60 AÑOS DESPUÉS
LOS DIECISÉIS DE LA XVI
Riiiing…Riiiing…Riiiing…
Aló, sí ¿con quién hablo…?
Mi querido y recordado Pocho Rivas Plata, cómo estás mi hermano, después de tantos
años, soy Coco Marusic, acabo de llegar al Perú mi hermano y quisiera reunirme con
ustedes, ya llamé a Daniel Mojovich, así como a Carlos Toro quién también ha llegado
de viaje, los teléfonos de otros hermanos ya no son los mismos por lo que te pido si
conoces los de algunos llámalos para poder vernos, Daniel se ha comunicado con el
Tombito, te acuerdas de él, pues también asistirá, como también Emilio Ponce quien
hoy es un gran arquitecto, cómo han pasado los años Pocho…
Qué bien Coco, que gusto poder comunicarme contigo, efectivamente han pasado
varios años y estamos alejados, pero nunca es tarde para poder volver a estar como
antes, al menos en un almuerzo, le pasaré la voz a Carlitos Arellano y a algunos que
podamos ubicar. Sí, si me acuerdo del Tombito, él era de la primera sección, como el
barbón Jorge Seminario, Carlitos Verano, Pucho Vignolo, el Caimán, Teddy…los
abuelitos de la promo…Jajajaja…
Habían transcurrido cerca de 10 años del día tan triste, tan emotivo, que sentimos toda la
promoción al dejar nuestra alma mater el Colegio Militar Leoncio Prado, fueron tres años tan
hermosos, tan felices y sobre todo 1,000 días de unión, de camaradería, de fraternidad
inquebrantable, aprendimos a ser soldados, a ser solidarios, a encontrar soluciones ante
cualquier adversidad, nunca rendirse, jamás abdicar de nuestros sueños, de nuestras
aspiraciones, nada podía detenernos pero qué gran dolor el dejar de ver ya a nuestro
compañero de camarote, fueron tantas noches y madrugadas en que tendíamos y
arreglábamos
nuestras camas, donde no únicamente soñábamos con nuestro destino sino que además
descansábamos de nuestros ejercicios militares y de nuestra rutina diaria, ya no veríamos
diariamente al compañero vecino de carpetas, con quien estudiamos para los exámenes
bimestrales, durante noches de frío en los diversos jardines del colegio, ya no veríamos más
a nuestros compañeros de mesa en el comedor y ya no seríamos más los aguerridos soldados del Cuartel Guardia Chalaca de donde salíamos cada mañana de sábado vestidos con mamelucos y fusil para las marchas de campaña. Ese día Coco Marusic iniciaba con otros queridos hermanos el reencuentro que iniciaría el volver a estar juntos la inolvidable Decimosexta Promoción del CMLP, fueron los que ahora llamamos “Los dieciséis de la XVI”, ellos reiniciaron nuestra bella hermandad, que ya no duraría tres años, sino que ahora sería… hasta el último día de nuestras vidas.
Fue un 15 de Diciembre de 1961, había tocado el corneta siendo ya la hora del descanso,
el clásico toque de silencio, nadie hablaba, nadie quería comentar absolutamente nada, en
silencio cada uno fue acostándose en su camarote, las charlas antes de dormir no se daban,
no se producían. Absolutamente nadie quería iniciar el gran dolor de la despedida, fueron tres
años tan especiales en nuestras vidas de adolescentes, fueron 1,000 días de pura amistad,
hermandad, así como vivimos nutriéndonos del saber, también gozábamos de nuestras
chacotas, de nuestras ocurrencias juveniles, cada aventura de buenos soldados, cada
momento en el comedor, en las aulas, en el campo deportivo y principalmente en las cuadras
donde reposábamos el almuerzo y efectuábamos nuestro turno de imaginaria, quedarían atrás
en el momento en que nos dieran la noticia de entregar nuestras prendas militares y dejar para
siempre ese lindo y hermoso recinto resguardado por cuatro viejos muros que jamás se
borrarán
de nuestras mentes y sobre todo… del corazón.
No apareció el sol en la madrugada, corrimos al escuchar el toque de Diana, los suboficiales
no cesaban de gritar apurándonos a la formación, las gaviotas que nos saludaban cada
mañana
se habían ausentado, únicamente se oían los golpes de la olas del mar en las peñas del
acantilado que continuarán siempre al frontis de nuestra alma mater, donde nuevas promociones
harán parte de sus maniobras militares de fin de semana.
¡Quinto año buenos días!
¡BUENOS DÍAS!
¡Subordinación y constancia!
¡VIVA EL PERÚ!!
¡Atención a la lista!
