunas perlas de sus ojos, ya no estaban juntos en el colegio, ya no vestían de uniforme de campaña y sin embargo estos recuerdos de momentos de formación militar los guardaba con cariño, con devoción, cuantas aventuras en las marchas de campaña de los sábados, que lindos recuerdos en el comedor, en las competencias deportivas y también cuantas reuniones sociales y desfiles con el hermoso uniforme de gala que nos dieron después de nuestro aprendizaje de buen soldado, aprendimos a soportar el cansancio, a marchar con prestancia, a armar y desarmar un fusil, y por qué no decirlo a caminar gallardamente vestidos de caballeros cadetes.
Alfredo hoy destacado médico-cirujano miraba con nostalgia el aula donde supo asimilar las enseñanzas de excelentes profesores que tuvimos la suerte de recibir sus cátedras, recordaba cuando salía a la pizarra a disertar las clases de literatura que nos dictaba el Amauta Humberto Santillán Arista, sonreía al recordar como “fregaba la pita” el enano Zúñiga antes del toque de silencio a las 22: 00 horas:
Eran los tiempos en que ya teníamos salida de paseo semanales, después de una marcha de campaña sabatina en donde dejábamos todas nuestras energías juveniles, bueno de adolecentes ya que la décima eran los más chiquillos de la promo. Alfredo paseo por todas las aulas de tercero hasta las de quinto año y llegó a sentarse en alguna carpeta que quizás fue la de él o de alguno de sus compañeros de sección, con quienes en cada momento de esparcimiento conversaban y se prometían llegar a ser médicos que era la profesión que amaban, entre ellos: Kike Urdanibia, Carlos Arellano, José el chato Alegría, César Ordoñez, Gonzales Maraví, Hugo Mendizábal, Ponce Puppo y Alfredo Guzmán como también Pocho Rivas Plata, hoy excelentes médicos que siguen destacando en el Perú como en el extranjero.
Para toda la Decimosexta del CMLP, la décima sección fue siempre motivo de asombro por destacar con su carácter y firme decisión de no “arrugar” en las diversas actividades castrenses en donde cada uno hacía esfuerzos para cumplir con las órdenes militares, quizás no podían asir bien el Máuser, pero ellos lograban llevarlos con las bayonetas puestas y atacaban sin pestañear al “enemigo” en las campañas sabatinas de donde retornaban a nuestra alma mater completamente transpirados y con el overol manchado de lodo por el arrojo que imponían en el combate cuerpo a cuerpo. Alfredo veía como las máquinas ya llegaban a destruir los edificios donde estaban nuestras aulas y en donde a la 19:00 horas sentados en nuestras carpetas nos dedicábamos a repasar los temas del día que nos habían dictado nuestros profesores a quienes él les agradecía por sus enseñanzas que sirvieron para hoy poder tener una profesión que nos hace dignos hijos de la patria, antes de dejar el lugar sagrado como se considera a cada aula Alfredo volvía a rememorar:
Alfredo, ya termina nuestro hermoso periodo de cadetes del Leoncio Prado, ya tenemos que definir nuestros futuros…qué estudiarás mi hermano.
Pues, al igual que tú, seré médico, me dedicaré a dar la luz de la vida, esa es mi aspiración mí querido Pocho.
Imposible olvidar estos tres años maravillosos querido Alfredo, guardaré eternamente todo lo bueno y nada malo de esta inolvidable experiencia.
Pocho, todas las experiencias vividas tienen su motivo principal, hacernos hombres de bien, con el firme carácter que el mundo que nos espera con sus diversas vicisitudes serán superadas precisamente por nuestra formación y el haber compartido una camaradería sin igual, llena de experiencias que nos hace soñar con la vida que forjaremos, con la suficiente valoración de los pasos que debemos seguir.
Alfredo Guzmán es hoy un reconocido médico-obstetra, profesión al igual que varios compañeros de la décima lograron obtener gracias a su preparación y dedicación. La última sección CMLP en llegar en 1959 es nuestro gran orgullo, destacaron en todo, vida militar, vida escolar y excelentes profesionales al egresar como también Tito Saguinetti, Fernando Espinar, Walther Del Carpio (finado), Daniel Almendrades, etc.
Disculpe excadete pero debo invitarlo a salir del colegio, ya continuarán con la demolición de esta parte.
Sí oficial, lo comprendo ¿me dejará ver desde un lugar prudencial?
¿No le será muy doloroso señor?
Por supuesto pero no es masoquismo…es un momento en que veré caer a este gigante para retornar y verlo resurgir para levantarse nuevamente en un templo del saber, de la formación de grandes y exitosas promociones que harán grande a este Perú nuestro que tiene en el Colegio Militar Leoncio Prado, una segura cuna de todas las sangres, que seguirán encontrándose para seguir conformando grandes hermandades que en mil días de unión y compañerismo y de hermosas vivencias se harán hombres de bien para sus familias y la patria.
El oficial le ofreció a Alfredo subir al Jeep de servicio para continuar observando desde un seguro lugar toda la demolición. Únicamente pudo el oficial disimular su sentir al ver derramar lágrimas que caían de los ojos de nuestro hermano de promoción quien veía ya caer los cuatro viejos muros que nos albergaron en nuestra adolescencia y parte de juventud en tres maravillosos años que jamás se borrarán de nuestras mentes y corazones.
Alfredo Guzmán dio gracias a Dios por haberse reencontrado con su maravilloso pasado cuando apenas tenía trece años, tan igual a sus compañeros de sección, la sección de los chatos…la décima, la última en la formación, la última en tamaños pero la primera en aprovechamiento y también en responder a los esfuerzos militares. La Decimosexta Promoción CMLP vive siempre orgullosa de nuestra Decima Sección, por su especial incorporación conformando la de los de menor edad pero la primera en dar a nuestro querido colegio y el Perú, destacados profesionales, médicos, ingenieros, economistas, así como también un escritor y poeta reconocido a nivel mundial. Siempre cada año se reúnen en una noche especial donde recuerdan los más bellos tiempos de su vida. Nosotros tenemos en nuestros corazones el orgullo de haber compartido con ellos los chatos, una sección que es el ejemplo de esfuerzo, dedicación, coraje y amor al Perú. ..¡DECIMA SECCIÓN XVI CMLP…ATENCIÓN A LA LISTA!
Cumplido uno de mis preciosos recuerdos en el CMLP y terminada la pieza musical que me hace soñar, tapo las teclas del piano, suspiro agradecido a mi Señor y camino nuevamente por las calles de la vieja ciudad donde la lluvia que cae persistentemente no la siento, no me hace querer guarecerme, ya que ella no sólo moja mis ropas, sino además, me limpia el alma.
¡SEGUIREMOS BRILLANDO SIEMPRE…COMO AZUL HOGUERA!
Rodolfo Mendoza
XVI CMLP
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