Remembranzas de un cadete leonciopradino
José Carlos Pomalaza – VIII CMLP
En 1953, varios estudiantes de la VIII promoción, recuperándonos de diversas dolencias, tuvimos que empezar nuestros primeros días de cadete, en la enfermería del Colegio Militar Leoncio Prado. Se podría pensar que una estadía en la enfermería es muy aburrida, pero en nuestro caso no fue así, gracias a Mario Migliori, Luigi Bértoli y otros “enfermos” dueños de una chispa muy especial, los días transcurrieron rápidamente, lleno de juegos, chistes, chacota y bailes al ritmo del mambo de moda. Pero como la felicidad es efímera, nos sanamos demasiado pronto y nos incorporamos a nuestras respectivas compañías; donde tuvimos que abandonar todo engreimiento para adaptarnos a la dura vida del cadete de tercer año, bajo el rudo entrenamiento de los oficiales y suboficiales y las pesadas bromas de los cadetes de cuarto y de quinto año que nos hacían sentir como perros.
Como guía de la novena sección, la jefatura del colegio asignó al cadete de quinto año Olimpo Villaverde Samaniego. Recuerdo que la primera noche Olimpo nos reunió y nos organizó en parejas de a dos y luego nos hizo enfrentarnos en una especie de lucha libre, a mí me tocó un cadete un tanto ingenuo para la pelea y con el “entrenamiento” del Colegio Guadalupe, donde estudié Sexto de Primaria y dos años de secundaria, lo derribé rápidamente:
-¡Ya basta!, ahora dense la mano como hermanos que son ?dijo Olimpo, separándonos.
Carlos Calderón Chamochumbi y yo nos dimos la mano y un abrazo. En esos tiempos yo no podía imaginar que Carlos llegaría ser el cadete más respetado y querido de la VIII promoción y Brigadier General por sus altas notas, su madurez y generosidad para tenderle la mano a todo aquel que pidiera su ayuda.
En mis primeros días del tercero año comprobé con gran alegría que amigos de colegios anteriores, también eran “perros” como yo, entre ellos: César Salas, Justo Bernuy, Lucho Zegarra, Guillermo Valdivia y Rafael Bendezú.
La clase que más temía era la de Castellano pues estaba seguro que el profesor Humberto Santillan me tenía ojeriza. En sus clases trataba de no mirarlo para que no provocar una de sus terribles preguntas:
-A ver, ese cadete que tiene cara de inteligente, pero creo que solo porque usa unos lentes más grandes que su cara.
-Si, señor profesor.
-¿Qué me puede decir de la cueva de Altamira?
-¿Cueva Aaaltamiira, proofeeesor…?
-¿Ustedes creen que las clases de Castellano son solo gramática? no señor, son también cultura. ¿Alguien en esta clase me puede decir algo sobre la cueva de Altamira?
Solo un alumno levantó la mano, era Carlos Calderón:-Queda en España, profesor y en ella se encontraron pinturas rupestres.
Desde entonces Carlos fue su alumno predilecto. Pero, después de unos meses, llegué a comprender y estimar a nuestro gran profesor de Castellano y saqué una buena nota en su curso.
Los años de cadete pasaron rápidamente y los de la gloriosa VIII partimos a enfrentar la vida; equipados con los conocimientos y la madurez que el Colegio Militar Leoncio Prado supo instilar en nosotros; conservando para siempre los lazos que unen a los leonciopradinos en un círculo solidario de amistad y hermandad.
-Papá, por mi miopía ya no puedo aspirar a la Aviación así es que como ingeniería es lo que más se parece, voy a presentarme a UNI. Un pueril argumento, pero fue así como escogí la carrera que moldearía mi vida futura.
-Carlos Calderón también escogió ingeniería y logró una beca para estudiar en una de las más famosas universidades de los Estados Unidos, el Instituto Tecnológico de Massachusetts, más conocido como MIT, y yo logré ingresar a la UNI.
Cinco años más tarde, terminé en la UNI. En esos años, la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética estaba en todo su furor. El presidente Kennedy concentró toda la capacidad científica y tecnológica de Estados Unidos en una sola agencia, la NASA. Y para caldear aun más la competencia, lanzó su famoso reto, “llevar a un hombre a la Luna, en menos de 10 años”.
Para hacer partícipe a la comunidad internacional la NASA creó el programa llamado NASA International Fellowships, para estudios de post grado en las mejores universidades de los Estados Unidos. Así como otros peruanos, entusiasmado, solicité una beca. Un año después marchaba a estudiar a la Universidad de Stanford. Después de cinco años, inmerso en un ambiente universitario excitante y altamente competitivo logré obtener los grados de Master of Science, Engineer y PhD en la rama de Radio Ciencia. Para esto tuve que cumplir los requerimientos académicos del grado de Master y llevar a cabo dos proyectos de investigación uno para mi Tesis de Engineer y otro para mi Disertación de PhD
Cuando retorné al Perú, encontré un país totalmente cambiado bajo el gobierno del general Juan Velasco Alvarado. Empecé mi labor científica en el Radio Observatorio de Jicamarca, donde tuve la satisfacción de saber que el doctor Carlos Calderón era también miembro del equipo de investigadores científicos. Carlos había obtenido su PhD en el Darmouth College de New Hampshire. Así fue el comienzo de mi vida profesional, que en esta etapa se desarrolló en el Perú y en el extranjero: Europa, Estados Unidos, Canadá y México.
A mi retorno al Perú, en 1985, fui nombrado Presidente Ejecutivo del IGP donde dirigí el esfuerzo científico en los observatorios de Huancayo, Jicamarca y Ancón. También fui Profesor Principal de la Escuela de Post Grado en Ingeniería Electrónica de la UNI y en Ingeniería de Sistemas en la Universidad de Lima.
En 1994 partí a radicarme en Estados Unidos, donde tuve a mi cargo la Vicepresidencia de Ingeniería en la compañía FMC Telecommunications de Florida, trabajo que me obligó a viajar a México, Centro América, El Caribe, a casi todos los países de Sudamérica, algunos en el África y a varios estados de los Estados Unidos.
En 2007, me jubilé y entonces tuve tiempo para pensar sobre la vida y escribir. La crisis económica del 2007 despertó mi interés por la economía, la política y la filosofía. Y escribí numerosos artículos sobre estos temas, la gran mayoría en relación al problema peruano. También escribí tres novelas, di una conferencia magistral en el CMLP sobre la “Naturaleza del Hombre” y una exposición al batallón de cadetes sobre la profesión del científico.
Finalmente, motivado por la situación de desorientación que existe en el Perú y el mundo de principios del siglo XXI, estoy dedicado a la formulación de un paradigma para el difícil período que se avecina.
En el año 2017, tuve el honor de ser nominado miembro de la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia, Vencedores el 2 de Mayo de 1866 y Defensores Calificados de la Patria.
Para terminar, debo mencionar; con una gran dosis de cariño, admiración y nostalgia; que la labor profesional, científica y educativa de nuestro recordado Brigadier General, el ex-cadete Carlos Calderón Chamochumbi fue premiada, en 2007, con las Palmas Magisteriales en el Grado de Amauta.
Alto el pensamiento
José Carlos Pomalaza
7 de julio de 2018
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