¡ATENCIÓN!
“Quinto año, al terminar la hora del desayuno, pasarán a sus cuadras y en orden, sección por
sección irán haciendo entrega de sus prendas militares al oficial de servicio… ¡Cadetes,
volverán a su alma mater! ¡Y lo harán una vez logrados sus sueños!…Suerte y vayan con Dios…
DECIMOSEXTA PROMOCIÓN DEL COLEGIO MILITAR LEONCIO PRADO”.
Se le quebraba la voz a nuestro querido Teniente Víctor Aguirre. No olvidaré jamás las caras
compungidas de mis hermanos, los bromistas de siempre eran los más tristes, sin embargo
ante
las palabras de nuestro oficial que siempre estuvo a nuestro lado, para enseñarnos a manejar
los armamentos de guerra, el orden cerrado, las estrategias militares y sobre todo amar a
nuestra bandera roja y blanca, comprendimos que no era un adiós, que deberíamos comprender
que era el hasta luego, el hasta pronto y que nuestra hermosa hermandad perduraría eternamente,
comenzamos a firmar nuestros pañuelos, el más entusiasta en ello fue Reynaldo Olaechea, nuestro
brigadier general, quien entraba y salía de cada cuadra con lágrimas en sus ojos, hoy radicado en el
extranjero ejerciendo su carrera profesional de médico - cirujano. Anotábamos números de
teléfonos, nos abrazábamos, jurábamos que siempre estaríamos unidos, sólo llegábamos a
los 17 años y habíamos vivido una bella experiencia… la misma que marcaría, eternamente
nuestras vidas.
Cada uno teníamos ahora el reto de salir adelante, de cumplir nuestros sueños, conocíamos
que no sería fácil, nuestros rumbos se diversificaron, caminos distintos, nuestro cada día ya no serían los mismos para 400 cadetes que compartíamos en esos momentos, la búsqueda… de nuestros propios destinos.
Aló, aló mi querido arquitecto Emilio Ponce, soy Daniel Mojovich del CMLP.
No me digas, uno de los más chiquitos de la promoción, sí hermano cómo no recordarte. Oye qué coincidencia, estaba conversando precisamente con nuestro querido gordito Alfonso Melgar con quien siempre estamos juntos, así como con Juanito Hurtado. ¿Dime Daniel, en qué te puedo servir? estoy a tu disposición.
Emilio, nos hemos contactado algunos hermanos y quisiéramos reunirnos en tu local
ya famoso y sobre todo qué bien que le hayas puesto La Perlita, yo te pasaré la lista y
ojalá puedas contactar a otros hermanos y así podemos pasar una tarde linda, llena de
hermosos recuerdos.
Conforme Daniel, espero tu relación para separar un ambiente apropiado y un menú
como el de nuestros bellos tiempos en nuestra alma mater. Un abrazo mi hermano.
Ese gran y lindo día llegaron a La Perlita – restaurante turístico de Emilio Ponce – 16 excadetes
del Colegio Militar Leoncio Prado, jamás los olvidaremos, siempre serán reconocidos como…
“Los 16 de la XVI”. Con ellos reiniciamos nuestra hermandad nacida en el año 1959 cuando
nos incorporamos, después de un reñido concurso de admisión; de 1,200 postulantes l
ogramos alcanzar vacantes 450 adolescentes que anhelábamos vestir el hermoso uniforme
de color azulino y con botones dorados en el pecho, como la Decimosexta Promoción de
nuestra alma mater. Poco a poco fuimos ubicando a más compañeros de promoción y fue
en aumento el participar en los reencuentros de todas las ´promociones en el mes de Agosto
en nuestro inolvidable cuartel Guardia Chalaca…el primer colegio militar del Perú. En nuestros
corazones siempre: Emilio Ponce, Jorge Kanashiro, César Elías, Walther Del Carpio,
Jorge Marusic, Nito Fernández, Luis Cáceres, Daniel Mojovich, Jorge Seminario,
Abrazos cariñosos, apretones de manos, hacían sentir esa bella hermandad paralizada por
varios años, ya no vestíamos el uniforme de color beige y botas negras, pero seguíamos
sintiendo ese mismo amor fraterno de cuando iniciábamos el día saliendo al paso ligero de
las cuadras para la formación del cada día, donde todo el batallón de cadetes debidamente
en formación iniciábamos el rito castrense de cada mañana:
¡Batallón…buenos días!
¡BUENOS DÍAS!
¡Subordinación y constancia!
¡VIVA EL PERÚ
¡Atención a la lista!
¡ATENCIÓN!
Emilio Ponce fue un excelente anfitrión, como siempre, su gran corazón salía a relucir en
cada reunión que se realizaba en su local situado en balconcillo. Después de saborear tan
exquisitos potajes marinos, vinieron los recuerdos de aquellos días tan emotivos de adolescentes
que ya no jugaban sino que verdaderamente vivíamos a conciencia nuestra nueva vida
cívico-militar. Los veía reír y mirarse entre todos con una diferencia de aquellos tiempos,
ahora las miradas eran de felicidad, por estar juntos, tan igual a aquellos bellos e inolvidables
acontecimientos que compartimos. Yo estaba presente físicamente y sin embargo mi espíritu
volvía al pasado hermoso, rico en recuerdos que jamás se borrarán de nuestros corazones,
de nuestras mentes, sentí que me envolvía en una vorágine que me atrapaba y hacía volver
a los años felices y….
EL DANTE
Hace poco estuve en el Colegio Militar Leoncio Prado, al cruzar su gran puerta de fierro
cruzaron por mi mente las imágenes de hace casi cincuenta años, cuando por primera vez
marchamos al paso de desfile por esa misma avenida, al frontis del pabellón central y que la
efigie del Coronel Leoncio Prado nos observaba majestuoso e imponente. Volví a verme en
las cuadras, aulas, comedor y patio principal, vestido de uniforme beige y botas negras,
recibiendo en el estadio, las prendas que usaríamos durante nuestro primer año.
Estábamos en las cuadras acomodando nuestras prendas, todos nos mirábamos extrañados,
no nos conocíamos, veníamos de diferentes centros educativos, unos de colegios particulares,
otros de centros estatales y grandes unidades. Cuando de pronto ingresó el Monitor o brigadie
r de sección, que era de quinto año, vestía el mismo uniforme pero se diferenciaba por tener
una cristina de color negra, con distintivo de color celeste, que era el color que lo identificaba
como brigadier del tercer año:
¡Atención!… ¡Cuadrarse, cuando entra su Monitor, carajo!
¡No se mueva!… ¡Desde hoy dejan de ser los niñitos de papá y mamá!... ¡Ahora son
soldados!… ¡Al suelo en posición de planchas!
Y todos nos estiramos en el suelo y apoyados por nuestros brazos, hicimos el ejercicio de
levantarse y caer sin tocar el piso, para volver a levantarse por veinte veces. Entonces pensé
para mis adentros: “Querías ser cadete del Colegio Militar…Aguanta entonces”. Pero al pasar
los años, cómo añoramos volver a esa hermosa etapa.
Nuestro capitán, Jorge Ciurlizza de la Guarda, jefe del tercer año, siempre nos reunía para
darnos instrucciones sobre la disciplina militar y el amor a la patria. Recuerdo que había
momentos en que nos narraba anécdotas de su época de cadete leonciopradino. Él, pertenecía
a la segunda promoción del colegio militar. Siempre procuraba que sus cadetes,
entendiéramos lo que era la unión, la lealtad y la camaradería que siempre debe existir en cada
promoción de leonciopradinos. Efectivamente no llegábamos únicamente para estudiar,
además conviviríamos tres años, aprenderíamos a estimarnos, a protegernos y sobre todo a
ser unidos, tanto así, que logró que adquiriéramos un televisor entre toda la promoción para
nuestras horas de distracción. Pero además, también recuerdo qué…
¡Atención!… ¡Carajo...no se mueva!
¡Monitores…Enséñenles a marchar a estos perros!
¡Quiero que rompan el piso!
Era el teniente Sandoval Castro, Oswaldo. Un oficial duro y temible que estaba de servicio,
recuerdo que todos le temblábamos. El capitán se había retirado y nos dejaba a su merced –
Cuánto
le temíamos y ahora, cómo lo extrañamos -
Así, pasaban los días del mes de abril de 1959, esperábamos con ansiedad nuestra primera
salida. Después de clases, los monitores o brigadieres del 5to. Año a quienes estábamos a
cargo, nos “masacraban” con ejercicios, saltos de ranas, planchas y marchas al paso redoblado.
¡Estos perros, no sirven para nada!
¡Hoy van a marchar hasta la madrugada!
Comunicaba el monitor Vega Boggio, Jorge al monitor Adhemar Sierralta.
Sí pues …El CMLP, ahora debe llamarse, Colegio de Monjas La Perlita
¡Estos parecen mujercitas!
¡Marchen...Carajo… Mire al frente! vociferaba Adhemar Sierralta
Oye, Chato Mendoza…Mira al frente carajo…nos van a masacrar por tu culpa - Me increpaba
por lo bajo, Balleggi Zamudio -
Dante Balleggi, era uno de mis compañeros, el que más se me “prendía”, por provenir yo de los
Barrios Altos del Cercado de Lima y de una Gran Unidad Escolar. Él, era alto, delgado y de
un caminar
altivo, displicente, arrogante y soberbio. Me molestaba hasta en la cuadra, dormía casi al frente
de mi camarote.
Oigan…ya llegó el cadete de Tacora Motors… ¡Cuidado que debe tener chaveta!
No reía, solo miraba displicente. Al igual que él, también otros alumnos se molestaban unos a
otros. Se cumplía casi una semana del internamiento en el Colegio Militar Leoncio Prado y los
integrantes de la nueva promoción no se encontraban. Recuerdo que sin darnos cuenta,
nosotros mismos nos dividíamos en grupos distintos, ya por el color de la piel, ya por la
procedencia de los diferentes colegios en los que habíamos estudiado el primero y segundo
año de secundaria, también por las provincias y distritos de donde procedíamos. El inolvidable
y extraordinario jugador de básquetbol Carlos Varano, a pesar de dormir en la cuadra
adyacente, se daba tiempo, para entretenernos con sus cuentos y chistes que nos hacían
olvidar nuestra nostalgia comprensible. Así mismo Guillermo Coronado, trataba de unirnos
en esas recordadas noches después del toque de silencio. Ya casi terminaba el mes de abril
y se acercaba nuestra primera salida y también, la Gran Kermés del quinto año, pro- fondos
para los gastos de su promoción.
Nos encontrábamos recibiendo clases de Instrucción Militar y el suboficial de apellido Casas,
nos ordena a Balleggi y a mí, ir a las cuadras de tercer año, para traer una pizarra portátil.
Para acelerar la disposición de nuestro instructor, decidimos correr y pasar por el frontis de
las cuadras del quinto año - Acceso negado por ser un lugar sagrado -
¡Hey…ese par de perros!… ¡Vengan acá!
- ¡Paso ligero canes!
Eran el monitor Sigfried Busse, colorado y de pelo rubio, con un carácter de los mil diablos,
quizás por tener ascendencia alemana y el técnico Julio Salas, apodado el Mono, temible
por ser partidario de los ángulos rectos – castigo físico, que infligían a los pobres y sufridos
perros del tercer año – Siempre iba acompañado de un palo de plumero, que lo aplicaba
seguramente, cuando consideraba que alguien merecía un castigo severo.
¡Cuádrense bien…carajo! ¡Me muero para que prueben este “santito”!
Nos amenazaba el Mono Julio Salas, mientras nos revisaban los diferentes botones del
uniforme y se paseaba alrededor nuestro, golpeando una de las palmas de sus manos con el
“santito”.
¡Oye Mono! Estos perros, ya están por tener su primera salida y están más “crudos”
que los fréjoles que vamos a comer hoy….
¡Miren al frente!…¡No se muevan carajo!
¡Par de perros novatos! - gritaba, el monitor Busse -
¡Perros!…Saben ustedes que mañana tenemos nuestra Kermés y por lo tanto nuestras
cuadras – dormitorios - deben estar bien limpias, para albergar a las alumnas del colegio
Mater Admirabilis, que van a participar en Voleibol. Nos decía el monitor Busse.
¡Así es perros!...Por lo tanto necesitamos, que uno de ustedes se quede y el otro siga
con lo que tienen que hacer. Disponía el Mono Salas.
El monitor Busse preguntaba…
¡Usted como se apellida!
¡Balleggi…Balleggi Zamudio… Mi monitor!
Muy bien Balleggi… ¡Media vuelta!…¡Paso ligero rumbo a su cuadra… Marche!
Mi compañero de promoción no se movió… ¿Qué ocurre? me preguntaba sorprendido. Con el
rabillo del ojo izquierdo vi a Balleggi Zamudio; como él era: Altivo, displicente, arrogante y
soberbio…Era el DANTE. Así le había puesto nuestro profesor de Literatura, Humberto Santillán Arista,
por Dante Alighieri.
¡Qué...Carajo!… ¡Quiero creer que no me ha escuchado!
Creí ver, ira en sus ojos, los dos técnicos de quinto año se miraban uno al otro. ¡Atónitos!…
Sus miradas
se endurecían y sus gestos hacían temer lo peor. Yo estaba en atención, las piernas me
temblaban y casi me orinaba.
¡Cadete Balleggi…Media vuelta!... ¡Paso ligero...rumbo a su cuadra… Marche!
¡Nada!…El DANTE no se movía – “Carajo, hoy arde Troya” - Me dije para adentro.
¡¿Qué le ocurre, cadete?!
¡¿Está loco…no me oye?!
¡Pido permiso para quedarme con mi compañero de promoción! ¡Y cumplir la tarea
los dos!... ¡Mí monitor!
¡¿Sabe usted cadete…lo que esto significa?!
¡Pido permiso para cumplir la tarea encomendada, con mi compañero de promoción!..
. ¡Mí monitor! - Persistía, mi compañero -
¡Cadete Balleggi!… ¡Posición de ángulo recto!
En ese momento creí ver un gesto de admiración en el técnico Julio Salas Rebatta.
Balleggi Zamudio, se puso en posición de ángulo recto y recibió dos fortísimas patadas en el
trasero. Yo no respiraba, tenía rabia, pero no podía actuar, se me salían los Barrios Altos – cuna
de guapos y peleadores - pero el hermoso gesto de Balleggi, me impedía hacerlo. El DANTE,
no
se inmutó, serio, adusto y siempre soberbio, se puso en atención. Los técnicos, se cuadraron
frente a nosotros y:
¡Cadetes de tercero!…rumbo a las cuadras de quinto año… ¡Marchen!
Ese inolvidable día, Balleggi y yo, tendimos y ordenamos cuarenta camas, además enceramos
y lustramos los pisos de cuatro dormitorios. Cumplimos la tarea mudos. No hablábamos, sólo
nos dedicamos a tender las camas y al momento de estar queriendo sacar lustre a lo encerado:
¡Chato Mendoza! Tira la frazada y siéntate en ella…Yo jalo y así terminamos de lustrar más
rápido…
¡Jajajajaja!
Creo que ese fue el único día, que vi reírse a Balleggi, éramos como dos niños haciendo
travesuras,
cumplimos con la tarea: Todo limpio, todo arreglado. Llegaron los técnicos y pasaron revista
a las cuadras…
- ¡Cadetes!
¡Voy a tirar una moneda!… ¡Y si esta no rebota en la cama, los vuelvo a traer carajo!
Sentenciaba el técnico Julio Salas.
No nos dimos cuenta, pero los técnicos ya no nos trataban de perros, se dirigían a nosotros
como cadetes, hoy, veo en sus rostros satisfacción, no eran rudos ni temibles, solo anhelaban
que la nueva promoción, sea así: UNIDA, SOLIDARIA Y LEAL.
No nos dimos cuenta, pero los técnicos se daban un apretón de manos y se felicitaban porque
a los perros de la gloriosa XVI Promoción, ya se les podía nombrar ¡Cadetes, del Colegio Militar
Leoncio Prado!
Acciones de una gran hermandad, como esta, se van dando en cada promoción, que año
a año van ingresando a nuestra alma mater. Llega el momento en que nuestra hermandad
se concreta y sentimos en nuestros corazones el hermoso sentimiento de verdaderos hermanos
y que somos de la misma sangre, guardando eternamente en nuestros corazones, el cariño
fraterno que es eterno, para siempre, tan es así que todos los años se realizan los reencuentros
de todas la promociones egresadas, día, en que nos sentimos felices al volver a abrazarnos y
volvemos a recordar los tres años maravillosos que siempre están presentes en nuestras vidas.
Nunca jamás olvidé el hermoso gesto de Dante Balleggi Zamudio.
Nunca jamás dejé de admirar a mi amigo.
Nunca jamás conté lo sucedido.
Nunca jamás, se borrará de mi mente el caminar: Altivo, displicente, arrogante y soberbio de…
¡EL DANTE!
Volví de mi letargo hermoso en sentimientos y sonreí al ver a los 16 de la XVI comentando
también sus anécdotas, qué lindo para todos volver a sentirse en esos días tan inolvidables,
que siempre seguirán guardados como tesoro en nuestros corazones de hombres viejos,
cansados, pero siempre con el espíritu jovial de los tiempos aquellos, llenos de una gran
hermandad que a partir de ese gran día ya no viviríamos separados por el tiempo, por la
lejanía y no siquiera por las diferencias sociales, que no existe entre toda nuestra
decimosexta promoción.
Se tomó la decisión de reunirnos todos los viernes de cada semana, participaríamos todos
los años en los Juegos deportivos que organiza la Asociación de excadetes del CMLP,
para ello contábamos con los deportistas de la promoción, lo que residen en el Perú e
inclusive los del legión extranjera - residentes en el extranjero – que viajan a nuestro Perú
para los reencuentros anuales y para participar en estos Juegos Deportivos, en los cuales
seguimos como en nuestros tiempos ganando medallas de oro, plata y bronce.
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